Julia de Burgos, reconocida poeta puertorriqueña, incorporó en su poesía elementos naturales como el agua y las mariposas, símbolos de libertad, transformación y fluidez. Su estilo lírico se distingue por una intensidad emocional que entrelaza imágenes de la naturaleza con la expresión del amor, el deseo y la búsqueda de identidad.

Un ejemplo de esta sensibilidad poética se encuentra en uno de sus versos:

“Si mi amor es de agua, ¿por qué a rumbos inmóviles lo pretenden atar?

Si mi amor rompe suelos, disuelve la distancia como la claridad,

ataja mariposas al vuelo…”

Este fragmento revela su visión del amor como una fuerza libre e incontenible, capaz de trascender fronteras y desafiar cualquier atadura.

Su poesía sigue siendo fuente de inspiración para escritores y lectores, entre ellos el poeta dominicano Luesmil Castor, quien le rinde homenaje con su obra Cántico de agua, amor y mariposas. A Julia de Burgos. In memoriam.

En estos versos, el agua no solo representa la fluidez del amor, sino también su capacidad de desbordarse y resistirse a toda contención. Las mariposas, por su parte, evocan la fugacidad y el éxtasis del deseo, la vibración efímera de lo que no puede ser retenido.

Castor reinterpreta los símbolos de la poeta boricua desde una perspectiva más carnal y existencial. En su poema, el amor no solo es agua que fluye, sino también un río que, cuando se estanca, sufre la angustia de la sequía. La pasión, en su éxtasis más alto, se convierte en un acto de entrega absoluta, una fuerza arrolladora que el poeta expresa sin eufemismos:

“Eyacular más ganas en la sed de tu nombre,

cuando la sequía del amor

me calcina el pecho…”

Aquí, la eyaculación se transforma en una metáfora del deseo incontrolable, del impulso creador que busca derramarse y calmar la sed de una ausencia. La sequía del amor es la condena de quien ama sin ser correspondido, de quien ansía un cuerpo, un alma, que parece inalcanzable.

La inmersión en el otro: del agua al deseo

Julia de Burgos con frecuencia utiliza el agua como símbolo del amor en movimiento, del deseo que fluye y rompe ataduras. En su poema, donde escribe:

“Si mi amor es de agua, ¿por qué a rumbos inmóviles lo pretenden atar?

Si mi amor rompe suelos, disuelve la distancia como la claridad,

ataja mariposas al vuelo…”

El agua aquí es una fuerza incontenible, un amor que no puede ser apresado. En la poesía de Luesmil Castor, este elemento también aparece en su expresión más intensa: el aguacero que marca el final del mundo, el llanto profundo que emerge de la hondura del ser amado. En su verso:

“Para cuando caiga el último aguacero del mundo,

el que saldrá de la hondura de tus ojos,

quedarme allí, nadando, dentro de ella,

en tu alma…”

Aquí, el agua deja de ser solo amor desbordado para convertirse en un espacio de refugio y permanencia. Así como Julia de Burgos ataja mariposas al vuelo, Luesmil Castor busca sumergirse en el alma del otro, quedarse allí y fundirse con ella.

El amor, la muerte y la eternidad

Tanto Julia de Burgos como Luesmil Castor conciben el amor como una experiencia que trasciende la vida y la muerte. Julia, en muchos de sus versos, presenta un amor que no teme la destrucción, sino que se engrandece con ella. En Poema para un amado, por ejemplo, escribe:

“Y cuando me llegue la hora de caer muerta

sobre la misma tierra que me vio nacer,

déjame ser el rayo de la luz más pura

que a ti te bañe la frente.”

Su visión del amor implica una permanencia más allá de la existencia física. En el poema de Luesmil Castor, encontramos una reflexión similar:

“Un día me levantaré muerto

pero sé dónde quiero vivir…

Ahí justamente,

feliz lado atrás de tu alma sucia de mí.”

El hablante poético no teme su desaparición, porque ya ha elegido su lugar eterno: dentro del ser amado. Es una concepción del amor que va más allá del deseo momentáneo y se instala en una dimensión donde cuerpo y espíritu quedan fusionados para siempre.

El erotismo y la mística del deseo

Julia de Burgos no rehúye el deseo, sino que lo sublima con imágenes poderosas y sensuales. En su poesía, el cuerpo se vuelve un campo de exploración poética, donde la naturaleza y el erotismo se entrelazan. En Río Grande de Loíza, por ejemplo, expresa:

“Tú eres el mismo

Río Grande de Loíza…

Río grande. Llevándome

en tu corriente, río abajo.”

Este fluir del agua en su cuerpo es una metáfora de la entrega amorosa, de un deseo que se confunde con la naturaleza misma. Luesmil Castor recoge esa tradición al escribir:

“Entonces, que se haga eterno el amor

si me ahogo dentro de ti,

intentando respirar el olor de los pétalos de tu sexo.”

Aquí, el erotismo alcanza una dimensión sagrada: el amor se vuelve eterno a través del placer, y el deseo se convierte en una forma de inmortalidad.

Conclusión: dos voces, un mismo anhelo

Luesmil Castor.

Julia de Burgos y Luesmil Castor comparten una visión del amor como un espacio de trascendencia, donde el deseo no es solo pasión carnal, sino una búsqueda de fusión absoluta con el otro. Ambos poetas juegan con el agua como símbolo del amor incontenible, con la muerte como una puerta hacia la eternidad del sentimiento, y con el erotismo como un medio para alcanzar la unión más profunda.

