(Abrazos desde aquí, para Marino Berigüete, Odalís G. Pérez, Manuel Matos Moquete, Fernando Fernández, y al Dr. Alex Ferreras, — Voces de la sureñidad trascendente y cimarrona).
Ponencia desarrollada en 5TO. Festival Literario-Sur, el día 19 de febrero del 2023, durante el coloquio sobre "La sureñidad".en San José de Ocoa.
Somos voz y vida de una sureñidad que trasciende nuestra insularidad.
Si nos remontamos a las acciones de poder del mal llamado "descubrimiento" de nuestra isla, de manera especial de Quisqueya o Babeque (1492), nos encontramos con que, en medio de las acciones de poder, existieron voces cimarronas, disidentes, como la del indígena aquel, a quien la iglesia católica, apostólica y Romana, bautizó con el nombre castizo de "Enriquillo" (Caonabo), queriendo borrar la acción libertaria de quienes se sublevaron y enfrentaron el poder militar y económico del ejército y el dominio político del naciente imperio Español, en nuestra isla.
Aparte de esa posición beligerante de ese sujeto indígena, españolizado, también surgieron otras voces contra el amo, en reclamo de sus derechos como gente, con una mente, con unos ojos, un sentir y con un amar, con un odiar y un necesitar, como fue el caso de Sebastián Bantú (Lemba).
Cuando trato este tema, no puedo dejar de señalar las voces de un poeta, narrador e investigador dominicano, llamado Dr. Odalís Guillermo Pérez Nina; tampoco puedo dejar de citar el nombre del poeta y narrador, Marino Berigüete; ni al poeta y narrador, Alex Alfonso Ferreras Cuevas; ya que hemos discutido, en torno a esa temática, de manera sistemática, hasta el punto de que hemos creado un chat especial con ese nombre de "Sureñidad", como una forma de ir trazando líneas filosóficas que nos acerquen a su centro de especificidad semiótico-, antropológica, cultural y política, más allá de lo geográfico.
Aclaro, nosotros no hemos inventado ese término, el cual está por encima de cualquier protagonismo fatuo, lo hemos acuñado… para ponerlo en crisis, desde nuestras utopías.
Nosotros sí que hemos potencializado su indagar , su investigar, hasta inducir a los espacios académicos y de gestión cultural, a tenerlo muy presente en la búsqueda y consolidación de nuestras identidades, como nación. Tal y como ha ocurrido en este 5to. Festival Literario-Sur, en San José de Ocoa, de 17/19 de febrero del 2023.
Esa decisión de organizarnos al respecto, tiene el objetivo de coordinar un evento cultural o un coloquio especial, en el mes de marzo, en Azua, para tratar de proyectar una mirada crítica a ese concepto, desde sus diferentes acepciones lingüísticas, literarias, estéticas; filosóficas; educativas, antropológicas, sociales, religiosas, culturales e identitarias, más allá de los linderos regionales.
Ese evento cultural está pendiente de realizar, lo antes posible y en él queremos que analistas de sociología, la lingüística, la crítica literaria, la política y la antropología, puedan participar de manera activa y beligerante.
¿Qué es la sureñidad? La sureñidad es la expresión del sentido de gente o de sujeto; espacio; lugar; paisaje; vecindad; o como plantea Manuel Matos Moquete, al decir que la sureñidad es un concepto que induce al "convite", a la junta de sujetos o que nos convoca a agruparnos, para realizar algo hacia lo individual o para una colectividad determinada, como defensa contra algo que, aunque no está ahí, lo esperamos, en precaución.
La sureñidad es la manifestación de un realismo mágico que nos es propio, por naturaleza. Es también expresión de una situación climática y de una sequía que se trasplanta en ADN-vital, y se aposenta en nosotros, en nuestro rostro árido, terso y seco, por fuera, pero florido y fecundo, de nuestra gente, por dentro.
Al escuchar el llamado de salutación que hacen los escritores Manuel Matos Moquete, Avelino Stanley, Tony Rafúl, Mateo Morrison; Julio Cuevas; Julio Villar; Dagoberto Tejeda y Freddy Aguasvivas, del economista Alexis Cruz, Odalís Pérez y Marino Berigüete, entre otros, veo, escucho y siento el poder político y Humanístico que nuestra sureñidad simboliza, y al mirarme en mi propio espejo, descubro que vamos más allá de los poderes fácticos que nos circundan.
