Los reaccionarios sólo se mantienen en el poder por las armas. Esa es la única forma en que se mantienen en el poder. Pero legitiman su violencia y les dicen a todos los demás que la violencia no es el camino. Quítenles sus armas y sus fuerzas imperialistas y vean cuántas personas los escucharán. Quítenles las bases en Santo Domingo, quítenles las bases en Venezuela, quítenles las bases en Brasil, quítenles las bases en Chile, quítenles las bases en América del Sur y saquen sus armas de allí y verán, nadie los escucharan. Pero es por sus armas que la gente se ve obligada a escuchar. [1] -Stokely Carmichael
Dominicanos protestan contra la invasión militar enviada por EE.UU.

Desde inicios de la década de 1960 hasta finales de 1970, la sociedad estadounidense vivió toda una revolución cultural. En tal sentido, se cuestionaba el puritanismo sexual, la censura, el pensamiento tradicional, el eurocentrismo, el racismo, la homofobia, el patriarcado, y por último, el status quo. Igualmente, se asistía a la renovación del arte y la cultura guiada de la mano de la experimentación y la exploración sensorial, el surgimiento de grupos literarios de vanguardia y la reafirmación negra en lo estético y político impulsada por el Black Arts Movement (Movimiento Artistico Negro-BAM) fundado por el poeta y militante revolucionario Amiri Baraka.

Entre las publicaciones más innovadoras y militantes del BAM se encontraba la revista Black Dialogue caracterizada por una postura radical respecto a las artes y a la cultura en general así como a las políticas imperialistas de Washington.

En la edición correspondiente a los meses de julio y agosto de Black Dialogue aparecía un editorial condenando la guerra de Vietnam y la invasión militar estadounidense en Santo Domingo. El editorial cerraba con una interrogante:

“¿Y por qué los soldados negros deberían luchar contra los vietnamitas cuando son los estadounidenses quienes no les permiten caminar por las calles de Mississippi como una persona con la protección completa de la ley que corresponde a cualquier ser humano?.”

Con relación a la invasión estadounidense, la edición de junio de 1965 de la revista The Realist (Realista), paradigma de la contracultura, investigaba la presencia de soldados afro-americanos en suelo dominicano:

“Más del 40% de los aproximadamente 20.000 soldados estadounidenses que ocupan esa isla tropical son negros, una proporción que debe considerarse como una estrategia calculada por el Pentágono que los envió allí.”

“Si el soldado estadounidense tenía poco entusiasmo por Corea y menos por Vietnam, tiene un sentimiento de renuencia aún mayor en la República Dominicana, que, especialmente en el caso de las tropas negras, quizás no tenga paralelo en la historia de Estados Unidos.”

El artículo también presentó a los lectores de la época el parecer de algunos soldados afro-americanos miembros de la 82.ª División Aerotransportada del ejército de los Estados Unidos a mando de la ocupación en Santo Domingo. Uno de ellos, Gary Jones del estado de la Florida dijo que “ni siquiera sé quién es el enemigo. Eso es lo que me molesta”. Mientras Charles Veneble admitió que “todos me han tratado bien. Eso es lo que no me gusta de que me ordenen a matarlos.”

Una apelación a la hermandad

Como respuesta a la presencia de soldados negros en Santo Domingo, el dominicano Antonio Thomén puso a circular una carta dirigida a las tropas afro-americanas donde explicaba el sentido de la revuelta popular del 24 de abril de 1965 que dio origen a la invasión militar estadounidense. La carta fue publicada en la prensa de izquierda norteamericana y publicada como documento clave de la revolución constitucionalista en la revista ¡Ahora! con fecha del 18 de septiembre de 1966:

“Nosotros los dominicanos estamos luchando por nuestra liberación de la injusticia social y la discriminación racial.

“Nuestra causa acá es la misma que ustedes tienen en su país. Ustedes tienen a Martin Luther King y la Declaración de Derechos (Bill of Rights). Nosotros tenemos a Juan Bosch y nuestra Constitución Democrática.

“Baja tu arma, Soldado Negro Americano. Apunta a tu opresor blanco. No dispares a tu hermano dominicano.”

