Sofía, de Martín de Morúa Delgado.

Sofía, de Martín de Morúa Delgado, se publica en 1891. El autor se propone presentar una “serie de cuadros sociales” copiados “del natural de la vida cubana”, como corresponde al costumbrismo propio de las novelas que se publican a partir de la segunda mitad del siglo XIX en el mundo hispánico, y que siguen los principios planteados por Fernán Caballero en su célebre prólogo de La gaviota.

Martín de Morúa era mulato, hijo de padre español y de madre negra. Sitúa la acción en la Cuba esclavista del periodo comprendido entre 1860 y 1880. Sofía, la protagonista, es una joven de gran belleza, que se cría en la casa de sus patrones como si fuese una esclava más. Como sucede en otras novelas, el refinamiento de sus rasgos y el color blanco de la piel despiertan sentimientos contradictorios. Se sospecha que es hija del patrón y que podría, por ello, tener derechos sobre la herencia, por lo que se decide apartarla de la casa principal y condenarla a trabajar en las duras labores de la hacienda. Después de ser burlada, abusada y sometida a toda clase de maltratos, se descubre que Sofía ni era esclava, ni tampoco mulata, sino que los padres eran blancos.

La novela pone en evidencia hasta qué punto el problema racial de la sociedad cubana es una cuestión palpitante y cómo las viejas estructuras sostienen una sociedad desigual, explotadora, frívola e inconsciente, que dilapida la fortuna adquirida gracias a un sistema injusto. Debe tenerse en cuenta que la abolición de la esclavitud en Cuba se produce en 1880, mientras que, en otros países como Colombia, por ejemplo, se había decretado en 1851. El tema racial en Cuba, ya se había abordado en la canónica Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde cuya primera versión de publica en 1839 y la definitiva en 1882, de la que me ocuparé en otro momento.

En Sofía se denuncia la doble moral de la sociedad esclavista que, teóricamente, pretende blanquearse racialmente y en sus rituales y hábitos sociales, siguiendo la teoría política de José A. Saco, pero en la clandestinidad busca los placeres con las esclavas negras a las que persigue, acosa, viola y abandona a su suerte. Sofía, la protagonista, es hija de la confusión, pues fue resultado de una relación fuera del matrimonio del señor de la casa con una mujer blanca. Convertido el origen en secreto, se ve condenada a una situación que no le correspondería. Además, sus parientes directos habían previsto protegerla con un documento en el que se acreditaba su legado.

El tema racial se ve, pues, unido a la relajación de las costumbres. Incluso llega a sobrevolar el peligro del incesto, que le imprime mayor intensidad dramática a este relato, ya que el hermano de la muchacha es la asedia, la fuerza y deja embarazada. Siguiendo el tópico, la situación se resuelve con la muerte de la joven.

No puede olvidarse a la madre de la protagonista, una mujer blanca de vida disipada, que simboliza la degradación de la sociedad criolla que detenta el poder. Zafia, despreocupada y egoísta, contribuye a la caída de su hija Sofía. Surge así la pregunta retórica del narrador: “¿Acaso emplea nuestra civilización otro método que el del desprecio y la repulsión más desmoralizadora de las víctimas de su abandono?”

Debemos pensar que, al ser mulato e hijo de una antigua esclava liberada, el propio Morúa Delgado padeció sin duda los rigores del sistema. Autodidacta y hecho a sí mismo, colaboró con la causa de la independencia cubana desde su exilio en los Estados Unidos. De regreso a su patria en 1898, llegó a ocupar el cargo de senador de la República, en cuyo ejercicio promovió precisamente polémicas leyes raciales, como la Ley Morúa, que prohibía la creación de partidos basados en la raza.

Consuelo Triviño Anzola en Acento.com.do