El próximo día 26, en el cual se conmemora el natalicio de Juan Pablo Duarte, el jurado del Premio Nacional de Literatura, integrado por Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura, se reúne para dar a conocer el nombre del escritor o escritora que habrá de ser el Premio Nacional de Literatura 2024.
Digno es reconocer el apoyo oportuno que asumió la Fundación Corripio desde 1992, como sostén fundamental del Premio Nacional de Literatura, apoyando la misión del Ministerio de Cultura, en el reconocimiento del talento escritural dominicano. Respecto del PN, en la práctica Fundación Corripio, aporta todo: la logística para coordinar los jurados, el anuncio de ganador o ganadora, el monto que se le entrega al premiado o premiada, el y el financiamiento de acto en el Teatro Nacional.
La primera decisión oficial creando el Premio Nacional de Literatura, se produjo con la emisión del decreto # # 423-89, a la firma del presidente de entonces, el doctor Joaquín Balaguer, el 27 de octubre de 1989, para reconocer «toda una vida dedicada a las letras», y sería otorgado mediante un jurado integrado por los rectores de las principales universidades del país”.
Ese decreto fue modificado por el decreto número 383-16, mediante el cual se establecen modificaciones al decreto anterior # 423-89 que creó el Premio Nacional de Literatura, y que incluía la asignación de un millón de pesos y un diploma. Ese decreto estuvo firmado por el entonces presidente de la República, Danilo Medina.
Hoy día, producto de una nueva modificación, el premio está dotado de dos millones de pesos y diploma.
Los premiados
Las y los galardonados en el histórico del Premio Nacional de Literatura, han sido:
1990 – Juan Bosch y Joaquín Balaguer
1991 – (No se entregó)
1992 – Manuel del Cabral
1993 – Pedro Mir
1994 – Manuel Rueda
1995 – Antonio Fernández Spencer
1996 – Marcio Veloz Maggiolo
1997 – Virgilio Díaz Grullón
1998 – Lupo Hernández Rueda
1999 – Mariano Lebrón Saviñón
2000 – Víctor Villegas
2001 – Carlos Esteban Deive
2002 – Hilma Contreras
2003 – Franklin Domínguez
2004 – Andrés L. Mateo
2005 – Diógenes Valdez
2006 – María Ugarte
2007 – Diógenes Céspedes
2008 – Bruno Rosario
2009 – José Alcántara Almánzar
2010 – Mateo Morrison
2011 – Jeannette Miller
2012 – Armando Almánzar
2013– José Mármol
2014 – Tony Raful
2015 – Roberto Marcallé Abreu
2016 – Ángela Hernández
2017– Federico Henríquez Gratereaux
2018 – Manuel Salvador Gautier
2019 – Manuel Matos Mosquete
2020 – León David
2021 – Manuel Mora Serrano
2022– Soledad Álvarez
2023 – Freddy A. de Jesús Bretón Martínez
Con excepción de la primera entrega (1990) ,un gran error de justicia porque la obra de los dos premiados simultáneos, acusa un notable desequilibrio y sus calidades no son comparables. En ese veredicto primaron razones no literarias, más bien políticas del momento, más bien el deseo de quedar bien con el poder circunstancial del instante, sin dejar de reconocer a quien realmente lo merecía: Juan Bosch.
Salvo ese incidente, en el cual el poder jugó sus malas pasadas, todos los premiados y premiadas, son – a nuestro juicio – merecedores de tal distinción, incluyendo aquellos cuya obra conocemos menos, lo cual no nos da derecho a rechazar la decisión del jurado, que tendrá sus razones, muchas veces no coincidentes con los inoportunos clamores literarios de promoción y circunstancia.
Darle un nombre al PNL
Han sido laureados 34 escritores (29 hombres y 5 mujeres), según apunta el gestor cultural y crítico de gastronomía y cine, Jimmy Hungría, quien retoma una vieja aspiración, la de que se dote al premio de un nombre, el de su creador: Enriquillo Sánchez es de opinión que el premio debería tener un nombre que honre la memoria del escritor que fue su creador Enriquillo Sánchez, responsable de concebirlo, escribir sus bases, procurar el patrocinio de su primera entrega (el del Banco Miramar en que trabajaba).
En su primera entrega, en 1990, Juan Bosch y Joaquín Balaguer recibieron el premio ex aequo, el primer gran error del premio, ya que se optó por una solución salomónica entre literatos de una obra literaria obviamente desigual.
Fue el ejemplo de cuando las condiciones políticas pesan más que las calidades de la creación.