Somos un poder continental, y desde ya lo asumimos con racionalidad política, dentro de las políticas de Estado. Estamos en el justo posicionamiento estratégico de hacer realidad utopías tangibles, como inducir a que se desparrame el agua de la "Presa de Monte grande ", convertida ya en demagogia de la farándula politiquera y sobre la que, el 17 de junio del 2022, en uno de los tantos comunicados estatales, se dijo que ya estaba lista en un 74%, y que, salvó a inconvenientes imprevistos, sería entregada, en diciembre y ya estamos en febrero del 2023.
Pues, con nuestras voces, será convertida oleaje de espuma y yodo, sobre los matízales, guanábanas, plátanos, yuca, guandules, nísperos, uvas, mangos y cafetales, sepultando aquellos insulsos y demagógicos diálogos diplomáticos comerciales.
Porque la sureñidad es también discurso militante y es piropo del sueño de los Parrales o de mis uvas, de mis candentes Tabardillos.
La sureñidad es expresión que manifiesta poeticidad y el sincretismo creciente de una dialogía permanente, entre el realismo mágico que nos circunda y nuestra realidad tangible, la que también es fantástica e intangible, a la vez, sin dejar de apuntar hacia los cimientos de nuestra realidad sociopolítica, económica, educativa, antropológica, lingüística y cultural.
Como dice David Foitzick Reyes, en su tesis doctoral "PARADIGMA POÉTICO DE LA ZONA SUR DE CHILE", presentada el 14/11/1979, para obtener su doctorado en Filosofía, en la Facultad "Friedrich-Schiller- Universität Jena, (La Universidad "Friedrich Schiller"de Jena, Turingia, en Alemania, fundada en el 1558):
(…) CAPÍTULO II: PROCESOS HISTÓRICO-IDENTITARIOS
1.1. Procesos histórico-identitarios de la zona sur.
"Para analizar la poesía de estos territorios, es necesario conocer la relación de la historia con el lugar de producción de los textos poéticos. Es decir, y para efectos de esta investigación, se sitúa territorialmente la poesía, lo que es un acto arbitrario, pero que me permite trabajar la investigación sobre la base de argumentos sólidos –como por ejemplo–, el hecho de por qué analizar la poesía de esta zona y no de otras, dar cuenta de por qué esta poesía tiene rasgos diferenciadores; permite, además, argumentar que esos rasgos obedecen a una historia y memorias distintas de otras zonas del sur y del país y permite además, dar cuenta de la relación de los poetas con el lugar de enunciación. Lo anterior puede resultar complejo y hasta contradictorio, debido a que recién, en la historiografía que nos devela la modernidad, es posible reconstruir un pasado un poco más justo con los pueblos originarios –y por ende, se otorgan nuevas significaciones a los hechos–, los que constituyen una de las vertientes identitarias y matrices culturales más importantes de esta poesía; a la vez que permite que el análisis no caiga en una perspectiva a-tópica de la poesía, lo que contrastaría de cierta forma, con la perspectiva de no-lugar a la que adscriben algunos de sus autores. Contradicción aparente que se analiza, y de alguna manera se resuelve, en los capítulos al final de esta tesis, donde se trabajan algunas poéticas representativas de esta zona". (Ver tesis doctoral citada, pág. 26).
(…)
Entre los primeros autores que fijaron su mirada hacia nuestro paisaje reseco y árido, pero florido de albahaca, limoncillo, cayuco y pachulí, hay una voz de espada, charretera y mando militar que, aunque no lo exprese desde la poesía, la narrativa o el teatro, lo estampa en sus memorias, recuerdos y acciones de encuentros estratégicos , se trata del mirar y el amar, y el sufrir de don Máximo Gómez ( 1836/11/18 – 1905/06/17), quien, a pesar de su espíritu guerrero, internacionalista y anticolonialista, NUNCA, apartó su corazón de su pueblo natal, Baní, ni de su región sureña, como espacio geográfico, parte de su proyecto de lucha y como recuerdo de sus proyectos político -militares, vitales.
