Los gerundios, en tanto pesados adjetivos calificativos, nunca han sido buenos para títulos, excepto ahora en Quemando, una pieza que establece un nuevo nombre de respeto en teatro y que lo muestra como artista, más allá de su temperamento aparentemente inaguantable y cortante: Carlos Castro, dramaturgo y director.
Quemando, muestra a su creador como artista detallista, formado en la producción de contenidos teatrales para la historia de la escena latinoamericana.
Quemando es un gesto escénico actoralmente exigentemente espartano y único en las capas dramáticas de su desarrollo, demandando el empleo a niveles extraordinarios de la voz, ante la inmovilidad que establece el libreto, envolvente por textualidad que involucra al espectador como nunca antes se había logrado.
Al salir de la Sala Ravelo, nos dijimos, recordando al poeta Jesús Sosa, “Por dios, que vuelva a suceder”.
El VII Festival Nacional de Teatro ha permitido reposiciones de piezas de considerable valor artístico, de entre la cuales resalta Quemando, (Carlos Castro), expresión de una concepción moderna inédita en su esencia para el quehacer teatral dominicano. Fue presentada en Sala Ravelo el fin de semana con boleteria agotada.
Una obra en la cual los actores solo hablan, sin moverse, y solo leen un libreto, incluyendo la descripción de la escena, los enfoques e intensidades de la iluminación técnica, apoyados solo en su voz, un vestuario negro para incrementar su mimetización que los integra al marco del teatro negro en que se desarrollan y contando tres historias salpicadas tanto del sarcástico humor con uno de los manejos del lenguaje popular, mejor utilizados que hayamos misto en el escenario teatral dominicano, en los últimos anos.
Es una obra de actores. Es su capacidad expresivo-interpretativo, teniendo que alternar sus tonalidades cuando refieren indicaciones técnicas y descriptivas del autor, a cuyo desafío.
Se tiene en Quemando un Fausto Rojas sorprendentemente efectivo, de una sólida presencia que acentúa los tonos dramáticos y de humor en escena,
Cindy Galán, quien logra su mejor actuación teatral hasta el momento, evidenciando que el país tiene en ella una de sus estrellas de la actuación. Excelente en su manejo de las capas dramáticas, fluida, inundando de emotividades al público.
Francis Cruz, talento que se ha forjado desde lo más sencillo (el humor de vaudeville de manos de Germana Quintana) para crecer en estatura actoral, de que dio muestra en cine en Colours (Luis Cepeda 2019) – en que interpretó un mismo personaje en tres etapas (juventud, adultez y envejecimiento).