‘’Que nunca nos falten hilos para cocer nuestros sueños’’

Luisa Navarro.

Luisa Navarro, historiadora, ensayista, narradora y poeta, en este cuento infantil hace uso de componentes fabulosos que asombran y favorecen en la experimentación de diferentes temáticas y emociones, de un modo singular y encantador. Un cuento que maravilla con metáforas para hablar con los niños sobre el paso del tiempo y esas emociones que nos brindan los abuelos en nuestro existir. ‘’De aves, flores, mariposas y libélulas’’ hila con maestría el tema de la muerte, aunque sea incómodo y complicado de hallarle una explicación.

Estar acongojados ante el deceso de un pariente o amigo es usual en los grandes como en los pequeños y lo que no queremos los padres es que nuestros hijos estén afligidos. Hay que acompañarlos en este difícil momento. Esta historia es un recurso para acompañar a los infantes después de la partida de alguno de los abuelos. Normalmente el deceso de uno de ellos es la primera muerte a la que estos se enfrentan en su ambiente próximo. Este momento siempre será recordado. La tristeza y desasosiego que los infantes sienten ante la muerte de un familiar puede sentirse física y emocionalmente.

En este proceso es nuestro deber apoyarlos y ayudarlos a entender y aceptar esta realidad. Hacerles comprender que duele y que a los adultos también nos lastima. A los chiquitos hay que darle ánimos para que expresen su sentir con palabras, dibujos y con la escritura. Es reconfortante tener una relación con el familiar que ya no está, manteniendo recuerdos, hablando de esa persona, creando culto en su remembranza. Es relevante estimular el desarrollo afectivo, el amor por los seres queridos y fomentar la inteligencia intrapersonal. Este cuento en este punto es un conducto perfecto para favorecer la comunicación en los niños, así como la expresión de sus sentimientos.

Los abuelos siempre serán eternos más allá de la muerte. ‘’Para extender al infinito el hilo del amor por mis queridas abuelas’’ ¡Qué bellas son tus manos, abuela! ¡Qué bellas tus manos con surcos de bondad! Son manos que dicen un cuento con menos pesares y más dulzuras en mi alma. Tus manos, abuelita, diáfanas, gozosas, me han empolvado con candor de la misma luna. Miro las mías y sé que un día serán parecidas a las tuyas.

Podemos llorar cuando una abuela se nos va, o sonreír porque ha vivido y nos ha hecho tan feliz. También podemos cerrar nuestras miradas y orar fervientemente para que regrese de la muerte. Puedes abrir de par en par tu mirada y con los ojos brillosos por el llanto mirar lo que ha dejado dentro de tu mundo. En tu corazón el vacío va girando, pero puedes llenarlo de sus recuerdos tan bonitos con ese amor que te brindaba. Tú decides al final llorar, sellar tu mente, tener mucha amargura y darle la espalda a las vivencias compartidas, o tan solo decidir recordar lo que ella compartió siempre contigo: risas, alegrías, toda la ternura y seguir por la vida con todo ese caudal. Las abuelas son merecedoras de todo sin pedir nada a cambio. Nos cuidan, protegen, nos aman, y acompañan.

Luisa Navarro, en este cuento le hace un homenaje a sus abuelas. Un cuento con metáforas para contarles a los infantes sobre la marcha el paso inminente del tiempo y sobre esas emociones que suscitan en nuestra alma y corazón las abuelas. ‘’Así que me senté en el primer peldaño de las escalinatas de entrada a la casa, como siempre, pegada a las faldas de mi abuela’’

La autora nos va transportando en la medida que leemos a mundos imaginarios llenos de magia y enigmas. ‘’Hubo una mujer que cocía a mano: zurcía pantalones y hacía ojales con gran destreza. Durante mucho tiempo ahorró con un solo propósito: comprarse una máquina de coser’’. Esta literata desentraña ese ancestral arte de zurcir y coser en máquinas mecánicas, donde las mujeres ponían tanto cariño y esmero cuando zurcían con esas manos abiertas y ávidas para remendar cada pieza única que no queríamos perder.

Las mujeres que cosían eran guerreras con destreza y artífices con corazón. Las artesanías surgen con los anales del hombre. El dinamismo de la humanidad anterior a la revolución industrial se fundamenta en la destreza manuable y el talento artesanal. Los sucesos principales para que se diera esta revolución son los siguientes: El auge de nuevas tecnologías de metal, el desarrollo de las ciencias físicas y químicas, la locomotora de vapor y consumo de combustibles. Esto afectó a los artesanos, que se enfrentaron a la preparación y profesionalidad de la fuerza laboral y a la pericia de las maquinarias que aproximaron a muchos individuos a los privilegios de una instrucción vanguardista y con esto también a nuevas facilidades.

Como consecuencia negativa la actividad artesanal disminuyó con este crecimiento industrial, ya que con esto se logró fabricar una gran cantidad de productos en un tiempo menor y se conseguía un precio mínimo. Cambió de forma drástica la vida de los artífices. Los artesanos todo lo que hacían con las manos lo hacían con el corazón, porque corazón y manos se enlazaban para la creación donde ponían empeño y alma, no una elaboración rápida, robotizada como tenía que ser con la revolución industrial. ‘’Con la llegada de las modernas máquinas de zurcir eléctrica, su clientela se redujo’’.

