Los cambios vertiginosos que experimentamos, capaces de tambalearnos y provocarnos lo que Alvin y Heidi Toffler llamaron con perspicacia, hace más de 50 años, el shock del futuro, ya están creándonos situaciones muy incómodas que se harán insoportables en un futuro próximo.

Esto así porque tendremos una masa laboral que habrá perdido sus competencias para ser empleable y tendrá que recapacitarse, algo que generará más de una reacción ludista extrema, de rechazo a las nuevas tecnologías que dejarán sin trabajo a los “padres de familia”.

Pero, como escribió el poeta Carl Sandburg de manera bellísima: “No se puede impedir que el viento sople”.

Yo mismo empecé a leer a mediados de los años ´70 del siglo pasado los libros de los Toffler sin entenderlos.

En la década de los años ´70 en República Dominicana las personas teníamos otras urgencias y prioridades. Incluso se nos antojaban bizantinos esos temas. Estábamos ciegos.

Hoy me deslumbra la claridad que tenían los Toffler sobre lo que se avecinaba. Por acá todavía seguimos en shock, pero el futuro no nos espera.

Lo que antes tomaba milenios y luego siglos, hoy sucede en décadas

Eso es lo primero que tenemos que entender.

Los cambios en la tecnología, la economía y la sociedad que primero tomaba milenios que ocurrieran y luego siglos, hoy acontecen en décadas y la tendencia es que esos interregnos entre una revolución productiva, científica y tecnológica y su correspondiente cambio político y social, y otra se acorten.

Esto es importante que lo entendamos.

Las revoluciones productivas, científicas y tecnológicas cambian las relaciones sociales y políticas y producen convulsiones que transforman el mundo.

Así ha sucedido, una tras otra.

Y estas son las auténticas revoluciones y las únicas reales. Lo otro que se pinta de revolución no pasan ni han pasado nunca más de ser rebatiñas por el control del poder.

Veamos las distintas revoluciones, las reales, las productivas-tecnológico-sociales y cómo se han ido acortando los interregnos entre unas y otras, y los impactos a nivel político y social que produjeron y que cambiaron el mundo.

La primera revolución significativa en la humanidad: la revolución agrícola

La primera revolución, que nos arrancó del salvajismo y dio origen a la civilización (recordemos que esa palabra proviene de ciudad o civitas, y no hubo ciudad posible hasta que se produjo esa primera revolución, gracias a la observación, ingenio y prueba y error de las mujeres), fue la revolución agrícola.

Llamada también revolución neolítica, fue el paso de una cultura de caza y recolección por parte de pequeñas tribus nómadas a asentamientos permanentes, gracias a la capacidad de cultivar la tierra y domesticar y apacentar rebaños (ambos avances debidos a las mujeres, por cierto), lo que permitió sustentar una población más numerosa.

La revolución agrícola hizo posible la creación del Estado y la división del trabajo, la creación de jerarquías, la formación de una casta de dirigentes y una casta de soldados, la formación de ciudades, ejércitos y murallas para protegerse de las tribus salvajes que hacían de la depredación y el despojo de cultivos y ganado su medio de vida.

Se estima que esta revolución inicia en la zona de la Mesopotamia, entre el Tigris y el Éufrates (la actual Irak), hace unos 9,000 años. Allí se registran los primeros asentamientos conocidos. La primera ciudad de la que tengamos noticias es la ciudad sumeria de Uruk en el 3,200 a.C., que coincide con la invención de la escritura, un poderoso salto cultural que cambió la humanidad. Allí inician por igual los primeros Estados de los que tengamos noticia.

Así comenzó la civilización.

La revolución agrícola cubre toda la historia conocida hasta el siglo XVIII. Es lo que en historia se conoce tanto como la Historia Antigua como la Edad Media o época feudal.

Durante la revolución agrícola (pese a innegables avances tecnológicos alcanzados por chinos, egipcios y por los romanos, que llegaron a experimentar con el poder del vapor), la energía era mayormente muscular y animal.

La propiedad sobre la tierra y su cuantía era lo que predominaba y separaba a unos de otros.

La primera revolución industrial

Eso se trastornó cuando se descubrió la energía del vapor y aparecieron las primeras manufacturas masivas, trenes, barcos de vapor y máquinas de vapor en Inglaterra lo que disparó la productividad.

Se estima que en el año 1760 dio inicio la primera revolución industrial.

Y su expansión produjo el cambio de poder, de la aristocracia terrateniente feudal a los talleres e industrias de los burgos o ciudades.

19 años después del inicio de la primera revolución industrial se produce, no en Inglaterra, sino en Francia, la resultante de ese cambio de poder: en 1789 la tensión entre una aristocracia parasitaria y venida a menos y una pujante burguesía industrial y comercial aglutinada en las ciudades, estalla en un conflicto que degenera en la Revolución Francesa, la rebelión de los ciudadanos o burgueses contra los terratenientes y la aristocracia.

Esta es una constante que veremos repetirse.

Primero ocurre la revolución productiva, tecnológica, científica. Y luego ella genera una conmoción social que cambia el mundo, unos años después, pues las nuevas fuerzas quieren su espacio y las viejas se resisten a cederlo, produciéndose un conflicto y un trastorno social de envergadura.

La segunda revolución industrial

Si tomamos el año 7,000 A.C. como el año de inicio aproximado de la Revolución Agrícola y observamos que esta duró como principal actividad productiva de la humanidad hasta el 1760, podríamos decir que el período de predominio de la Revolución Agrícola abarcó 7,240 años. Más de 7 milenios.

