(Ilustraciones del doctor Odalís G. Pérez)
Hay temas que son clásicos en la literatura universal. La muerte, la existencia y la melancolía del ser, recorren las páginas de creaciones fundacionales en el mundo de la creación literaria. En la poesía hispanoamericana, la voz poética de la angustia de César Vallejo, marcó y sigue marcando, a gran parte de los poetas latinoamericanos.
No me es extraño que, al leer este libro titulado "Tristísima despedida"   de Oquendo Medina (Editorial Santuario, RepúblicaDominicana. Editora Búho,  Santo Domingo, RepúblicaDominicana, 2021), me quede envuelto en aquel llanto espeso, propio de quien quisiera morir, como una forma de restablecer la calma espiritual que ayer pendía de la existencia del ser amado que ha emprendido, para siempre,  su viaje al infinito, dejándonos su ausencia en este espacio terrenal.
Es la ausencia, la muerte, la daga hiriente que hoy acorrala los latidos del poeta. El luto y la quimera van circundando los ejes referenciales del discurso poético del dolor.
Es el eco vallejiano el que se apodera de los sentidos del poeta, para situar su enunciación estética en la agonía, el llanto y la melancolía, empujado por la tragedia que llenó de soledad sus espacios vivenciales.
A pesar de la penumbra, el amor fluye en estos cantos, como un relicario contra el olvido. Cómo olvidar a quién, aún después de muerta, ocupa los recuerdos cotidianos del poeta.

Oquendo Medina, junto a su difunta compañera de vida, Mayra Minaya.
Desde la dedicatoria, el poeta va dibujando su sentir: "A Mayra Minaya, mi esposa fallecida, inspiradora del horizonte de estos versos entristecedores".
"A mi hija Beatriz y a mi nieto Luis Andrés, colaboradores en silencio de este testimonio de amor eterno".(Pág. 9 ).
El poeta asume su testimonio filial, para expresar su apego al corazón que ya no late, y, que, a pesar de la penumbra, lo llena de esperanza y vivifica su canto. Veamos:
         "A velocidad inaudita
       en movimiento precipitado/
Avanzaba el vehículo de norte a sur por la autopista//.Sus ocupantes/portadores de un rebase inesperado/temerario y preocupante/decididos a jugar una
una partida de póquer con la muerte/de repente/hicieron una jugada insospechada//. En rotación acelerada/las ruedas rodaron descarriladas//. Rodó el vehículo sin control en marcha desbocada/en dirección al badén/volando por los aires/como si estuviera ensayando un nuevo baile/de agonía mortal//. ¡Oh,destino brutal!/Ausente de alas/cual rayo infernal/cayó violentamente con fuerza descomunal/sobre otro vehículo en marcha inofensiva//. No hubo gritos ni quejidos/tan solo un fino silencio/desgarrador y ensangrentado//. Muerte súbita/tinieblas entre túneles ocultos//.Y ahí estaba mi amada//. No tuvo tiempo de pronunciar por última vez /las palabras: te amo"//.
( 2da. parte del poema "Tristísima despedida". Pp.13/14).
El poeta narra lo acontecido, el fatídico discurrir, el dolor y la ausencia, su propio pandemonio y su encrucijada.
 
El sujeto autor, como vallejiano al fin, no puede alejarse de sus "preguntas sin respuestas":
        ¿Dime/cómo entrar/esta primera noche a nuestra habitación/y sentirla tan vacía?//.
¿Dime/cómo tener/que aceptar tu repentina muerte/cuando me niego a creerlo?//. ¿Dime/cómo cerrar/mis ojos esta noche sin llegar/a sentir tu aliento"?// (… )
(Pág. 82).
La muerte es la incógnita indetendible de la vida, y, en este caso, es la interrogante sin respuesta del poeta. Aquí, la muerte es el motivo que hoy ronda el pensar del poeta.
La muerte, en esta obra, se torna en núcleo temático central. Esta es una muerte que nos aproxima a una memoria imborrable, convertida en lápida mental del poeta.
El esposo va más allá del sentido  unitario de quien ama. Se convierte en el eco de la amada, en su presencia intangible. En su otro yo construyendo su mirada o la  sonrisa intachable de su amada, detrás de su ausencia insospechada.
 
Vuelvo a la voz poética de Vallejo, porque la melancolía que brota en estos versos, me remite a su canto arremolinado, pletórico de humanidad. Es lo que aquí ocurre…un ritmo asociado al despecho contra el destino, el recurrir a la palabra, como recurso hacia la reintegración del existir.
"Tristísima despedida",  es una obra que representa la expresión estética de quien pone su rostro frente al espejo de lo impostergable: la muerte. Aquel viaje hacia la incertidumbre del Ser: Su inevitable final.