Todos los mares un verso es el primer poemario del poeta Joel Julio García. Debo decir de inmediato que, si bien es cierto que esta obra inaugura a Joel como autor publicado, también lo es que no lo hace como escritor y mucho menos como poeta. Lo conocí en el 2017 y ya entonces tenía avanzada su conciencia sobre el oficio y la poesía. Los poemas y reflexiones que creaba, los que ya tenía en ese momento, no me permitieron dudar de que estaba frente a un verdadero poeta, frente a un alquimista de la literatura.

Probablemente esta impresión es compartida con el poeta cubano Alberto Garrido, a quien su interacción con Joel y su poesía le permitieron concluir, en la contraportada de Todos los mares un verso, que “leerlo es asomarse a la primera casa del poeta (la memoria), a otro paisaje onírico y, sobre todo, a una voz auténtica que marca con su gubia un territorio diferente en la literatura dominicana”.

Garrido ha dicho en la literatura dominicana, yo quiero circunscribirlo, por ahora, a la poética dominicana.

La dominicana es una poética en donde prima, esencialmente, una poesía del pensamiento, abstracta, social, que da la impresión de que hacer poesía llana o sencilla, cercana al amor y al hombre común, es una especie de inmadurez y atreverse a hacerlo en estos días es, como diría el escritor Fernando Berroa (2022), un acto de irreverencia.

Parafraseando al escritor Jorge Arzate Salgado (2022), sabemos que muchas veces los poetas recurren a las fórmulas exitosas para mantener cierta presencia en el mundo literario; en el caso de Joel Julio García cada uno de sus poemas es una apuesta distinta, tanto en forma como en fondo. Esto no significa que en cada poema de Todos los mares un verso Joel explore una forma y un fondo distinto, sino que, al tratarse de la construcción consciente de un terreno poético distinto, cada poema es una pieza independiente de una misma forma y un mismo fondo que van armando este nuevo terreno poético.

Joel Julio García propone una poesía de la memoria que le habla a la cotidianidad en un lenguaje surrealista simple. He ahí la base, la premisa, de este terreno poético distinto en la poesía dominicana actual. Para muestra, unos versos:

Mañana de verano (fragmento)

Esta mañana de verano
vuelvo a los patios con alas de azúcar,
suenan los zapatos de la mar,
encuentro la tristeza
que va remando por los ojos de mi tío Manuel.
En esta mañana de verano soy chichigua
y ando descalzo por el muelle.

 

El sol era de tiza y salía por tus dedos (fragmento)

Están aquí los amigos,
van a explicar un relato
que nos perseguía en la universidad,
van a recordar el aula donde el sol era de tiza
y salía por tus dedos.
[…]
Recuperar cada niño
que corría por nuestra conversación,
los viernes, el flan con frutas,
el trompetista,
una calle hacia el mañana y la plaza Hollywood.

En estos versos la memoria queda revelada en ese volver a los patios, en los ojos del tío Manuel, en la chichigua, en los amigos hablando de ese relato en la universidad, en la recuperación de cada niño y en la desaparecida (en La Romana, al menos) Plaza Hollywood. De su lado, el surrealismo se manifiesta en las alas de azúcar, en los zapatos de la mar, en la tristeza remando por los mencionados ojos del tío Manuel, en ese ser chichigua, en el sol de tiza saliendo por los dedos de la muchacha y en esa calle que conduce al mañana. La cotidianidad está presente en los hechos que recrean los versos, hechos que pueden ser o que pudieron haber sido de cualquier persona, desde el más sencillo y anónimo ser humano hasta el más culto y elevado personaje; son escenas de cada uno de nosotros o de alguien allegado a nosotros. Está, además, en el vocabulario escogido, uno simple, uno que, dentro de su formalidad, es utilizado en el argot popular y en el habla del día a día: nadie necesitará de diccionarios para saber qué significa alguna de estas palabras.

Para que no quede dudas, veamos otros versos:

El árbol (fragmento)

Él sonreía dentro de nosotros,
guardaba los nombres
de las tías del barrio
que tripulaban mil historias.

 

Aluna (fragmento)

Estoy triste
porque mis pasos
suenan a penumbra,
porque se ahogaron las mariposas
que siempre nadaban en tus cuentos.