Luisa Navarro, en esta historia que asombra, hila en duermevela, nos borda un cuento que aprendemos a finos zurcidos, transformamos de codal en hebra la vida en sus sedas y lienzos pintados. Su narrativa se sitúa en lo afable (cariñoso) y consigue adecuar un final sorpresivo partiendo de acontecimientos particulares de la vida simple. Este relato es una obra creativa en sí misma. La lírica en su trama es un aliento a los sentidos. Las ilustraciones que tiene de la artista del pincel Janet Pérez Rosas nos sumergen en una travesía estética que deslumbra. Imágenes atractivas con una visión en color que es un deleite a la vista cuando se desliza por estos delicados trazos iconográficos. La alocución prosística de esta escritora nos convoca a degustar sus letras hasta el final de lo descrito.

La autora demuestra que no es solo el número de herramientas que se posean para concebir una cosa bella, es la preparación en dirección a emplear la inventiva lo que vale más. Un cuento para hilar y deshilar, hilvanar y desatar, desprender y asimilar. Una guía para desabrochar senderos con la aguja entre los dedos cual si fuera un arma. Con un dedil atravesado a manera de broquel que ovilla dédalos y le impregna pura vida a la prontitud para terminar transfigurándola en una historia de fragmentos inmejorables, en los que el talento rodea la sencillez y la manualidad se adorna de esplendor, midiendo, cronometrando, cociendo y recociendo.

Este rescate del arte en el zurcido es una evocación placentera a esta antigua práctica (atávico oficio) una enérgica actividad de restauración auténtica en el plano físico y espiritual. Los artesanos practicaban la tolerancia y la sabiduría de que ‘’menos es más’’. El hilo y la aguja son piezas que tienen muchos siglos en la existencia. Por medio de ellos el ser humano ha podido unir las superficies que posibilitaron vestir la humanidad. Tal vez no teníamos una aproximación continua con la labor de la costura pero siempre estuvimos abrazados a ella. Teníamos la caja o costurero con hilos y agujas lo que nos permitía salir de aprietos cuando se desprendía algún botón o se descocía una prenda de vestir. La representación más verosímil eran nuestras abuelas, en esa relación mágica de ellas con el hilo.

¡Qué tributo tan hermoso hace la autora a sus abuelas en este escrito! ¡Qué emoción debió sentir cuando veía su a abuela en su máquina mecánica, mirarla por horas zurciendo, haciendo ruedos, elaborando prendas, diseñando ropas, ajustando dobladillos y dibujando patrones! Asistimos gracias a las remembranzas (memorias) de Luisa Navarro, a su sutileza tierna y discreta elocuencia en esta ceremonia creadora de una voz y un mundo de sentidos únicos que nos transportan a leerla. En este libro las figuras cuentan el cuento en sus pigmentos de color sobre esos sacos blancos documentando su realidad inmediata, reflejando en sus imágenes la naturaleza en el Puerto, de San José de los Llanos. En el soporte de sus sábanas como lienzos veía el arte en los animales y flores de su campo (ventana abierta a su creación).

Luisa Navarro entreteje sentimientos aunados al amor, la paciencia y solidaridad. Propicia para el lector el desarrollo intelectual, creativo y emocional. La percepción de los sentidos clásicos se abre expectante a tantas probabilidades. Antoine de Saint-Exupéry sostiene que: ‘’Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos’’. La literata nos deja un contenido inmenso del sentido real de las cosas sublimes, nos eleva con su esencia imaginativa, que asombra y cautiva. En su lenguaje tiene un simbolismo exquisito, una semiótica cuidada. Sus planteamientos claros, interesantes y significativos, con un atractivo discurso.

Esta literata con su madeja de pensamientos deslumbrantes configura, como el cabrestante, la noción de lo material, de lo vacuo, su calma y hermosura. Es un libro que deja huellas, nos acerca a trama del arte, la artesanía y la moda, es una evidencia a una entrada abierta que da paso a un universo que va bifurcándose, desmadejándose hebra a hebra. Ella escribe en este presente elevando la artesanía textil de un pasado que todavía nos convoca con sus técnicas antiguas y nos atrapa en su rotundidez. Celebra el vetusto trabajo del zurcido que a partir de tejidos viejos fabricaba un traje o un vestido transformándolos y que terminaba ostentando un soplido indeterminado. En la actualidad hay artistas que indagan en ese campo fructífero que fue, y estos  siguen hallando magia en sus pasillos para perderse o encontrarse.

Gracias, querida Luisa por poner en nuestras manos la mejor costurera, esa que cosía prendas inigualables y cortaba con precisión audaz satén y adúcar. Gracias por bordar tanta esencia en estas sílabas unidas. Esta alegría de leerte se cose y al final el objetivo en esta vida es hilvanar sueños, esperanzas y recuerdos hermosos. Avanzar a través del legado bueno que dejan en lienzos, urdimbres y trama nuestros antepasados. Cada puntada es inexorable. Agujas inoxidables. ¡Cuántos agujeros remendados en el alma! De seguro que, en el infinito, abuelas como las tuyas, las mías y de algunos otros tejen, bordan, zurcen esas nubes que miramos arrobados.

Hoy y siempre todas nuestras abuelas merecen nuestra gratitud por todo lo inestimable que nos han legado, desde ese espacio donde nos zurcían e hilaban nuestras vidas cuando se rompían en pedazos, nos ajustaban los errores y desaciertos, deshacían nudos y dificultades con puntadas certeras que hoy, junto a Luisa, con la mejor de las sonrisas podemos recordar.