Ahora bien, la segunda revolución industrial inicia con el descubrimiento y empleo de una segunda fuente de energía: el petróleo, el gas y la electricidad, y abarca de 1870 a 1914 (inicio de la primera guerra mundial).

¿Qué es importante que resaltemos aquí?

Bastaron 110 años para que la humanidad, que había pasado 7,240 años bajo el paradigma de la revolución agrícola, para hacer un cambio de modelo productivo y pasar de la primera revolución industrial a la segunda.

Nuevos inventos, prodigiosos, emergieron. La comunicación interna e internacional, con los nuevos medios de locomoción y de viajes, abrieron nuevos mercados y la civilización de expandió por el mundo.

La humanidad descubrió y puso en uso inventos tan prodigiosos como la electricidad, el teléfono, el avión, los vehículos, los motores de combustión, la radio, el cine, etc.

¿Qué cambio social y político originó la segunda revolución industrial? ¡La primera guerra mundial! Y en ella hubo imperios que desaparecieron, como el austrohúngaro, y otros que emergieron, como el norteamericano.

La tercera revolución industrial

Entonces se produjo en la década del 50 del siglo pasado un fenómeno registrado por la mente perspicaz y acuciosa de Peter Drucker: las personas que manejaban información, los oficinistas, comenzaron a exceder en número a los operarios y al personal de primera línea que trabajaba con máquinas, herramientas y materias primas.

Inició la sociedad de la información, que explosionó en la década del 70 con la aparición de las primeras computadoras comerciales y, sobre todo, las computadoras personales y luego la internet y las redes sociales.

Junto a ellas empiezan la globalización, la digitalización y la telefonía celular y podemos decir que entre 1975 y 1995 se produce la tercera revolución industrial: la revolución de la información y el conocimiento.

Tomó 61 años, de 1914 a 1975 que surgiera una nueva revolución industrial, frente a los 110 años que tomó pasar de la primera a la segunda revolución industrial.

¿Se aprecia cómo se van acortando los interregnos entre una revolución y otra?

¿Cuál fue el cambio político y social resultante de la tercera revolución industrial? ¡El desplome de la Unión Soviética y el llamado campo socialista!

La tercera revolución industrial fue lidereada por Estados Unidos, Japón y la Unión Europa.

Eso dejó fuertemente rezagado al llamado segundo mundo, que implosionó y se vino abajo, ante el asombro de Occidente que nunca previó que ese fenómeno sucediera en la magnitud y con la rapidez como se produjo.

La cuarta revolución industrial

Hace pocos años, a partir del 2015, inició un poderoso movimiento de cambio donde una serie de fuerzas empezaron a confluir para cambiar la manera en que producimos y se van generando productos sorprendentes.

Hay vertiginosos cambios y competencia abierta entre los Estados en áreas como la robótica, la inteligencia artificial, la cadena de bloques, la nanotecnología, la computación cuántica, la biotecnología, el internet de las cosas, la impresión 3D, los vehículos autónomos, nuevas fuentes de energía, el teletrabajo, etc., que van configurando un mundo nuevo que nos sorprende cada día.

Estamos en pleno inicio de la Cuarta Revolución Industrial.

¿Cuánto tomó de 1995 al 2015? ¡20 años! ¿Entienden?

El cuatro siguiente será más que clarificador:

De los primeros grupos humanos a la revolución agrícola   Millones de años

De la revolución agrícola a la primera revolución industrial 7,240 años

De la primera revolución industrial a la segunda revolución industrial 110 años

De la segunda revolución industrial a la tercera revolución industrial 61 años

De la tercera revolución industrial a la cuarta revolución industrial 20 años

¿Se dan cuenta?

Se ha estrechado de forma extraordinaria el interregno entre una revolución y otra.

¿Por qué entender este tema importa?

Cada cambio de un modelo productivo a otro, cada revolución productiva-tecnológica, genera fuertes cambios sociales. Profesiones y oficios enteros desaparecen y son reemplazados. Industrias enteras se vuelven obsoletas y se derrumban, y otras nuevas emergen.

Antes eso sucedía en milenios.

Los cambios eran tan nimios y tímidos que se podía vivir de una profesión y oficio toda la vida y heredarla (transmitirla) a hijos, nietos y biznietos sin riesgo.

Hoy vemos cómo industrias enteras han aparecido y desaparecido en décadas, como la industria del diskette, del cassette, del beeper, del VHS y los equipos y negocios asociados a ellos.

Una persona se hacía técnico en reparar VHS y se acostaba con una profesión y al otro día se despertaba siendo nada, porque esa tecnología había desaparecido.

El único activo que nos puede salvar es nuestro cerebro entrenado para aprender, adaptarse, aplicar y aprovechar los nuevos conocimientos, tecnologías y equipos.

Si descuidamos el entrenar en estrategias de aprendizaje a nuestros recursos nos exponemos a estallidos sociales peligrosísimos y a masacres inminentes.

¿Qué convulsión, semejante a la revolución francesa, la primera guerra mundial o el derrumbe del llamado campo socialista nos tiene reservada la cuarta revolución industrial? Conviene tener los ojos abiertos y la mente alerta.

El que tenga cerebro para entender, que entienda.

Aquiles Julián. Presidente del Centro PEN RD Internacional