De este modo Joel se presenta, no como un Octavio Paz, un César Vallejo o un Rubén Darío (poetas normalmente para poetas o intelectuales), sino como una especie de Juan Gelman, Ángel González o Jaime Sabines (poetas primero para la gente común y luego para poetas), y así como este último tiene sus antecesores mexicanos en Guillermo Prieto, Juan de Dios Peza, Renato Leduc y Manuel Maples Arce (González, 2015), Joel encuentra los dominicanos en René del Risco Bermúdez y Enriquillo Sánchez. Estos poetas criollos también, como Joel, dialogan en sus versos con la memoria y la cotidianidad, la diferencia radica en que no suelen utilizar esas altas dosis de surrealismo simple sobre el cual Joel construye sus poemas, siendo este el elemento, el añadido, que le permite levantar su discurso poético como esa gubia con la que va dándole forma a un terreno auténtico y diferente.

Es así, entonces, cómo Joel ha decidido desde dónde cantar, ha iniciado esa búsqueda que cada poeta realiza a su manera, tal y como refiere el poeta español Joan Margarit (2004).

Es necesario decir que este nuevo territorio que Joel crea en la poética dominicana actual no pretende atraer otros residentes —aunque no se niega a recibirlos si así lo quisieran—, sino que es, primero y sobre todo, un territorio propio que se irá ampliando en la medida en que Joel escriba/publique. Estamos, entonces, ante un poeta (como dijo la escritora Guadalupe Flores Liera sobre Jaime Sabines, 2005) que escribe como un acto de afirmación en el mundo, que quiere convencernos de que es un hombre común y corriente, sólo que con un poco menos de piel, y que reafirma a la poesía como un acontecimiento humano que se encuentra en todos los escenarios: la calle, la escuela, el parque, el burdel, el hospital, el cine, la habitación, donde la vida ocurre igual que la poesía, impúdica, sorpresivamente, a todas horas.

Para hacerlo Joel supo que era naturalmente necesario no llamar la atención mediante los recursos del intelecto, sino ser claro, alejarse del estereotipo y, en la construcción de su territorio, no buscar manifestar prioritariamente un credo, sino ahondar en la intuición de que todo es poesía en el mundo. Así, al igual que Sabines en su momento en México (Flores, 2005), Joel ha conseguido devolver a la poesía dominicana actual al lugar en donde se produce, que es la vida de todos los días, y la ha hecho hablar en el idioma de la cotidianidad, solo que en él viene vestida del más sencillo y claro surrealismo.

Todos los mares un verso es un poemario que, pese a ser construido bajo la mirada de la poesía de la memoria que le habla a la cotidianidad en un lenguaje surrealista y simple, en su actitud hace recordar el simbolismo cuando propugnaba, en palabras del poeta Joel Rivera (2020), la autonomía de la palabra poética, defendiendo la idea de que debía emanciparse de la lógica y la gramática para alcanzar la plena autonomía a través de sus valores intrínsecos musicales y vocales.

Dicha autonomía le permitió a Joel Julio García la creación de este territorio poético diferente y propio que muestra una cuidadosa búsqueda estilística y un carácter decididamente meditado e impredecible. De ahí que lograra (como dijera el escritor mexicano David Anuar González también al referirse a Sabines, 2015) esta poesía coloquial, conversacional, exteriorista, antipoesía, en fin, esa que bajó a la poesía del pedestal del Olimpo al pesebre de la tierra dominicana.

Fuentes citadas

Arzate Salgado, J. (2022). Morir en vano o el imaginario del silencio. En H. Monsalve, Morir en vano (págs. 11-15). Guadalajara: Typotaller Ediciones.

Barja Cuyutupa, E. (2020). De la razón poética en De los peces la sed de Silvia Goldman. EXÉGESIS, 165-170.

Berroa, F. (16 de octubre de 2022). La poesía de Orlando Muñoz. acento.

Flores Liera, G. (2005). Prólogo. En J. Sabines, Antología Poética (págs. 6-9). Santiago: Fondo de Cultura Económica.

García, J. J. (2022). Todos los mares un verso. Santo Domingo: Editorial Poetas de la Era.

Garrido, A. (2022). Contraportada. En J. J. García, Todos los mares un verso. Santo Domingo: Editorial Poetas de la Era.

González Vázquez, D. A. (2015). Una aproximación al tiempo en la poesía de Jaime Sabines. Temas Antropológicos. Revista Científica de Investigaciones Regionales, 159-166.

Margarit, J. (2004). El primer frío. Madrid: Visor.

Rivera, J. (2020). Poema y poesía en El oráculo ardiendo de Juan Hernández Inirio. CUADRIVIUM, 113-116.