Lo cierto es que muchos de estos soldados, mozalbetes sin rumbo y mundo, y mayoritariamente de los estados sureños caracterizados por el atraso económico y la extrema pobreza, se alistaron al ejército en busca de  pan y trabajo. Obviamente, lo mismo paso con soldados blancos provenientes algunos de familias militares y una gran mayoría de escasos recursos económicos con la única diferencia de que en los EE UU, gozaban de derechos ciudadanos y no sufrían la cruda realidad de la discriminación y el odio racial.

No obstante la presencia de soldados afro-americanos en suelo dominicano como parte de la invasión militar orquestada por Washington con el objetivo de apagar la llama de la revuelta popular del 24 de abril de 1965, los lazos de amistad y ayuda mutua que unen a los pueblos dominicano y afro-americano siguen latentes. En la sociedad dominicana del día de hoy y en la diáspora esos vínculos históricos siguen manifestándose en intercambios culturales y políticos, y en las valiosas contribuciones a la construcción de la siempre cambiante identidad dominicana gracias a la presencia de personas libertas asentadas en la península de Samaná en el siglo diecinueve. Durante la primera ocupación norteamericana (1916-1924) se registraron expresiones de solidaridad de sectores de izquierda dentro del pueblo afroamericano con el pueblo dominicano, olvidadas con el tiempo o posiblemente ignoradas y ocultadas por historiadores racistas e hispanistas. Más tarde, el impulso de las luchas anti-imperialistas y anti-racistas en los EEUU dio continuidad a la hermandad entre estos dos pueblos negros y rebeldes durante la revolución de abril de 1965 seguida por la intervención militar estadounidense responsable de ensangrentar el suelo nacional.

Oposición al servicio militar obligatorio

En el mes de julio de 1965 un grupo de ciudadanos afroamericanos en la ciudad de McComb del estado de Mississippi puso a circular un volante enumerando “cinco razones por las que las personas negras no deberían estar peleando guerras por América (o Estados Unidos)”. La acción se suscitó a causa de la muerte de John Shaw, soldado afroamericano caído en Vietnam. En la secundaria Shaw había sido compañero de clases de algunos de los activistas detrás de la declaración anti-guerra y también había participado en manifestaciones a favor de los derechos civiles en su localidad bajo asedio por el terrorismo de las bandas supremacistas blancas.[2]

El texto ha sido traducido del inglés al español tomando como base en una copia que reposa en la colección de Lucile Montgomery de la Wisconsin Historical Society (Sociedad Histórica de Wisconsin). En cuanto a la ortografía, las letras mayúsculas que aparecen en la versión original han quedado intactas para mantener la esencia del mensaje original. El hecho de que la población negra en Mississippi no gozará de seguridad, libertad y movimiento ya era razón suficiente para no tomar parte en acciones de guerra en Vietnam o en Santo Domingo o en cualquier otra parte del mundo:

“Ningún Negro de Mississippi debería pelear en Vietnam por la libertad de los Hombres Blancos, hasta que toda la Gente Negra sea libre en Mississippi.”

El texto alentaba a las madres a convertirse en canales de concienciación, y de esa forma, aconsejar a sus hijos a rechazar ser reclutados para ir a la guerra y ser parte de la barbarie que todo acto de violencia militar conlleva:

“Los jóvenes negros no deberían honrar el reclutamiento militar aquí en Mississippi. Las madres deben animar a sus hijos a no ir [a la guerra].”

El comunicado toma un tono desafiante ante la clase política local y a nivel federal, esta última representada en la figura de Johnson. A falta de contexto, las últimas líneas donde dice “protegiendo a la señorita Ale, Ga y La” se tornan indescifrables pero al mismo tiempo, puede  que se refiera a sobrenombres de políticos o figuras representantes del poder en Mississippi o en la capital estadounidense:

“A nosotros nos respetaran nuestra dignidad como raza solo obligando al Gobierno de los Estados Unidos y al Gobierno de Mississippi a venir con armas, perros y camiones para llevar a nuestros hijos a luchar y morir protegiendo a la Señorita. Ale, Ga y La.”

