La yola se va. La yola del Terror era inmensa. ¡Jei Luis!

“La yola se va y te deja rodando por el suelo”.

“La yola” tiene esos tres momentos que mejor tengas el cuerpo muy ajustado para que no se quille.

Primer momento: sí, que la yola se va. Volvemos a nuestra condición de taínos, de viajeros, de gente harta de los grandes relatos, que sí, que estamos en el séquito de los que asistieron al funeral de Dios y ahora la fiesta tiene que continuar en los campos, que deberíamos despegar antes de que nuestra media isla se vire.

“La yola se va y te deja rodando por el suelo”

“La yola” se ha relanzado justamente el día en que el Terror cumpliría 71 años. Estamos ante la versión mítica, de 1998, con un Transporte Urbano más allá de la cima: Juan Francisco con más energía que después de ocho horas en bicicleta, Guy Frómeta divino, Peter que mejor, difícil.

Segundo momento: Tingó es la figura. Poquísima gente que sabrá que Tingó no sólo es una estación del metro allá por Villa Mella. Mamá Tingó, la heroína campesina, la víctima por excelencia de nuestros más de 500 años tapando bocas y comprando conciencias. Mujer, madre, trabajadora, campesina, luchadora por los derechos, Mamá Tingó superó a su época. Que no, que Mamá Tingó no se dejó, que se quedó reclamando la tierra. Pero lo que en los años 70 era la tierra misma, su derecho a producirla, ahora se convierte en un discurso ecológico. También los nombres mutan aunque las banderas de la justicia social sean las mismas.

Decir “Tingó” es también volver a Convite, a esa “greña verde”, a Dago, o querido Dagoberto, que tantas ganas tendría de que la yola virara por tu patio y bajaras con tus dioses en tus batas.

“Entonces yo no quiero que me vuelvan a matar”.

Tercer momento: Y sí, las yolas regresan. Son nuestro antes y después. Están grabadas en lo más escondido de nuestros escudos. Dime cuál es tu yola y te diré si me puedo ir contigo. Música para los sentidos, de “amueblamiento” diría Satie. Soplo para la tropa luisdiurna que por tantos montes y callejones y buildings y estepas y kimonos anda desperdigada. Desde Yonkers hasta Bella Vista, subiendo hasta la tercera del Oscar o hacia el infinito gonzaliano esquina Jaime-guerreriano, seguimos rodando por el suelo, con la yola a rastros, o flotando, que eso depende lo que estarás bebiendo a esta era, porque no, porque nadie quiere que lo vuelvan a matar, porque la yola, porque Tingo, porque la tierra es de nosotros y la tierra hay que sembrarla.

Luis habla de miedos, de pesadillas, de este mal de islas en las que Sísifo todavía reina con eso de la fragilidad y la cultura del abuso que nos sustenta.

La voz de la oscuridad se pinta en la pared y nos lanza sus demonios como una lata pintura cuando queríamos ir a desayunar:

“En un botao yo lo arreglé,

le di hasta por todas partes

de noche y de día también

por eso me mataron

a mí me asesinaron

entonces yo no quiero

que me vuelvan a matar”

Luis Terror Días y Transporte Urbano están de vuelta.

Duró un cuarto de siglo la espera. Pero no importa. Ya estamos acostumbrados a botellas de mar, regresando.

Qué manera de celebrar.

Porque sí, porque la tierra es de nosotros, y la tierra hay que sembrarla.

Lo dijo Tingó.

 

 

Luis Días y Transporte Urbano – La Yola