«La vampirita»

Los patrones socioculturales y la discriminación de género de parte de las mismas mujeres comprenden este relato. El personaje femenino es quien narra su propia historia y nos cuenta su vocación por la escritura cuando apenas era una niña. «La vampirita» se desarrolla en la casa de la abuela de la niña y está ambientada en la dictadura de Trujillo, pues se refleja una crítica a la injusticia social y los abusos por parte del gobierno. Otra vez aparece La pequeña Lulú, un personaje feminista y que le responde a los roles que la sociedad le impone a las mujeres. La voz femenina destaca que se alfabetizó con la lectura de la historieta La pequeña Lulú, lo cual influyó en su personalidad, ya que era una niña valiente y dispuesta a vencer los tabúes generacionales.

El personaje femenino vivía con su abuela y dos hermanas de ésta, quienes le apodaron «la vampirita» y, a escondidas, se reían del interés de la pequeña en ser escritora. La autora nos muestra una sociedad patriarcal que ha inculcado de generaciones en generaciones que la mujer no debe interesarse en las funciones atribuidas a los hombres, o pueden ser discriminadas, incluso, por su propio sexo. Jeannette Miller, en su libro Textos sobre arte, literatura e identidad (2023), nos dice que la escritura fue un oficio negado a las mujeres y las que se han atrevido a desafiar esos patrones socioculturales han sido invisibilizadas. Para sustentar la representación femenina de este relato, Miller afirma lo siguiente:

Y es que ese hombre sometido produce a su vez una sociedad dictatorial o paternalista que anula, pretendiendo ignorar, la participación de la mujer. En este patrón social, el carácter contestatario del oficio literario resulta peligroso. Basta con que una mujer diga es escritora para que inmediatamente se le catalogue como disidente social. No importa que llene a plenitud la función hogareña y hasta la profesional, desde el punto de vista de la productividad económica. Inmediatamente esa mujer exige tiempo para escribir, está subvirtiendo el papel que nuestra sociedad le asigna, haciéndose acreedora de enfoques peyorativos, que ante todo persiguen culpabilizarla (Miller, 2009: 148).

«Sila», «El amago» y «El regreso imposible»

Estos cuentos se agrupan en una misma temática, ya que los personajes femeninos enfrentan la violencia intrafamiliar. En el primero, Sila es una adolescente que fue contratada para cuidar a una anciana en la ciudad. Esta conoce a Emilio y se va a vivir con él a la edad de catorce años. Un año después tuvo a su primer hijo y ya a los diecisiete años tenía dos pequeños y un embarazo de cinco meses. Sila es una jovencita dedicada a su hogar, cuida de su esposo e hijos, pero una mañana el padre de la iglesia le dice que Emilio entra a la casa a distintas mujeres cuando se marcha al campo a visitar a su familia. Sila decide descubrirlo y Emilio la golpea a pesar de su estado de embarazo. Las autoridades intervienen, de igual manera funcionarios de Protección a la Mujer. Sila decidió dejar a su esposo y regresó al campo junto con sus hijos.

En el relato «El amago» el personaje de Julita es abusada sexualmente por su padre. La amiga y compañera de clase de Julita narra la historia y cuenta la noche en que decidió quedarse a dormir y estudiar con su amiga para los exámenes escolares y presenció que el padre de Julita forcejeaba la puerta y le pedía con insistencia que abriera, pero esta se negaba. La amiga de Julita había comprendido todo a partir del miedo de su amiga y al día siguiente, cuando salieron de la escuela, ella y su madre dejaron a Julita con sus maletas en casa de su hermana. Por último, en «El regreso imposible» el personaje femenino emigra a Miami en busca de una mejor vida y en aquel país lejano al suyo tiene dos niñas. En su segundo matrimonio decide abandonar a su esposo porque se mantiene al margen de todo, esta es quien trabaja, cocina y cuida de las niñas, mientras él no colabora. La mujer, aunque trascienda en lo laboral, está sometida a su esposo y al hogar. Este cuento no solo muestra los problemas sociales que enfrentan las mujeres, también ha plasmado una crítica sobre la discriminación racial y las pocas oportunidades de nuestro país.

«Las intervencionistas»

Las intervencionistas son tres maestras que se apodaron con este sobrenombre, ya que buscaban la forma de solucionar los conflictos de sus familiares y amigos cercanos. Las tres mujeres tienen una amiga en común de la infancia, que al igual que su madre ha perdido la mente, debido a que acusaron a Miguel, quien limpiaba la casa, de robarles el dinero de las facturas y el automóvil. Las amigas se dirigieron a la casa de las dos mujeres y comprueban que se trataba de la pérdida de la memoria de la madre e hija, el automóvil se encontraba en la marquesina y negaron que le había dado dinero al hombre. El narrador omnisciente conoce la historia a fondo y los ideales de los personajes femeninos, y estas consideran que los hijos deben independizarse de los padres, su amiga de la infancia decidió quedarse en el hogar y cuidar de su madre, logrando consumirse física y emocionalmente.

Estos cuentos son psicológicos por la introspección de sus personajes femeninos, los cuales representan la liberación de la mujer. Por otro lado, esta colección juega un papel importante en la literatura realista dominicana. Dicho esto, esta composición literaria refleja la realidad sociohistórica de la década de los treinta. La mayoría de los cuentos están ambientados en zonas urbanas, a excepción de «Sila» que inicia desarrollándose en una zona rural del país. Además de la situación social, política y económica de nuestro país, Jeannette Miller presenta nuestra dominicanidad, el lenguaje, la cultura y la geografía. Logra que tengamos un acercamiento con los cuentos, además de comprenderlos.

En la narrativa de Jeannette Miller, la mujer sigue formando parte del centro de sus historias, al igual que sus obras La vida es otra cosa (2005) y A mí no me gustan los boleros (2009), en la actualidad no ha dejado de ser así con la publicación de El síndrome de La pequeña Lulú (2023). En esta misma línea, no se puede dejar de mencionar a una gran narradora del siglo XX, se trata de Hilma Contreras (1910‑2006), pionera del cuento escrito por mujeres y autora de Entre dos silencios (1987) y La carnada (2007), dos obras literarias en que la mujer es el eje principal.

Por su valor social y didáctico, El síndrome de La pequeña Lulú es una obra que puede funcionar de análisis y lectura en las escuelas. A diferencia de otros textos feministas, la denuncia social con relación a la violencia hacia la mujer se dirige a los adolescentes. La mayoría de sus personajes son mujeres que superaron la violencia desde su niñez. De acuerdo con Shulamith Firestone, en su obra La dialéctica del sexo (1970), los niños y las mujeres comparten una misma opresión, por lo tanto, la liberación de la mujer nunca será erradicada si no se va a la raíz del problema. Para Miller es fundamental que las niñas se liberen de los estereotipos de género o roles socioculturales que les impone el sistema patriarcal para que en el futuro sean mujeres libres.

Referencias

Firestone, S.  (1976). The Dialectic of Sex (R. Ribé, Trad.). Editora Kairós.

Miller, J. (2009). Textos sobre arte, literatura e identidad. Colección Banco Central de la República Dominicana.

Miller, J. (2023). El síndrome de La pequeña Lulú. Editora Nacional.

Oyola, M. (2019). La pequeña Lulú: la niña inocente y traviesa que sigue cautivando a los pequeños del mundo.