Canciones domingueras, ¿cómo evitarlas?

Como domingueras, difíciles que te asalten como es debido un miércoles o peor martes, los días más aburridos, las mañanas en que odias tus zapatos y tienes un babeo peor que el del perro de Pavlov para que llegue el viernes, o mejor, que ya estés en pleno sábado. ¿Verdad, Diego, pequeño Merlín de las noches madrileñas?

Las canciones domingueras se oyen tarde en la mañana del domingo. Como a las diez. O mejor a las once, cuando miras tus medias regadas por el suelo, levantándote con el pie derecho y restregándote la cara como para recomponer el último viaje de Ulises. No atinas al pescar un punto. Te azota ese ligero mareo después de tantas cosas y disparates. Los lentes seguirán en la mesita. Tendrás quince mensajes de ocho grupos necios de whatasapp.  Entonces te metes en una rueda giratoria. Entonces ya la bocina estalla con Blood Sweat & Tears. Suena “Spinning Wheel”. La barca de Ulises ya alcanza su momento de equilibrio. Desembarcarás. Tal vez Kavafis te siga detrás, recitándote como un loco su “Viaje a Itaca”. No importa. Llegarás.

Spinning Wheel” es uno de esos temas obligatorio en toda terapia musical que trate temas como desolación, acné, melancolía. Si te has hecho muy adicto a la melatonina y tus días comienzan cabeza boca arriba, entonces la voz clamante en el desierto de David Clayton-Thomas te desenliará una pequeña alfombra para tus mejores viajes.

Creada en aquel segundo lustro de los 60, los de Blood Sweat & Tears fueron como una banda definitivamente para tus fines de semana. Lidiando entre tantos anillos de Saturno relampagueante, su líder Al Kooper sería algo así como un músico-compositor para las más variadas ocasiones. Ya como apóstol en los ejércitos de salvación de un Dylan o hasta un Hendrix e incluso con los Rollings, The Who o en Cream, estamos ante uno de esos tipos que todo lo hacen bien y los tragos pasan por sus hígados como argentinos por Miami.

Es corto el tema, como debe y no debe ser. Por lo general dura menos de tres minutos. “Spinning Wheel” te da un subión. La podrías pensar interpretado por Tom Jones, seguramente que pudo estar en el repertorio del gordo de Meat Loaf, o por cualquier voz casi ronca que te rescate de cualquier desierto. Ya Amy Winehouse se sirvió de ese pastel.

Blood Sweat & Tears al final dejaron una largúisima mesa para todos los gustos: un bufé para servirse la tristeza, la alegría, el relajamiento. “When I Die” no deja de ser un tema desafiante, con ese principio que bien recordaría algo de Kurt Weil pero que al instante te lanza a otros espasmos domingueros, con esa alegría ecuménica de estar entre tantos creyentes.

Pero si ya caíste en el gancho de haber puesto en Repeat II “Spinning Wheel”, lo más saludable es caer, bajarte de la cama, tirarte con la misma fuerza con que has lanzado a la basura las facturas del Super. Entonces es hora de recuperar la compostura, confirmar nuevamente que te botaron ahora o alguna vez.

Entonces pones “"You’ve Made Me So Very Happy".

Y si te vas por “I Love You More Than You’ll Ever Know", mi querido Gustavo, sólo te garantizo un volver a la nevera, a los farallones, a un patio encementado donde un gallo cacarea a todas horas, confirmar que ya no queda hielo para los tragos, y que ojalá este domingo fuese ya lunes, que pase bien pronto. ¡Ahora!

Y si pones una versión cuasi sinfónica, como la de Gary Moore en el 2010 de Tokyo, doblando el tiempo y relentizando la agonía de la versión original, lo mejor que puedes encontrar es el sofá, un buen vaso de agua mineral, algo que te levante. Sí, Gustavo, ¡dale! Y sí, olvídate de El Arias y demás chupadores de energía en el Parque Rosado, vuelve al sosiego de estar al borde de una cama sin saber lo que harás en este domingo donde lo que te ha caído en tu playlist ha sido Blood Sweat & Tears con todo y llover tan fino. Puedes volver “I Love You More Than You’ll Ever Know", pensando que no porque estés en General Motor o seas jefe en el Banco Popular habrás alcanzado la gloria.

I’m only flesh and blood
I can be anything that you demand
I could president of General Motors baby, heh
Or just a tiny little grain of sand.

¡Y qué guiño a Whitman con ese de ser no más que un “grano de arena”!

Y sí, tengo que levantarme, quitar a Blood Sweat & Tears y ver qué hago con mi vida finalmente.

Al domingo ya no le quedarán muchas otras opciones.