El Estado de Israel bombardea casas en plena madrugada mientras dos millones de palestinos en los territorios sitiados y ocupados de Gaza y Cisjordania duermen. Las fuerzas de ocupación del ejército israelí matan transeúntes, niñas y niños palestinos, mujeres. Gente inocente. Destruyen árboles y huertos. Controlan el acceso al agua.

El Estado de Israel tiene a su servicio un sistema legal de tinte racista que discrimina a la población palestina dentro del Estado sionista y en los Territorios Ocupados  y al mismo tiempo, encarcela a revolucionarios, chiriperos, obreros y poetas, a veces por protestar o denunciar los crímenes represivos, a veces por defenderse de los colonos paramilitares de ultraderecha, y también  otras veces sin estar acusados de nada, bajo detención administrativa indefinida, que puede durar años.

Actualmente hay más de mil doscientos presos bajo esta figura arbitraria y dictatorial. Y todavía así hay quienes defienden honrar en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo a la maquinaria de terror que mantiene al valiente pueblo palestino en estado de zozobra desde 1948, e incluso desde mucho antes de la fundación del Estado sionista.

En la República Dominicana, el gobierno del presidente Luis Abinader planea rendir tributo al Estado de Israel durante la XXV Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2023 (FILSD 2023). Esto ocurrirá a pocas semanas de que el gobierno anunciara, con bombos y platillos, la asesoría de una compañía israelita, Mekorot, con miras a la privatización del agua en la tierra de luchadores por la vida y la libertad como Mamá Tingó, Lemba y Amín Abel Hasbún.

El tributo al Estado de Israel en la FILSD 2023 provoca interrogantes: ¿Por qué la Cancillería y la Presidencia de la República ordenan al Ministerio de Cultura homenajear a un régimen de apartheid que mancilla, maltrata, humilla y asesina a un pueblo noble y luchador como el palestino? ¿A quién se le ocurre en pleno siglo veintiuno honrar a genocidas y racistas?

La respuesta no es difícil de encontrar, pues está registrada en la palestra pública a través de los titulares de los diarios, y en particular a través de las redes sociales, ese periodismo ciudadano al que tanto le teme la clase dominante dominicana.

Leemos y vemos que se está llevando a cabo una campaña de persecución racista y xenófoba en contra de personas de origen haitiano, la cual incluye arrestos, abusos y maltratos de la policía y el ejército dominicano en contra de mujeres embarazadas dominicanas de ascendencia haitiana y la comunidad haitiana en general.

Vemos infantes colgando de las temidas camionas (la versión moderna del cepillito trujillista) en medio de deportaciones masivas, arbitrarias, violentas, deshumanizantes. Y mientras tanto, vemos a gente de la calle, a ese pueblo dominicano noble, amable y solidario, grabando los abusos con celulares, denunciando, alzando la voz ante escenas crueles y degradantes.

Es importante resaltar que el pueblo dominicano es un pueblo en el que abundan las expresiones de solidaridad y que frecuentemente ha estado al lado de los oprimidos, entre los cuales se encuentran el pueblo palestino. Al tener a Israel como país invitado en la Feria del Libro, el gobierno promueve su propia agenda, de espaldas al pueblo dominicano, presentando como ejemplo a seguir a un régimen de apartheid y procurando mostrar a EEUU que se es aliado de sus aliados.

En cierto sentido, la FILSD 2023 le da continuidad a las políticas racistas, anti-democráticas y chovinistas del peledeísmo, que por más de dos décadas les cobijó a los sectores más reaccionarios del patio.

Solo hay que echarle una ojeada al programa de la FILSD 2023 para darse cuenta de que un gran número de los escritores e intelectuales a cargo de ponencias pertenecen a la franja del nazionalismo dominicano y muchos de ellos participaron activamente en la campaña racista de la década de 1990 orquestada por una alianza electoral entre balagueristas, trujillistas y peledeístas en contra de José Francisco Peña Gómez, candidato presidencial en ese entonces del PRD.

La FILSD de este año no es más que un instrumento propagandístico para lavarle la imagen al gobierno israelí y legitimar sus políticas colonialistas y genocidas que forman parte de los pilares del sistema apartheid que rige esa nación, aliado de los poderes imperialistas de Washington y en Europa. En fin, la FILSD no tiene que ver nada con promover la lectura y el libro y refleja la visión elitista, provincialista y pro-imperialista de la élite en el poder.

Hay un boicot de la FILSD 2023 al que se han sumado más de doscientos cincuenta escritores, artistas, intelectuales y activistas de 28 países del mundo. La declaración, a la cual me he sumado, es una denuncia pública del giro ultra-derechista del gobierno dominicano:

“Quienes suscribimos esta declaración, artistas, escritores, intelectuales y activistas, expresamos nuestra solidaridad con el escritor haitiano Jhak Valcourt, quien fue arrestado la mañana del día 13 de julio por agentes policiales y llevado a dos cuarteles de la ciudad de Santo Domingo, antes de ser trasladado al centro de detención de Haina, a pesar de tener sus papeles migratorios en orden. Valcourt tiene 11 años viviendo en la República Dominicana y durante todos estos años ha forjado lazos de colaboración con escritores dominicanos. Su caso ilustra cómo la política de deportaciones masivas contra inmigrantes haitianos en República Dominicana se fundamenta en el perfilamiento racial y la discriminación, con un virtual Estado de excepción donde no se respeta ninguna garantía legal o constitucional.

“Rechazamos de manera contundente la política migratoria discriminatoria del Estado dominicano que en estos últimos meses ha intensificado su violencia. También rechazamos la cooperación entre grupúsculos neofascistas y las autoridades, por ejemplo con las “marchas patrióticas” organizadas por una institución oficial, el Instituto Duartiano, así como la reciente admisión del militar genocida Ramiro Matos a la Academia Dominicana de la Historia. Todos estos hechos, junto a la legalización de un partido trujillista marcan el acelerado deterioro antidemocrático del país.”

Reitero mi apoyo al boicot de la FILSD 2023 e instó a escritores, artistas y editoriales a alzar la voz y expresar su rechazo a honrar al Estado genocida de Israel. Ante la deriva autoritaria en suelo dominicano y en el resto del mundo, el boicot a la FILSD 2023 es una denuncia del apartheid aquí y allá, la cual busca contribuir a romper el silencio, en pos de la democratización de los espacios culturales y de la sociedad en general. Es también una forma de defender la Feria del Libro y luchar para que sus futuras ediciones se realicen sin censura, sin persecución, sin homenajear genocidas y con la más amplia participación popular.