La galería La Rotonda, del Palacio de Bellas Artes de Santo Domingo, cuelga en sus muros, hasta el 10 de noviembre, la exposición Variaciones de la Luz, del artista plástico, inventor y restaurador de obras de arte, Prandy Pérez.
Una vez afirmamos que la fotografía es el arte de zurcir luciérnagas, y nada más aplicable a los fascinantes experimentos de fotografía cinética- creativa de este artista dominicano, nacido en Duverge, pero formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en Estados Unidos, en el Centro de artes aplicadas, de Madrid y en la prestigiosa Escuela de arte de San Fernando, adscrita a la Universidad Complutense de Madrid.
Prandy, con cerca de medio siglo de academia, por un lado, y de experimentación libre, por el otro, apuesta a la innovación, a la mejora, en lo estética y facturalmente posible, de la figura escrita o dibujada por las distintas aperturas y espacios de claroscuro, que le permite su cámara fotográfica. Sus cuadros son expresiones libres de su voluntad, y hasta de su atrevimiento creativo, que sugieren un dialogo, tal vez ineludible, con el ojo que contempla sus trabajos y abstracciones.
Acaso el venezolano, Fernando Cruz Diez, con sus aciertos, sea el referente más cercano, en el tiempo y el espacio, para el estudio del arte cinético, el arte del movimiento objetivo, sugerido o provocado de la obra visual. Hace unos años los silos de la vendida vaca muerta, empresa Molinos Dominicanos, lucieron unas obras monumentales de Cruz Diez, pero ya han desaparecido por la brocha de la voluntad y capricho de los políticos.
Una de las diatribas interminables del arte, es hasta donde puede o debe llegar la libertad creativa o creadora del artista, en caso de este tener límites, que podrían ser morales, como descartaba Oscar Wilde, o del sentido del contenido y carácter de la expresión que habita en sus obras, la respuesta siempre es y debe ser, que no hay límite alguno, y menos moral, a la libertad creativa del artista, encerrado en su catacumba solitaria. Todo arte es esencial y básicamente inmoral, por su interés permanente de sustituir y asaltar la realidad objetiva, la realidad vulgar.
La reconocida critica y cultora del arte dominicano y universal, Marianne de Tolentino, directora de la Galería Nacional de Bellas artes, comenta en el catálogo de la exposición que, a veces Freddy Pérez Arias integra objetos, hilos y encajes, pero de ninguna manera le interesa retratarlos, sino a través de ellos, enriquece los enfoques de su Kaleidoscopio y conseguir otras seducciones cromático-formales. Termina la cita.
Cuarenta obras en distintos formatos están atentas a que algún ojo contemplativo los busque, entre martes a sábado, de 10 de la mañana a 5 de la tarde, hasta el 9 de noviembre, en la Galería Nacional de Bellas Artes.