(Ver "Diario de Campaña del Mayor General Máximo Gómez", La Habana, Cuba, 1898. Librería del Congreso de EE. UU.). O leer este pasaje de su obra-memorial, titulada "El viejo Eduá"
(…)
"Además, el viejo Eduardo portaba terciada una valija tremenda que contenía todos mis papeles y libros y que pesaría 15 libras próximamente.
Aquel hombre viejo en las horas de refriega era necesario que el lance fuera muy comprometido para que se retirara a largas distancias, por más que yo, en tono de reconvención cariñosa, le decía: «Eduá, si me pierdes la valija te fusilo». –No, mi General, no se perderá –me contestaba".
(…) (Ver la obra "El viejo Eduá", de Máximo Gómez.
("El viejo Eduá")
Edito Editorial José Martí, 2005.
Procedencia del original: – Universidad de Indiana.
Digitalizado: – 25 Agosto – 2008.
ISBN: – 9590903118, 9789590903113
N.º de páginas: – 133 páginas.
La sureñidad es multiplicidad semiótica y estética de nuestra lengua, manifestada en la construcción de las cimientes independentistas de nuestra patria. Basta con recordar a Tomás Bobadilla y Briones y aquellos otros héroes de los que hoy sus nombres señalan nuestra ruta de existencia. Fue en nuestro Sur que nació el grito de independencia redimido por Juan Pablo Duarte.
La sureñidad es expresión de las identidades de nuestro territorio, por lo que trasciende su espacio semántico y político, para adquirir dimensión de multiplicidad sincrética y política, en este tiempo de globalización y ciberconexión digital.
Para José Rafael Lantigua, "Hablar de la nacionalidad dominicana, es hablar del Sur. Hablar de la historicidad como símbolo de las mejores causas nacionales, las que forjaron la realidad viva de la República, es hablar del Sur. Hablar de la configuración de la identidad nacional, es hablar del Sur. Y hablar de la literatura dominicana, como forja creadora, es hablar del Sur".
(Ver periódico "Hoy", del 10/2/2006).
Nuestra sureñidad va más allá de los cuentos de galipotes, fantasmas y vacases, para remontarse en la punta más alta de nuestra literatura, con las narraciones de autores que, aunque arrastrados por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), han situado la simbología metafórica y multiexpresiva del sur en su poética, como lo hizo el poeta de la Generación del 48, Lupo Hernández Rueda (29-7-1930-/23-10-2017), junto a un sueño, poeta banilejo, llamado Héctor Incháustegui Cabral ( Nació en Baní el 25 de julio de 1912 y falleció en la ciudad de Santo Domingo, el 5 de septiembre de 1979), quien, desde sus "Poemas de una sola angustia" (1940), hizo trascender la poeticidad que emana de la sequedad y del espíritu cimarrón sureño, como también lo hizo Freddy Gatón Arce (Nació en San Pedro de Macorís, el 27 de marzo de 1920 y murió el 22-7-1994 ), en sus obras "Trece veces el Sur" (1970) y "Magino Quezada" (1966).
Otro que fijó su canto en el horizonte sureño, fue Lupo Hernández Rueda, en quien podemos encontrar una inmensa sureñidad trascendente, más allá del plano de lo ficcional y/o de la poeticidad fluyente, como aparece en "Crónicas del sur" (1984).
Ya antes, lo habían hecho Freddy Prestol Castillo (nació en San Pedro de Macorís el 24 de junio de 1914 y falleció en Santo Domingo el 20 de febrero de 1981), desde sus obras "El Masacre se pasa a pie", (Narración, 1973 ), entre otras narraciones de su autoría, como los (Cuentos): "La Tragedia de Juan Marte"(?) "El Buey Cabo e Vela" (?), "Tierra y Herejía" (?), y sus novelas "Pablo Mamá"(1973)(1985 )y "El Masacre se pasa a pie" (1973), obra ya citada.
