“El libro es fuerza, es valor, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor”. (Rubén Darío)
Sublimidad, melodía y profundidad, nos embriagan en los versos de Rubén Darío, el príncipe de las letras castellanas. Aunque lo conocemos amorosamente por este nombre, su verdadero nombre es Félix Rubén García Sarmiento, oriundo del país más extenso de nuestra América Central, Nicaragua. Durante su vida, fue un popular escritor, poeta, periodista y diplomático, fundador del movimiento literario “El modernismo” durante los años del siglo XIX con su poemario “Azul” publicado en 1888. Sin más, en las próximas líneas vamos a escudriñar algunos de sus poemas más célebres y los no tan conocidos por la sociedad.
A la luz de sus creaciones, Rubén Darío hace parte de sí la emblemática frase de este movimiento“El arte por el arte”, que se refiere a ver al arte en sí misma y no en su posible utilidad, además defiende la estética, la belleza y la libertad creativa como pilares del modernismo. En su vasta variedad de poemas, se hace eco su pensar y su sentir desglosando temas universales tales como: el amor, en poemas como “Amo, amas” publicado en su libro “Cantos de vida y esperanza”; la muerte, en poemas como “Lo fatal” y la religión, en poemas como “A Jesús” pertenecientes al mismo poemario; así como también, la belleza en poemas como “Sonatina”, que se encuentra en su poemario“Prosas profanas y otros poemas”; la política, en poemas como “A Colón” que forma parte de su libro “El canto errante”; entre otros temas.
Uno de los aspectos que más distingue al príncipe de las letras castellanas es la simpleza y, al mismo tiempo, la interioridad de lo plasmado en sus versos complementándolo con una riqueza lingüística y una musicalidad que entreteje miles de sentimientos. Para ilustrar esto, podemos aludir al poema“Sonatina”, que es uno de los más famosos. A continuación la primera estrofa:
“La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor”.
En este, él se apropia de los cuentos de hadas haciendo florecer el amor y la pasión, en esta ocasión con princesas que suspiran por príncipes azules que las liberen del encierro. En la anterior estrofa, se puede distinguir el epíteto en palabras como triste, pálida y mudo para enfatizar en los sentimientos que se adueñaron de la princesa al no tener a su lado a su gran amor, estado que se puede llevar a la realidad, pues cuantas veces no hemos sufrido por no sentir a nuestro ser amado al lado. A su vez, usa la personificación en el último verso al darle una cualidad humana a una planta. Por otra parte, se refleja la sonoridad con la anáfora en la vocal “o” haciendo referencia a cuál es el príncipe que inunda sus pensamientos y clama su corazón, en los siguientes versos:
“¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?”
Por otro lado, así como en nuestra Quisqueya la grande, nuestro cuentista Juan Bosch a través de los cuentos denunciaba las barbaridades, la corrupción y la injusticia social que azotaba a nuestro país en la dictadura del fallecido dictador Rafael Leónidas Trujillo, Rubén Darío hace uso de su más grande fuerte, la escritura, para hacer una crítica social en cuanto al norte que se estaba orientando la sociedad, de cierta forma apelando a la conciencia y a la divinidad, demostrando que no solo se interesaba por expresar la hermosura de una forma exótica, sino que, se preocupaba por el bienestar humano, hecho que está escaso es estos días. Esto se muestra en su poema “Agencia”, que pertenece al poemario “El canto errante” a continuación unos versos:
“Huele a podrido en todo el mundo.
Se organizará por un bill
la prostitución infantil.
En alguna parte está listo
el palacio del Anticristo.
Se cambian comunicaciones
entre lesbianas y gitones.
Se anuncia que viene el Judío
errante… ¿Hay algo más, Dios mío?…”
Complementando a la exquisitez del arte, Rubén Darío recurre a los sentidos para construir sensaciones más vívidas que incitan a los lectores a navegar por los océanos de la poesía y a viajar por las nubes de los sueños. Para ejemplificar esto, podemos utilizar el poema “A Margarita Debayle”, que está orientado para niños y forma parte de su poemario“El viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical”, Rubén Darío explica la belleza del mar apelando al sentido de la vista con este verso: “Margarita, está linda la mar". Asimismo, relacionado con el olfato este verso: “y el viento, lleva esencia sutil de azahar", con el que describe el aroma del azahar. Por último, usa el sentido de la audición para recrear la imagen del canto de la alondra en este verso: "yo siento en el alma una alondra cantar".
Rubén Darío, a pesar de estar enamorado con cada molécula de su ser de la literatura, estaba consciente de que no siempre se podría vivir de ella, sin embargo, no deja de decir que hay que entregarle todo para que florezca como un rosal en su máximo esplendor, tal y como lo emite en el poema “Abrojos – IV” publicado en su libro “Abrojos”, a continuación sus versos:
“Puso el poeta en sus versos
todas las perlas del mar,
todo el oro de las minas,
todo el marfil oriental;
los diamantes de Golconda,
los tesoros de Bagdad,
los joyeles y preseas
de los cofres de un Nabad.
Pero como no tenía
por hacer versos ni un pan,
al acabar de escribirlos
murió de necesidad”.
Para finalizar, cuando mencionamos a Rubén Darío comúnmente pensamos en su poemario “Azul”, no obstante, él es mucho más que “Azul”. Rubén Darío es una figura legendaria que fue, es y perdurará en la historia. Todos seguiremos recordando al príncipe de las letras castellanas por la innovación literaria en aquellas épocas, por su amor a la poesía y por su manera de adentrarnos a sus versos con su sonoridad y peculiaridad. Sin lugar a dudas, el arte por el arte vive en Rubén Darío, Rubén Darío es el arte por el arte.