Luesmil Castor recoge y transforma la intensidad lírica de Julia de Burgos, llevando su legado hacia una exploración aún más directa de la sensualidad y la entrega total. En ambos, el amor es un abismo en el que se desea caer, un último aguacero donde se busca respirar, aunque sea en la asfixia del placer.

“Naciste desnuda… 

Igual que las palabras.”

Con esta frase, Luesmil Castor inicia un viaje poético donde la desnudez de las palabras se convierte en un símbolo de pureza y vulnerabilidad.

“Las palabras pesan lo mismo que el miedo que circula en el aire herido en tu nombre.”

En esta línea, Castor combina lo erótico con lo emocional. La idea de que las palabras "pesan" como el miedo sugiere una tensión entre el deseo y la angustia, creando una atmósfera cargada de sensualidad y conflicto.

“Una heredad de manos tocadas en la persignación de la boca mordisqueada en el intento del beso.”

Aquí, el autor hace una clara referencia al acto de besar, utilizando un lenguaje que evoca tacto y deseo. La imagen de la boca "mordisqueada" sugiere un erotismo intenso y casi voraz, mientras que "la persignación" añade un toque de ritual o sacralidad al acto.

Más adelante, Luesmil describe:

“Parteaguas el hondo suspiro desgarrado del orgasmo y el aire eyaculado.”

Esta es una de las frases más explícitamente eróticas del texto. La referencia al orgasmo y al "aire eyaculado" es visceral y potente, capturando la intensidad física y emocional del momento.

“Tú no aplastas con tu olor de sexo el aire que envenena el miedo.”

Esta frase mezcla lo erótico con lo emocional, utilizando el "olor de sexo" como una fuerza que contrasta con el miedo. Es una imagen poderosa que sugiere que el deseo puede ser una forma de resistencia o liberación.

“Yo escribo en la espalda de la espada el sarcasmo de la vida en que viviste.”

Aunque no es explícitamente erótica, esta frase tiene un tono sensual y provocativo. La idea de escribir "en la espalda de la espada" sugiere una conexión íntima y peligrosa, casi como un acto de dominación o entrega.

El erotismo en la obra de Luesmil Castor es intenso y visceral, con un enfoque en lo físico (besos, olores, tacto) y lo emocional (miedo, desgarro, liberación). A través del uso de metáforas y lenguaje sensorial (tacto, olfato), el autor enriquece las imágenes eróticas, haciéndolas más impactantes.

El tono es oscuro y cargado de conflicto, lo que añade profundidad al erotismo. No se trata de un erotismo ligero o romántico, sino de uno que está entrelazado con el dolor y la angustia. Las imágenes eróticas son originales y evocadoras, evitando clichés y explorando nuevas formas de expresar el deseo.

En el poema Julia buscándote entre tus versos Luesmil Castor convierte el erotismo en una fuerza poderosa que se entrelaza con temas de dolor, miedo y liberación. A través de un lenguaje sofisticado, crea imágenes sensuales y emocionalmente cargadas que capturan la intensidad del deseo y lo conectan con una experiencia humana más profunda y compleja.

Luesmil Castor, en su obra Canto, amor y mariposas, logra fusionar el erotismo con una exploración profunda de las emociones humanas. Su uso del lenguaje sensorial y las metáforas originales transforma el deseo en una experiencia que trasciende lo físico, conectándolo con el dolor, el miedo y la búsqueda de liberación.

¿Por qué este texto es un poema río metapoético?

Luesmil Castor.

El texto no sigue una estructura fija ni se divide en estrofas claras. En cambio, fluye de una idea a otra, conectando imágenes eróticas, emocionales y reflexivas. Este flujo continuo es característico de un poema río.

El texto comienza con una metáfora metapoética: *“Naciste desnuda… / Igual que las palabras.”* Aquí, las palabras son personificadas y se convierten en un símbolo de pureza y vulnerabilidad, lo que sugiere una reflexión sobre la naturaleza del lenguaje y la creación poética.

A lo largo del texto, el autor utiliza imágenes sensoriales (tacto, olfato) y eróticas para explorar no solo el deseo físico, sino también el acto de escribir y la relación entre el poeta y su obra. Esto añade una capa metapoética, ya que el erotismo se convierte en una metáfora del proceso creativo.

Temas entrelazados:

El texto combina temas como el dolor, el miedo, la liberación y el deseo, creando una red de significados que fluyen como un río. Esta interconexión temática es típica de un poema río.

El uso de metáforas complejas y lenguaje sensorial no solo sirve para describir emociones y experiencias, sino también para reflexionar sobre el poder de las palabras y su capacidad para capturar la realidad. Esto es una marca de la metapoesía.

El texto es un poemario metapoético, porque combina una estructura fluida y continua con una reflexión profunda sobre el lenguaje, la creación poética y la experiencia humana.

A través de imágenes eróticas, sensoriales y emocionales, el autor no solo explora temas como el deseo y el dolor, sino que también reflexiona sobre el poder de las palabras y su capacidad para capturar y transformar la realidad.

Este enfoque lo convierte en una obra rica y compleja, que invita al lector a sumergirse en su flujo y a reflexionar sobre la naturaleza del arte y la vida.

Ejemplos de metapoesía en el texto:

– “Las palabras pesan lo mismo que el miedo que circula en el aire herido en tu nombre.”

Aquí, las palabras son personificadas y se les atribuye un peso emocional, lo que sugiere una reflexión sobre el poder del lenguaje.

“Yo escribo en la espalda de la espada el sarcasmo de la vida en que viviste.”

Esta línea no solo es una imagen poderosa, sino que también reflexiona sobre el acto de escribir y su relación con la vida y la experiencia humana.