Enriquillo Sánchez fue igualmente fundamental para la creación del Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes, junto con José Rafael Lantigua, con quien, papeles y bases bajo el brazo, se dirigieron al edificio corporativo de E. León Jimenes, para hablar con don Eduardo León Asencio, para que se instaurara ese galardón, como al efecto se hizo.
Hoy día es uno de los premios literarios más respetables y prestigiosos, hoy a cargo en gestión del Centro León, con el acompañamiento del Ministerio de Cultura
Premios que amplíen el Premio
El Premio Nacional de Literatura tiene una dotación actual de dos millones de pesos y un diploma que certifica la entrega y el protocolo y plataforma promocional que implica la entrega.
Este galardón se entrega a una persona anualmente, por lo cual sería gratificante que lo que reciba en gran medida le facilite la vida por el resto de su existencia.
El PNL no se entrega a escritores adolescentes sino a personas de tercera edad, esas vidas que transcurren la tercera etapa de su existencia.
El Premio debería integrar una pensión privilegiada (mínimo 100 mil pesos indexarles al costo de la vida); un seguro premium del Seguro Nacional de Salud); Un servicio de acompañamiento personal para sus salidas en un vehículo estatal; un carnet especial (con código de barras) que le permita acceso los espectáculos culturales, (música, teatro, cine, etc.) tanto los auspiciados por el Estado, como los privados que implican paga y que el galardonado, solo tenga que presentar el código de barras de su acreditación para que el monto sea asumido por el estado.
Muchos de los ganadores de los Premios Nacionales de Literatura no tienen empleo ni el sector público ni el privado, cuando son pensionados generalmente el nivel que reciben no es suficiente para sus necesidades.
Los premiados deben tener las condiciones materiales adecuadas para no preocuparse por nada de lo cotidiano y seguir ofreciendo al país, los mejores frutos de su talento.
Promoción y autopromoción
En principio, el jurado del Premio Nacional de Literatura es incuestionable: rectores universitarios con asesoría literaria en los casos en los cuales la formación de esos rectores no es la literaria. La presión a que se enfrentan esos jurados, es indescriptible. No expresa. No proclamada.
Pero respecto de un premio en torno al cual cada escritor o escritora de cierta madurez en su obra y de una edad ya considerable, se considera candidato digno de recibirlo, la tarea es compleja.
De hecho, cada vez que sale el veredicto, regularmente en torno a la media mañana (casi mediodía) del 26 de enero, siempre se producen reacciones (la mayor parte de las veces no expresadas por los medios de comunicación o las redes sociales), sino en los ámbitos literarios, los corrillos intelectuales, las penas, los espacios privados, argumentando que la selección del jurado fue un error, un favoritismo, una concesión por criterios de poder o partidarios, y toda una larga relación procurando el desmeritar a quien ha ganado.
Y es una pena que esa reacción surja por parte de colegas de profesión, incapaces de aceptar el éxito del otro/otra. Un error que cometen algunas figuras literarias, con condiciones indudables para ser Premio Nacional de Literatura, es permitir que se les promueva en los medios o —peor— autopromoverse directamente.
Se sabe de escritores que hicieron llegar a los rectores, un juego completo de toda su obra, con la finalidad de influirles. Falta de tacto total.
Se observa que, en los meses previos a la entrega, sobre todo a partir de octubre y noviembre, comienzan a salir en los medios de comunicación, extensos trabajos especiales sobre la obra de tal o cual escritor. Grave error. Notable falta de tacto.
Dejen a los jurados desarrollar su papel, sin presiones. Es un solo premio adjudicable merecidamente al menos a 20º 30 escritores y escritoras. Pero solo puede ser uno y nada más que no. Los premios no hacen obra.
Nunca lo han hecho, y nunca lo harán. ¿Cuántos premiados literariamente en el mundo, no han trascendido al juicio de la historia de las letras, sencillamente porque su creación carecía de calidad y consistencia?
Pero igualmente hay que preguntarse: ¿Cuánta justicia se ha hecho al premiar a escritores que no han estado en el escenario de los debates, en el cruce de las ideas, en el tráfico de comentarios y titulares de prensa?
Muchos escritores habrá que esperar el veredicto del día 26 para alegrarse por la justicia hecha o lamentarse porque el premio no llevaba su nombre.
Pero la vida es así. Lo recomendable es entender que nos debe asistir una buena dosis de generosidad y comprensión para alegrarnos por el reconocimiento a una obra y a un autor o autor, que lo merecían.
El resto es cháchara. Lo que queda es el comentario de play.