La bandera es un símbolo que identifica a los países del mundo. Acompañadas de los himnos nacionales, las banderas resumen la historia de los países que representan. En sus orígenes, eran utilizadas por las diferentes unidades del ejército, y para diferenciarse entre ellos. Como primeros ejemplos, destacan los colores vivos de las banderas de los antiguos chinos, las decoradas por los egipcios con figuras de animales sagrados, mientras los asirios usaban la paloma, los atenienses la lechuza y los espartanos el castor. Para Israel Viana, historiador español, la primera bandera que ondeó con un palo o asta se utilizó en Cartago. Siglos después, durante la Edad Media, se le agregó el pendón, una especie de insignia militar para cada regimiento militar. También se conoció el uso de banderas reales, para títulos mobiliarios y como privilegio de las elites feudales, usadas. En la época moderna, a las banderas se les asignó la representación de los países como función esencial, pasando su exclusividad militar a los escudos de armas.

Banderas ONU y RD.

En el caso dominicano, la idea de la bandera fue presentada por Juan Pablo Duarte al juramentar a los miembros iniciales de la Trinitaria, organización responsable de la difusión de la idea de la independencia. En dicho juramento, Duarte expresa que, lograda la independencia, los dominicanos seríamos reconocidos con un pabellón tricolor dividido en cuartos encarnados y azules, atravesados por una cruz blanca, y así fue. Por encargo de Matías Ramón Mella, la confección de la primera bandera correspondió a Concepción Bona, en compañía de su prima María de Jesús Pina. Esta tarea también fue cumplida por las hermanas Villa, quienes confeccionaron la primera bandera que ondeó en La Vega. Todo dominicano debe sentir la bandera como un símbolo que inspira amor, respeto y compromiso por una ciudadanía responsable. Cada acto en que se sube y se arría debe ser una invitación a la honra de la soberanía, a la inspiración de mayor lealtad y a la defensa innegociable de la identidad. Que jamás se apague el fervor heredado de los versos de Deligne: ¡Que linda en el tope estás, dominicana bandera; quien te viera, quien te viera, más arriba, mucho más!     ¡Arriba el pabellón!