El desarrollo no puede permanecer ajeno a la cultura y a los derechos humanos en general. No es posible implementar prácticas sostenibles si el desarrollo no parte de un profundo conocimiento de la identidad cultural (ONU).
La categoría Desarrollo Cultural se define como un proceso a través del cual un estado -o cualquier ámbito territorial, incluyendo el municipio, la comunidad y en una escala más reducida, el barrio- incrementa la participación de la población en la vida cultural y promueve la creatividad de todos los ciudadanos.
No hay desarrollo sostenible sin desarrollo cultural. La comprensión de este precepto ha llevado a las naciones del mundo a establecer principios y derechos culturales cónsonos con la realidad de cada pueblo en particular, y a convertirlos en piezas fundamentales de la palanca que habrá de impulsarnos en la búsqueda de una vida sana y próspera.
Tomando como referencia estas inquietudes, el 25 de septiembre de 2016 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se trata de un plan de acción en favor de las personas y el planeta, el cual tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia.
Tal y como lo describe la Organización de las Naciones Unidas, la Cultura, en su forma multifacética, aúna a las sociedades y las naciones, y su desarrollo es imprescindible en el proceso de integración de la humanidad. Sus derechos son incuestionables y pecan de irracionales quienes se niegan a aplicarlos, es decir, aquellas naciones o líderes políticos que excluyen de sus objetivos los componentes de la dignidad humana e impiden que las personas y las comunidades tengan acceso a la cultura y puedan participar en la expresión del arte que sea de su elección.
¿Qué hacer en nuestro país o en cualquier otro con las mismas características para dar un salto cualitativo en el desarrollo social a partir de programas culturales que eleven la sensibilidad y capacidad de los habitantes y así ponernos en la lista de las naciones que están decididas a poner en marcha los derechos culturales, sin los cuales jamás lograremos estructurar una sociedad justa y decente?
Como hemos estado huérfanos de políticas culturales dirigidas a acercar a nuestra población al encanto de la creatividad, hemos preparado un listado de ideas y acciones para resolver este dilema, si existe voluntad para ello, pues históricamente este tema ha sido vedado.
En este sentido, he dividido el trabajo en dos etapas.
Primera etapa:
Hacer un levantamiento o censo de los niveles culturales de nuestra población, así como de la carencia de herramientas educativas al servicio del arte. Esas herramientas son muchas, y las vamos a enumerar, si no todas, las más importantes:
-estructura física disponible para la enseñanza artística (requiere de diseños distintos de las edificaciones tradicionales);
-cantidad de profesores capacitados para la enseñanza artística;
-cantidad de grupos artísticos oficiales e independientes, gestores culturales y promotores de eventos;
-grupos artísticos dependientes de las alcaldías;
-cantidad de profesionales del arte para impartir talleres de formación artística y diseñar estrategias culturales, con el objetivo de que los participantes se conviertan en educadores y asuman la responsabilidad de enseñar a otros.