Esta vez, nuestro enfoque transcrítico es sobre el libro titulado "Todas las naves al silencio" (Poemas-2024), del doctorando, poeta, Joel Julio García. La diagramación fue realizada por Amado Santana, con diseño de portada, a cargo de Aidelyn García. Edición a cargo de Editorial Santuario. No presenta datos de impresora (?). Contiene 86 págs.

Si partimos del concepto de que "el poema es un espejo verbal", planteado por Joel Julio García, en una entrevista que le hiciera Sandra Fernández Martínez, escritora que reside en Santiago Rodríguez y difundido en la sección "Ecos de Personajes Poéticos", por Juan Pablo Bourdierd Núñez, el espacio 9/03/2024, en el periódico digital periódico digital SabanetaSR.

Esa concepción surrealista de la literatura y del poema, nos aproxima a la poética, no sólo de Joel Julio García, sino de todos aquellos poetas del 90, en los que este sujeto-autor está ubicado en su quehacer estético-literario.

"Con el inicio de la década del 90 se forma una nueva conciencia poética que no desdeña la posibilidad de revisar los valores impuestos por el grupo anterior y que redefinía los presupuestos teóricos de los postumistas, sorprendidos, contextualistas y pluralistas, como los poetas de la Generación de Escritores del 80″.

En el 90 reaparece La Metapoesía, aupada por su coordinador inmediato , Jorge Piña, quien expuso su criterio programático en un Manifiesto publicado en la prensa de entonces (Ver Biblioteca, trabajo de José Rafael Lantigua), reeditando los postulados de los postumistas y cuarentiochistas, para enmarcar su propuesta creativa.

La fundamentación teórica de la Metapoesía proviene del psicoanálisis freudiano y de Lacan, observándose en sus creaciones una manifiesta preocupación por lo onírico y el subconsciente del sujeto.

"Sin dar de lado al mito, la Metapoesía reelabora la esencia del lenguaje -que en los ochentistas se desinstrumentaliza- para metafisicalizarlo en una noción crítica de la dualidad trágica del Eros-Thánatos, creando así una poesía que retrotrae lo clásico a lo nuevo, conjugación tácitamente dualista como la conciencia del individuo. Con su lema “El poema es metalenguaje”, siguen el curso de los impulsos inconscientes, tanto Jorge Piña como Karina Rieke,Joel Almonó, Ike Méndez, entre otros".

(Ver Ensayo sobre "Literatura y resistencia", expuesto por el Dr. Julio Cuevas, en la pasada Feria Internacional del libro-2024).

Desde el título, no siempre hay aquí un perfil temático concluyente; pero esta vez, el silencio, es una base filosófica que está rodeando el contexto expresivo del poeta. Silencio como expresión de tranquilidad; además, silencio, como proyección de sentidos del saber. Silencio como expresión de pluralidad de sentidos del ser en contemplación de espacios.

Hay una multiplicidad temática que va más allá del salitre del mar y sus misterios acuáticos. El mar, las cañas y la soledad, son marcos expresivos de angustias que se deslizan en cada detalle de su voz poética.

Más que la vallejiana angustia permanente, lo que se hilvana en este discurso poético es la indecible percepción de aquella ilógica manifestación de las expresiones poéticas oníricas y visionarias que representan su lógica poética interna, imperceptible, como quien le huye a su propia realidad, para instaurarse en las connotación bretonianas del surrealismo del pensar y del decir poético. Veamos:

"Sobre la cama se firma un diluvio
sin amparo.
Cierro los ojos y me hundo.
Hay peces nocturnos hiriéndome las palabras.

De mí se burla este frío que me despeje.
El sueño frente a mí se ha suicidado.
Quiero un canto del abuelo
para que la noche no me beba la esperanza.

Quiero hallar la bondad entre mis ojos.
No ser poeta preñado de insomnios.
A mi alma ya se le aprietan los vuelos.
Bórrame
Dios mío,
este sol de los naufragio".
(Ver poema "Insomnio", pág. 19, obra citada).

El autor de este trabajo, junto al poeta, Joel Julio García.

El soporte metafórico de la ilogicidad, como base estética del decir poético, es el recurso más frecuente en esta poética de infinitud de la palabra. Es como el responder a los cánones de la Metapoesía.

Extraño me ha sido encontrar en este sujeto-autor, una recurrencia al recuerdo familiar, como referente comunicativo en el desglose semántico y formal de su poética.

En la construcción metafórica de estos poemas, la ilogicidad de la organización de los conceptos, es lo que representa su lógica estética del decir poético, en el discurso poético de este sujeto-autor. Es una metaforización del imaginario del poeta, lo que se expande en esta obra.

Hay una estética de la metáfora, planteada como canon del decir poético, a partir del sueño y el imaginario del sujeto-autor. No es una expresión estética arrancada de la improvisación. Todo lo contrario, aquí hay conciencia de un decir poético, afianzado en una pragmática escritural y en saber sobre los sentidos del hecho estético.

El silencio, el Ser, el olvido y el vacío, encadenar los planos temáticos de este sujeto-autor, para quien el alma y la psiquis son razones de básicas de miradas poéticas, para penetrar en los rincones de los absurdos del hombre.

El imaginario es parte central del soporte creativo de este autor, lo que le sirve, en su rejuego conceptual, desde la lengua, para la construcción de su poética eufónica, transgresora de la linealidad objetiva, para situarse en los planos del imaginario y lo surreal.

Aunque este sujeto-autor no la haya expuesto de manera taxativa, en su pragmática poética hay un abierto acercamiento a la los principios metapoéticos, en procura de trabajar la lengua y sus universos fónicos y conceptuales. Haciendo de la metáfora, su apuesta lúdica hacia el poema.