Ramón Marrero Aristy ( -), Néstor Caro (-), José Rijo ( -) y Miguel Angel Jiménez ( -)
"Otros escritores, como Ramón Lacay Polanco, quien, aunque no llegó al Sur como uno de los tantos traslados arbitrarios de Trujillo, supo vincularse con la naturaleza y con la realidad del Sur, y se internó en sus esoinadas montañas y situó su imaginario en leyendas sureñas y "construyó un haber narrativo inspirado en esas realidades sureñas", sembrando las cimientes para la aparición de la narrativa de la ruralidad (Ver estudio "Historia y consolidación del cuento" (2015), de Jiménez del Campo, Paloma).
De ahí que el “cuento rural”, “cuento de la tierra” o “cuento criollista”, constituye, en estas décadas, la corriente predominante en la República Dominicana, al igual que en el resto de Hispanoamérica.
Los demás autores que pueden ser inscritos en esta tendencia son Ramón Marrero Aristy (1913-1959) con Balsié (1938), José Rijo (1915-1992), Sócrates Nolasco (1884-1980) con Cuentos del Sur (1939), Freddy Prestol Castillo (1913-1986) con Paisajes y meditaciones de una frontera (1943), Néstor Caro (1917-1983) con Cielo negro (1949) y Otilio Vigil Díaz (1880-1961) con Orégano (1949)".
(Ver estudio ya citado, "Historia y consolidación del cuento" (2015), de Jiménez del Campo, Paloma),
Y es que la sureñidad es también ruralidad y es también "modenidad líquida" (Ver primera versión electrónica del 2015), a lo Zygmunt Bauman (Nació el 19-11-1925/en Poznán, Polonia, y murió el 7-1-2017, en Leeds, Reino Unido, ha designado como realidad cambiante, ambigua y en constante transformación.
Rafael Damirón, es conocida en la historia de las Letras dominicanas, por su prosa de ficción, y, en especial, por su novela "La Cacica" (Ciudad Trujillo: Imprenta La Opinión, 1944).
La sureñidad traslimita la realidad mágica y se ubica en el humanismo transformador y crítico, de ahí su acción en constante cimarronía, como único recurso, para su defensa existencia socio-antropológica y política.
La sureñidad se multiplica y se constituye en tronco y raíz de las voces identitarias de esta nación dominicana, por lo que, basta con leer al narrador Sócrates Nolasco,
Diario Librequien, de acuerdo con Lantigua, José Rafael Lantigua, (Periódico Diario Libre, Santo Domingo,R.D, -del 03 de febrero del 2018), C…)"fue un escritor tardío. No hemos podido comprobar las razones, pero creemos que influyó mucho el hecho de haber nacido en Enriquillo, provincia Barahona, en 1884, cuando todavía esa comunidad era una aldea remota y pobre"
(…).
Su lugar específico de nacimiento se llamaba Petit Trou, lo que revela cuán importante era aún la influencia haitiana en esa parte del sur profundo a pesar de que se había producido la independencia de la República Dominicana cuarenta años antes. También fue diplomático y político.
Nolasco permaneció en su ciudad nativa hasta entrada la adolescencia, cuando se trasladó a Santo Domingo, para sus estudios de bachillerato. Ocurrieron situaciones familiares que afectaron, el desarrollo y la proyección de su escritura. "Eran tiempos sombríos para la patria dominicana", nos referimos, a la ferrea dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Consignemos que Nolasco era su apellido materno, pues su padre fue el general restaurador Manuel Henríquez y Carvajal, lo que quiere decir que Sócrates era sobrino de Francisco y de Federico Henríquez y Carvajal, y por lo tanto, primo hermano de Francisco, Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña.
Precisamente, en la escuela que dirigía don Federico, Sócrates realiza sus estudios de bachillerato en Santo Domingo. A los veintidós años de edad, el joven barahonero se marcha a Cuba a estudiar literatura.
