Después de procrastinar innúmeras veces la reorganización de mi biblioteca, decidí empezar en los días finales de 2021. Vencí la pereza y ya casi concluyo.
He apartado viejos libros para regalarlos, porque necesito espacio para nuevos o porque ya no son de mi interés. Otros los he tirado a la basura; no creo que sirvan ni para donación, y no precisamente por el deterioro del papel.
¡Cuánto cambiamos con el paso de los años! Lecturas y autores que en un momento nos fascinaron, luego nos resultan insulsos, hasta nos provocan desdén.
Un hecho agradable en mi tediosa tarea fue reencontrarme con un libro que adquirí en el año 1982: Pulso publicitario. En mis años de estudiante de comunicación el profesor Félix Frank Ayuso me recomendó la lectura de esta obra del publicista y escritor Efraím Castillo, impresa por Editora Taller, publicada en 1979.
Sonreí al observar el precio pagado por este libro, 7 pesos con 50 centavos, según consta en el sello de la Librería y papelería José Martí, que era propiedad de Félix Jiménez (Felucho), economista, profesor universitario y dirigente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Me motivé a releer este amarillento libro de 213 páginas, bien conservado.
Lo que describió Efraim Castillo hace 43 años quizás no se parezca tanto al mundillo de la publicidad actual (creativos, agencias, medios) ¿O sí? Ya me podrán comentar mis amigos publicistas.
Lo que creo que no ha cambiado tanto es lo que narra Castillo en el capítulo Radiografía de un consumidor (Cfr. Página 73, obra citada). Es un relato que desde el principio atrapa al lector. Describe con agudeza cómo una campaña publicitaria saca de balance a aquel hombre común, cumplidor de sus deberes, apacible, de rutina previsible entre su hogar y su trabajo. El anuncio perturba la cotidianidad de ese ciudadano, le provoca insomnio, invade su privacidad hasta generarle dudas sobre sí mismo.
El mismo mensaje se repetía una y otra vez a través de la televisión, de los periódicos, de la radio, de las vallas.
El protagonista de la historia de Efraím Castillo fue asediado de tal manera por la campaña publicitaria de una nueva hoja de afeitar. Se sentía acorralado. Tan sitiado se veía, que termina rindiéndose y compra esa nueva navaja, la que le afirmaría su condición de hombre moderno, de héroe, de superhombre, de ciudadano actualizado.
Radiografía de un consumidor, de Efraím Castillo concluye de la siguiente manera:
“-¡Voy a probar la hoja! –se dijo y la calma vino a él.
“Al día siguiente, cuando se afeitaba con la hoja X se sintió aliviado. Se creyó un superhombre, un genio, un batman, etc. Quería gritarle a su mujer que era feliz, que estaba subido al tren del progreso. Ni siquiera se dio cuenta del pequeño hilillo de sangre que le bajaba de una mejilla. Sinceramente, aquel hombre estaba “penetrado”… y no se daba cuenta.”