El 20 de diciembre de 1972, René del Risco Bermúdez, poeta, narrador y publicista de 35 años, muere en un accidente de tránsito frente a su amado mar Caribe, ese mar tantas veces recorrido «como se recorre una bestia que tiembla y espera[1]». Iba de esta forma a encontrarse con una muerte intuida y, de alguna manera, anunciada: «Moriré a la edad de mi abuelo Federico[2]», dijo en reiteradas ocasiones.

En ese momento era, sin duda alguna, el más importante escritor de la Generación de Posguerra[3] y, además, se había consolidado como publicista, locutor, productor y presentador de televisión y compositor de canciones, muchas de ellas ganadoras de festivales y grabadas por grandes voces de la música dominicana y latinoamericana.

Esa madrugada de un año que casi finalizaba, René dejo de ser hombre para convertirse en leyenda. Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gómez y trasladado años después al cementerio Cristo Redentor.  En su tumba no está el epitafio que, según Enriquillo Sánchez, quería que le pusieran al morir: «Aquí yace René del Risco, poeta y cumbanchero[4]».

Del Risco dejó una obra en desarrollo, que incluye un poemario canónico que abre las puertas a la modernidad en la poesía dominicana, El viento frío, único de sus libros publicado en vida; varios cuentos, algunos –como Ahora que vuelvo, Ton; La noche se pone grande, muy grande y La oportunidad– ganadores de premios y considerados entre los mejores cuentos dominicanos, luego publicados como conjunto (incluyendo algunas de estas compilaciones el cuento (inconcluso) que estaba en la maquinilla de escribir al momento de su muerte, titulado Son once años Manuel y que era el regalo para el cumpleaños número once de su hija Minerva, quien celebraba su natalicio días después); una novela, El cumpleaños de Porfirio Chávez, rescatada hace unos años; y el resto de su poesía social y amorosa reunida en un tomo bajo el título de Poesía Completa.

Como su abuelo Federico, que en palabras de su madre reencarnó en él[8], René escribió toda su obra en su primera juventud.

René había nacido en San Pedro de Macorís el 9 de mayo de 1937 y fue bautizado como René Federico José Ramón del Risco Bermúdez. Según escribe su hija Minerva del Risco Musa en un artículo en su memoria, fue nombrado René por su padre; Federico por su abuelo; José porque su abuela Elvira Escoto era devota de San José; y Ramón porque era el santo de las parturientas y segundo nombre de su abuelo. Fue hijo de René del Risco Aponte, pionero del teatro radial en el país y de América Bermúdez, una reconocida escritora y luchadora antiimperialista y antibalaguerista. De ahí, y de su abuelo Federico, poeta social y político, heredó René su vena artística, su rebeldía y su sensibilidad social.

A finales de los años 50 se traslada a Ciudad Trujillo, donde se matricula en la Universidad de Santo Domingo en la carrera de Derecho, que abandonó en el tercer año al vincularse a la lucha antitrujillista a través del Movimiento Revolucionario 14 de Junio.

Esta vinculación lo llevó, primero, a estar preso en la cárcel La 40 en 1960, donde fue torturado en la silla eléctrica y su cuerpo quemado con cigarrillos, y luego, al exilio en Puerto Rico. «Tenía muchas marcas. Marcas de látigos. Pero básicamente muchas quemaduras de cigarrillos en la espalda», recuerda su hija Minerva[5].

A su regreso, en 1962, se dedica al trabajo literario.

En 1965, durante la Guerra de Abril[6], formó parte del departamento de prensa del gobierno constitucionalista. En esta época, se integró al grupo de artistas de Arte y Liberación, que se plantearon un trabajo de apoyo al movimiento constitucionalista. En el fragor de la guerra escribió algunos poemas, como Oda gris al soldado invasor, La guerra no se olvida, Palabras para invasores, Canto para un muchacho de mi pueblo, Meditación de la guerra, Carta de amor y de guerra y Ofrenda lamentable para un general invasor que mostraban el aspecto más patriótico y rebelde de su poesía, pero también el dolor y la nostalgia por los compañeros caídos en batalla.