A su regreso, siete años después, se instala de nuevo en Barahona a ejercer el magisterio. Pronto, la política lo gana. Comenzó una carrera pública que lo llevó al congreso, como diputado constituyente y luego como senador, y a servir en los consulados de Puerto Rico y Venezuela. Incluso, algo tal vez poco conocido, el presidente Horacio Vásquez le encomendó, en 1924, la fundación de la provincia Pedernales con la finalidad de impedir que continuase el tráfico de habitantes de Haití hacia el territorio dominicano, labor que Nolasco completa en 1927 cuando logra llevar al nuevo enclave geográfico a familias procedentes de Duvergé, Villa Jaragua, Oviedo y Barahona, para dejar constituida la nueva provincia. (Pedernales cumplió pues 90 años de existencia en el 2017).
Es cuando tiene cincuenta y cuatro años de edad –para entonces, casi una edad longeva– que publica su primer libro, El general Pedro Florentino y un momento de la Restauración (Editorial El Diario, Santiago de los Caballeros, 1938). Hace ochenta años de esta publicación.
Desde esa primera obra, Nolasco comienza a manifestar su interés por la anécdota histórica, por la narrativa sobre situaciones y personas de la historia nacional que luego, de distintas formas expresivas, serían constantes en su bibliografía.
Antes de ese libro, sus escritos aparecían dispersos en los periódicos. A partir de su primera obra, comenzó a publicar sus demás obras, las que hoy completan y dan soporte académico a labor bibliográfica y literaria nacional.
"Los Cuentos del Sur" (1939), se dan a conocer un año después de su obra su primer libro, la primera serie de "Viejas Memorias", en 1941. "Escritores de Puerto Rico", en 1953. (Consignemos aquí que este libro fue producto de su estancia en la capital puertorriqueña, donde era asiduo participante en las tertulias convocadas por figuras principalísimas como los escritores José de Diego, Luis Llorens Torres, Nemesio Canales y Luis Muñoz Marín, quien devino luego en fundador del Estado Libre Asociado y en gobernador de la isla borinqueña).
Luego, publicó la antología "El cuento en Santo Domingo" (1957), "Cuentos cimarrones" (1958), "El diablo ronda en los guayacanes" (1967) y la segunda serie de "Viejas Memorias" (1968).
En Santiago de Cuba publicó Una provincia folklórica: "Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo" (1952). En pequeño folleto dará a conocer sus "Comentarios a la historia de Jean Price Mars" (1955), que se insertaría luego en la segunda serie de "Viejas Memorias"; "José María Cabral, el guerrero", 1816-1899 (1963); "Comentarios diversos" (1975); y, "Ocupación militar de Santo Domingo por los Estados Unidos 1916-1924, publicado en 1971. En total, 13 obras.
La primera, repetimos, publicada cuando tenía cincuenta y cuatro años de edad, y la última cuando había alcanzado los ochenta y siete años de vida.
Casado en 1927, cuando tenía cuarenta y tres años, con Flérida Lamarche Henríquez, de quien era pariente, procreó con ella a su única hija, Ruth. La esposa y madre –conocida en el ambiente literario como Flérida de Nolasco- fue una escritora, especializada en música y folklore. Don Sócrates Nolasco murió en Santo Domingo (no en Santiago de los Caballeros como se ha afirmado) el 2 de julio de 1980, a los noventa y seis años.
No basta con leer "El diablo ronda en los Guayacanes", cuentos (1967), de Sócrates Nolasco (1884-1980). Santo Domingo, R.D. Editora del Caribe, 1967. 210 págs., para tener una visión más profunda de nuestra sureñidad trascendente, porque la sureñidad nuestra traslimita las fronteras del realismo mágico, del vudú y sus romerías. Somos ya otra cosa, somos aquello… sin lo cual no podemos ser, lo que en realidad somos, significancia que traspasa la discursividad, a partir de la lengua en uso o en movimiento.
Vamos hoy…más allá de nuestra supuesta lejanía, convertida desde ya en franca cercanía, en familiaridad y en abierto y franco covite cultural y político.
Aquí no puede quedarse la voz de Rafael Damirón (Poeta, narrador, dramaturgo, ensayista, periodista y diplomático dominicano, nacido en Barahona (capital de la provincia homónima) en 1882, y fallecido en Santo Domingo el 6 de enero de 1956).
