(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez Nina)

Si rebuscamos en la ensayística de la literatura dominicana, pocas obras, de manera formal, editadas o impresas, como libros, en estos tiempos globales, están dedicadas al estudio o al reconocimiento del pensamiento del humanista dominico-puertorriqueño, Eugenio María de Hostos, el filósofo y político de la reflexión crítica, la ética y el filosofar hacia la regeneración del sujeto.

A Hostos lo han situado en el olvido. Ese olvido ha estado planificado, pensado y puesto en práctica, desde el poder estatal y desde el poder eclesiástico. Las iglesias, en este país, han represenntado, en gran parte, su mordaza.

Es posible que en esta obra que hoy estudiamos, "Tributo a Hostos" (Textos en su memoria), (Centro de Estudios Hostosianos (CEDEH), Santo Domingo, República Dominicana. 2016, (Colección "Biblioteca Hostosiana"; Vol. 1, de Miguel Collado), hay una significativa muestra de trabajos, que puedan contradecir y anular mis postulados iniciales.

Esta obra está configurada en diez (10) partes, organizadas de manera estratégicas, con el objetivo de que el lector encuentre aquí un espacio de lectura equilibrado, en todo el ordenamiento de su estructura temática.

La primera parte, está integrada por la presentación del libro, bajo la firma de la poeta Chiqui Vicioso y un prefacio, escrito por Miguel Collado, el autor y recopilador del libro.

En esa presentación, Chiqui Vicioso se propone dar a conocer la importancia de esta obra, pero sus planteamientos se quedan alrededor de las posibles valoraciones que pudiese motivar la lectura de este texto y de los aportes del recopilador, sin estudiar el valor político y educativo del texto y de los trabajos allí recopilados por Collado, teniendo en cuenta el contexto histórico, educativo y cultural en que fueron escritos, por sus diferentes autores.

En la segunda parte, nos encontramos con el "Tributo a Hostos", hecho por Miguel Collado, donde esté autor justifica el por qué la preparación de esa recopilación de textos sobre Eugenio María de Hostos y su importancia como obra de consulta.

Ahí, Collado, manifiesta su estatus como compilador y editor de la obra, sin asumir una posición crítica, respecto a los trabajos publicados y sus diferentes enfoques.

En una tercera fase, tenemos los textos escritos los "Los Henríquez y Carvajal", sobre Hostos. Debo destacar aquí que los textos publicados en esta parte del libro, son de la autoría de Federico Henríquez y Carvajal ( 16-9-1848/ 4-2-1952) y de Francisco Henríquez y Carvajal( 14-1-1859/6-2-1935).

Ambos autores, asumen un discurso de reconocimiento al quehacer político y educativo de Hostos, uno desde un enfoque hacia la memoria y/o el recuerdo y otro, resaltando sus aportes al desarrollo social del pueblo dominicano.

Hay una cuarta parte de este libro que está dedicada al Tributo de "Los Henríquez Ureña, a Hostos". Es aquí donde entra la participación de Pedro Henríquez Ureña (29-6-1884/11-5-1946), Max Henríquez Ureña (16-11-1886/23-1-1968) y Camila Henríquez Ureña (9-4-1894/12-9-1973).

En este caso, es natural la admiración y el tratamiento personalista que estos autores (Hijos de la poeta Salomé Ureña y alumna de este filósofo cuestionador).

En una quinta estructura del libro, nos encontramos con el "Tributo de dos alumnos aventajados, refiriéndose a Felix Evaristo Mejía (26-9-1866/1-7-1945) y a Arturo Grullón (8-2-1869/14-6-1942).

Esos dos autores, formaron parte de los primeros egresados de la Escuela Normalista, fundada por Hostos en el 1880. La graduación de esos normalistas fue el 28 de septiembre de 1884, la ciudad de Santo Domingo.

Eso es una justificación pertinente, para entender los juicios expresados por esos dos alumnos del sabio maestro de la reflexión y el conocimiento del sujeto. Ellos vivieron los ideales formativos del maestro.

Hay una sexta parte, con un apéndice I que recoge una cronología de Eugenio María de Hostos (1839-1903), asumida por miembros del entonces Instituto de Estudios Hostosianos de Puerto Rico. Mi observación con ese trabajo es el de pretender convertir a Hostos en un "divino", olvidando que fue un ser humano, tan mortal como el más simple. La emoción no puede apagar el conocimiento. A Hostos hay que asumirlo desde su más abierta y clara dimensión humana.

En una séptima parte, está el Apendidice II. En ese espacio, hay una amplia "Iconografía familiar de Hostos". Esa iconografía recoge imágenes o fotos que presentan desde los abuelos de Hostos, hasta el séptimo hijo de Hostos.

Esa parte gráfica es importante, por el alto valor que Hostos le otorgó a su familia, sobretodo, a sus hijos, quienes le sirvieron de actores y actrices, para escenificar la mayoría de sus obras infantiles, siendo el espacio de su hogar, el escenario de su dramaturgia y de sus creaciones poéticas para niños.

Hay aquí una octava parte, en este libro, integrada por una "Bibliohemerografía Hostosiana de autores dominicanos (1876-2014), elaborada por Collado. Esa parte es un valioso aporte para los que estamos metidos en este escabroso mundo de investigación y tratando de generar la construcción de nuevos conocimientos.

En un noveno espacio, podemos leer datos que Collado nos presenta, sobre los autores que han escrito o que son citados en ese libro, por lo que, es normal que nos encontremos con sus datos, como autor y bibliógrafo que ha dedicado gran parte su vida a esas labores.

Como parte final del libro, debo decirles que hay un décimo apartado, integrado por un "Índice onomástico". Todos los personajes mencionados en ese libro están registrados aquí, señalando aquí, el número de página donde aparce.

Aquí el lector tiene una importante guía que le permite localizar el nombre del autor que en algún momento leyó, pero que, tal vez, no recuerda en qué página fue. Esa parte es muy pragmática para los lectores.

En sentido general, se trata de una obra de valoración de los aportes de Hostos. Acigemos sus aportes. Pero creo que hoy en día, debemos cambiar de dirección y asumir un enfoque distinto, donde se proyecte el reclamo de puesta en vigencia de los ideales de Hostos de manera práctica, desde las políticas estatales que se ejecutan desde el Ministerio de Educación y desde nuestras universidades.

Reconocemos a patriotas como Hostos, y de qué nos sirve ese reconocimiento, cuando la práctica de los poderes fácticos de la sociedad dominicana, incluyendo el Estado y las iglesias, con su conducta, lo niegan.

Reitero, en la familia,en la educación y en nuestras academias, debemos darle vida al maestro Eugenio María de Hostos, sin la hipocresía de los politiqueros de nuestro país, sino, poniendo en acción al Hostos viviente, al humanista de la transformación que las iglesias y los gobernantes de este país, todavía, no soportan.