En este cuarto párrafo, las personas afroamericanas que escribieron el texto sentían mas afinidad con dominicanos y vietnamitas, al final de cuentas, personas de color unidas por los sufrimientos y las resistencias anti imperialistas, que con el “americano blanco” y rico. A pesar de su brevedad, el volante se hacía eco de la lucha clasista y anti-racista. A la misma vez, el texto registra las expresiones de solidaridad con estos dos pueblos y reconoce la responsabilidad ética y moral de la población afroamericana ante las políticas guerreristas del presidente Johnson:

“Nadie tiene derecho a pedirnos que arriesguemos nuestras vidas y matemos a Gente de Color en Santo Domingo y Vietnam, para que el americano blanco se enriquezca. Seremos vistos como traidores por todas las Personas de Color del mundo si el pueblo negro continúa peleando [en la guerra] y muriendo sin causa alguna.”

Este último párrafo es un llamado a la acción, resaltando tácticas y formas prácticas de llevar a cabo la negativa a pelear una guerra injusta e irracional. Pone como ejemplo a un soldado blanco que se negó a pelear en la guerra de Vietnam e inició una huelga de hambre.

“La semana pasada, un soldado blanco de Nueva Jersey fue dado de baja del ejército porque se negó a luchar en Vietnam y se declaró en huelga de hambre. Los chicos negros pueden hacer lo mismo. Podemos escribirles [cartas] y preguntarles a nuestros hijos si saben porque pelean [en la guerra]. Si responden por la Libertad, díganles que por eso estamos luchando aquí en Mississippi. Y si dicen Democracia, díganles la verdad: no sabemos nada sobre el Comunismo, el Socialismo y todo eso, pero sí sabemos que los negros han vivido un infierno aquí bajo esta American Democracy.”

En resumen, la acción propagandística en Mississippi fue solo un ejemplo de una gran variedad de expresiones de solidaridad del pueblo afroamericano con Vietnam y Santo Domingo que asestaron un duro golpe al militarismo y al imperialismo estadounidense y cimentaron una memoria colectiva de lucha y hermandad entre los pueblos oprimidos del mundo. A la misma vez, estas expresiones de solidaridad empujaron a la radicalización de la juventud y a la movilización en masa culminando en avances, logros y victorias del pueblo afroamericano y otras comunidades oprimidas en la misma “barriga del monstruo”.

Finalmente, un discurso pronunciado en la Universidad de Berkeley en 1966 por el joven líder del Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC, por sus siglas en inglés) Stokely Carmichael, refleja la crítica antiimperialista e internacionalista del movimiento por la liberación negra y su visión a largo plazo:

“Estamos [el Comité Coordinador Estudiantil No Violento-SNCC] planteando preguntas sobre este país. No quiero ser parte del pastel estadounidense. El pastel estadounidense significa violar a Sudáfrica, golpear a Vietnam, golpear a Sudamérica, violar las [islas] Filipinas, violar a todos los países en los que has estado. [Estados Unidos] no quiero nada de tu dinero manchado de sangre. No lo quiero. No quiero ser parte de ese sistema. Y la pregunta es, ¿cómo planteamos estas preguntas? ¿Cómo las planteamos como activistas? ¿Cómo empezamos a plantearlas?

“Vamos a tener que hablar con el objetivo de cambiar la política exterior de este país. Uno de los problemas con el movimiento por la paz es que está demasiado atrapado en Vietnam, y si retiramos las tropas de Vietnam esta semana, la semana que viene tendría que haber otro movimiento por la paz en Santo Domingo. Y la pregunta es cómo se empiezan a articular necesidades para cambiar la política exterior de este país. Una política que se decide a base de la violación. Una política en la que se toman decisiones sobre la obtención de riqueza económica a cualquier precio. A toda costa.”

Notas

1.Fragmento de una entrevista publicada en Sucesos, periodico revolucionario mexicano, y republicada en The Movement, septiembre de 1967, en ocasión a la visita de Stokely Carmichael a Cuba.

2.“McComb Project Comes out against the Vietnam War”, SCCN Digital Gateway.

Gracias a Raj Chetty por ponerme al tanto de la carta del Dr. Antonio   Thomén.