Minerva del Risco en su cuenta de Instagram publicó la siguiente cita de Sergio Ramírez “La literatura no ofrece respuesta, abre preguntas, cuestiona. Exhibe, revela, deja constancia, cuando es un oficio verdadero. La literatura nos permite, al escribir y al leer, ser otro y ser otros, descubrir realidades, usar el poder de la imaginación, dar majestad a la historia a través de las historias ser interprete de la historia que será recordada como la cuentan los novelistas. Porque la literatura fija la memoria. La literatura escribe la historia y hace que la memoria perdure a través de la imaginación” Esta cita comprime, justamente, lo que subyace en la novela Sombra nada más de Sergio Ramírez. Dados los hechos históricos que narra, la creatividad con que está contada y las preguntas que suscita sobre el pasado, el presente y el futuro de Nicaragua, su tierra natal. Así como, sobre las formas de luchas y sistemas políticos, sus beneficios y perjuicios en cualquier parte del mundo.
La historia cuenta de un juicio popular en contra de Alirio Martinica, colaborador cercano del dictador Anastasio Somoza, en la postrimería del régimen. El mismo es perpetrado por jóvenes combatientes del frente Sandinista. Sergio combina sus voces con la de un narrador que va contando las circunstancias en la que se producen los hechos. De esta combinación dialógica se derrama todo el pus que puede contener el relato de más de diez años de enfrentamientos entre el somozismo y la revolución popular sandinista.
El personaje principal de esta historia decide cambiar su sueño de juventud de una revolución sin sangre por los beneficios materiales obtenidos por ser el secretario del dictador. Lo que implica olvidar sus amigos, sus ideologías, casarse por interés y estar dispuesto a todo por mantenerse en el poder. Pese a su metamorfosis el dictador lo aparta ya casi al final del régimen, esto lo lleva a recluirse en una hacienda y hasta intentar huir cuando es capturado por los combatientes. Es entonces, cunado entran al juego narrativo los demás personajes y todos los hechos, ruines y heroicos que conforman un entramado entre la realidad y la ficción.
Dicho juego narrativo podría dividirse en dos vertientes; los hechos contados por el narrador testigo y los que afloran en el interrogatorio.
Los primeros revelan una sociedad extremadamente desigual, donde los que tienen el poder enrostran a los demás un estilo de vida extravagante, lleno del lujo que se puede ostentar cuando viene de la corrupción y la concentración de las riquezas del pueblo en unos pocos allegados al gobierno. Así como el manejo del estado de forma arbitraria sin tomar en cuenta el bienestar de las mayorías. También dan cuenta de la forma déspota como se maneja cualquier dictadura; represión al pueblo e indiferencia ante sus problemas. En la cúpula del gobierno endiosamiento de la figura presidencial, corrupción al más alto nivel, sumisión de los colaboradores, miedo a perder la vida, traición, desvalorización de la mujer y la familia; degradación de la dignidad humana al más bajo nivel. Al otro lado está la gente común con su pobreza, la desprotección ante la violencia, desigualdad en los servicios de educación y salud. Cada vez más pérdida de vidas de jóvenes que se insertan en las luchas clandestinas motivados por la esperanza de cambiar la realidad y el oprobio abusivo de los dueños del poder.
Más allá de los hechos históricos que la componen, esta novela cuenta con todos los elementos que conforman un hecho literario. Su narrativa es tan ligera y reveladora del contexto recreado, que puede confundir al lector al separar la ficción de la realidad, la vida se refleja de forma tan simple que parce estar en movimiento, viviéndola en el presente. Cuenta con descripciones de los espacios, el tiempo, el ambiente que ofrecen un paseo por la Nicaragua de entonces; confusa, fúnebre y desoladora, donde es normal el olor a cadáver como cualquier otro. Es tan fuerte ese olor, que si el lector no se aguza pueden pasar desapercibidos los bellos paisajes, las costumbres, gastronomía y las buenas acciones humanas.
Un aspecto importante de este relato es la fuerza de los símbolos. Ese Alirio Martinica sea real, ficticio o mezcla de ambos, puede simbolizar el ser humano con todas sus miserias, pero también con virtudes. Ese ser que su espíritu de supervivencia lo lleva a pensar que en determinadas circunstancias su vida es más valiosa que la de los demás. Ese esbirro puede en algún momento honrar la amistad, por ejemplo, porque hasta él mantiene vínculos de afectos, un pasado que lo asecha. Ese pueblo que enjuicia y decide entre la muerte y la absolución puede representar el fanatismo, una sociedad zanjada por el odio, la muerte y el abuso. Ese mirarse en los espejos del personaje principal puede ser un paralelismo entre pasado y presente. La imagen de Alirio desde distintos ángulos puede representar una retrospección del personaje, en tanto, cambió sus ideas revolucionarias por una praxis dictatorial. Como también puede verse a futuro, cuando algunos sandinistas están replicando a Somoza, en el presente, en la figura de Miguel Ortega. Ese pasaje donde Somoza se obra en la piscina puede representar el más alto nivel del despotismo con que alguien en puestos de poder puede tratar a sus colaboradores, desde su perspectiva, reducirles a excremento.
En fin, Sombra nada más, es una novela dura, por los hechos que cuenta, la salva la imaginación y creatividad del autor. Invita a despejar las sombras de un pasado que ha dejado muchas interrogantes. ¿Para quiénes valía menos la vida, para los sandinistas o para los somocistas? ¿Valió la pena morir dada las circunstancias en que se encuentra hoy Nicaragua? ¿Qué pasa en los cerebros de los Alirio Martinica representados hoy por Miguel Ortega? ¿Dónde están hoy los cómplices externos de sandinistas y somocistas de entonces? ¿Por qué la desvinculación entre ideologías y praxis? ¿Por cuáles métodos Nicaragua saldrá de Miguel Ortega?