De alguna manera, estos poemas anuncian el tono de derrota y desilusión que traspasa, del primer al último verso, su libro El viento frío que es, sin dudas, la entrada de la modernidad en la literatura dominicana.

Un libro convertido en objeto de culto, a pesar de ser un libro incomprendido en su época y tachado de ser una expresión de la frustración pequeño burguesa, que desde el primer poema que lo compone, nos muestra como el vencido se ve obligado a conformarse, a aceptar la derrota, ese «viento frío que acerca su hocico suave/a las paredes, /que toca la nariz, que entra en nosotros/y sigue lentamente por la calle, /por toda la ciudad…».

Después de la Revolución de Abril, René, junto a Marcio Veloz Maggiolo, Miguel Alfonseca y Ramón Francisco, entre otros, fundó la agrupación cultural El Puño.

Participó en algunos concursos literarios e inició una carrera como productor y presentador de programas de radio y televisión –como Atardeceres en HI1J y Sábado de ronda, primer programa kilométrico de la televisión nacional.–; compositor de canciones –como Si nadie amara, La ciudad en mi corazón, Matices, Así, tan sencillamente y Una primavera para el mundo, interpretadas por artistas como Fernando Casado, Sonia Silvestre, Niní Cáffaro, Luchy Vicioso, Felipe Pirela y Marco Antonio Muñiz.–; y publicista, pasando por Bergés Peña y Young & Rubicam, para fundar en 1972 Retho Publicidad, junto a José Augusto Thomén.

Y «así, tan sencillamente[7]», René fue a encontrarse  con la muerte, presentida, anunciada, para entrar así, en el espacio inmarcesible de la memoria.

Como su abuelo Federico, que en palabras de su madre reencarnó en él[8], René escribió toda su obra en su primera juventud. Se hace inevitable leer sus cuentos y su poesía (sobre todo El viento frío), sin pensar qué hubiera logrado René con un poco más de esa vida que terminó una madrugada de diciembre frente al mar.

[1] Enriquillo Sánchez en «Centelleantes escolios de autobiografía poética», incluido en Devo[ra]ciones.

[2] Federico Ramón Bermúdez Ortega (1884-1921). Poeta, periodista y profesor. Su poema Los humildes, es considerado un hito dentro de la poesía dominicana de inicios del siglo XX. Murió en San Pedro de Macorís el 3 de abril de 1921. Al momento de su muerte tenía 36 años de edad.

[3] Generación literaria surgida luego de la Revolución de Abril de 1965 y signada por este acontecimiento de la historia dominicana. Algunos críticos separan la Generación del Sesenta, a la que pertenece René, de la Generación de Posguerra, pero su obra más importante fue producida luego de la Revolución de Abril y como consecuencia de esta.

[4] Cuenta Enriquillo Sánchez en su columna «Palotes», publicada en la revista ¡Ahora! el 3 de enero de 1977 y firmada junto a Guillermo Piña Contreras, que René del Risco le dijo a Miguel Alfonseca que cuando muriera pusieran en la lápida este epitafio. Este texto fue luego publicado en Palotes de ¡Ahora!, compilación de esta columna que hizo el Ministerio de Cultura en el año 2010. El texto en cuestión puede ser leído en la página 27.

[5] Entrevistada por Frank Báez para la revista Global

[6] Acontecimiento histórico que tuvo lugar entre el 24 de abril y el 3 de septiembre de 1965, en Santo Domingo, República Dominicana. Ha sido el más sangriento conflicto armado en el país durante el siglo XX y su origen directo fue el derrocamiento de Juan Bosch en 1963.

[7] Canción compuesta por René del Risco e interpretada por Sonia Silvestre: Así tan sencillamente, se muere la gente, como quien se va. Así, se viste de olvido, se queda perdido, se oscurece el sol.

[8] En un artículo de Ángela Peña, publicado en el periódico Hoy del 9 de marzo de 2003 se lee la siguiente declaración de América Bermúdez: «Creo en la reencarnación, pienso que en él reencarnó el espíritu de Federico Bermúdez. Parece que él vino a terminar la obra de su abuelo».