Además, publicó otras novelas como la titulada "Del Cesarismo" (Santo Domingo: Editorial Gnecco y Cia., 1909), "Ay de los vencidos" (Santo Domingo: Imprenta de J. R. Vda. García, 1925), "Revolución" (Ciudad Trujillo: Editora Alfa y Omega, 1940), "Monólogo de la locura" (Ciudad Trujillo: Editora Montalvo, 1944) y "¡Hello, Jimmy!" (Ciudad Trujillo: Editora Arte y Cine, 1945).
Si hablamos de Sureñidad trascendente, no es posible dejar de citar aquí lo sostenido por José Rafael Lantigua, en el Suplemento cultural "Areíto", del 10/2/206, periódico "Hoy". Veamos.:
"Las muestras son contundentes. “Punto Sur”, de Lacay Polanco; “El Pozo Muerto” y los “Poemas de una sola angustia”, de Incháustegui Cabral; los “Cuentos de Sol y Sombras”, de Perelló; los ensayos de Garrido Puello sobre el Sur; o los de Rafael Damirón sobre el Sur remoto; los “Cuentos del Sur”, los “Cuentos cimarrones” o las sabrosas “Viejas memorias” de Sócrates Nolasco; los cuentos de Ángel Suero; y los formidables “Cuentos supersticiosos del Sur”, de Marino Beriguete, el primer libro de textos narrativos dedicado en su totalidad al fenómeno de los simbolismos, los rituales, los embrujos, los aparecidos, los resguardos, los seres extraños y los menjurjes milagrosos en el Sur revuelto de magia y asombro".
El banilejo Héctor Incháustegui Cabral parece recordarnos en el relato incluido en este volumen los mejores trazos de “El Pozo Muerto”, e incluso de su poesía, esa que todos conocemos que nos habla de un Sur visto desde un auto veloz, de un Sur sellado por el hambre y el abandono.
En este relato lo vemos describir con el mismo tono:
“…en los brazos ásperos de los cosecheros de café o de los dueños de las recuas de mulos que traen el grano desde las verdes montañas distantes hasta el llano ansioso”.
Como dejar de leer al poeta y narrador, Beriguete ( ) y su relato “La ciguapa” ( ), regresa la antología de Edgar Valenzuela a su inicio, cuando Lacay Polanco dio cuenta del bacá y de los misterios.
La muestra habrá de concluir con “El Santo la Gran Plena”, del neibero Abraham Méndez ( ) Vargas, y “Los cocuyos misteriosos”, del poeta y narrador neibero, Angel Hernández Acostan( Quinito) ( ), el célebre autor de “Carnavá” ( ). –
(Leer a Edgar Valenzuela y su obra “Cuentistas del Sur de la Isla”, antología; Editorial Perla/ Editora Búho, Santo Domingo, República Dominicana, diciembre 2005; 176 pp.).
He querido dejar para el final, para referirme a la simbología de una sureñidad trascendente, que brota desde nuestros ámbitos de cayucos, guayacanes y poeticidad, se trata de la narrativa encontrada en los escritos plasmados en la en la obra
"EN EL ATASCADERO" (Novela), obra ganadora del Premio Nacional de Novela en 1984. Su autor lo es el escritor, Dr. Manuel Matos Moquete (1944) . Un creador que también ha marcado una sureñidad trascendente, desde los diferentes planos de su discurso narrativo, marcado por nuestra sureñidad, más allá de lo Insular.
"He aquí el narrar sobre la historia de un pueblo, cuya vida apacible se ve sacudida repentinamente por acontecimientos sorprendentes que mantienen a la gente en una agitada espera: el anuncio de la llegada de la lluvia, la presencia de hombres armados por los alrededores del pueblo, acontecimientos violentos y extraños, como muertes, desapariciones" y los espíritu, circundan el ambiente de ese pueblo.
Aquí nos encontramos con el maridaje consciente de la realidad y la fantasía de un campanero de la iglesia, quien funciona como personaje protagónico de la novela y se confunden en un presente, pasado y futuro que nunca sucede.
Esta obra es hay una discurrir permanente de tradiciones, mitos, religiosidad y personajes de nuestros países latinoamericanos, y, en particular, de nuestra nación y sus creencias mágico-religiosas.