Mañana es el gran día para el teatro mundial. Sin embargo, nuevamente los misterios oficiales culturales nacionales están tímidos, quien sabe por qué, será ¿teatro? ¿Semana Santa? Mientras, nosotros los simples, seguimos la fiesta, expresando pareceres e interpretaciones sobre ¿por qué teatro?

Así, entre menesteres de otros oidores cual Gracioso que duerme a sueño suelto, el buen… dramaturgo, director y actor Richarson Díaz, reparó en este parto orgánicamente la cuestión:

«¿Por qué teatro?… A veces se me olvida, como ahora, por ejemplo. Es que ya ni lo pienso. Se ha vuelto mi primera naturaleza. Lo comparo con el proceso de la fotosíntesis de las plantas que convierte la energía del sol en energía química; es algo natural, no pueden evitar hacer ese proceso. Yo tampoco puedo evitar convertir todo lo que me rodea en teatro y si trato de evitarlo el sentido de supervivencia se activa y ahí estoy otra vez escribiendo o dirigiendo o sobre un escenario porque de lo contrario siento que muero. En resumen, hoy día en el teatro encuentro mi trabajo, mi amor, mi pasión y mi familia. Pero, si me voy al génesis, este arte milenario me atrapó inicialmente por una razón: puedo decir lo que yo quiera, hacer catarsis y nadie se ofende; hasta me aplauden, y en la vida real la mayoría de las veces no te aplauden por eso. Y, a mí también, me gustan los aplausos.»

Ahora que baje el telón, porque mañana tendremos, ¡la última función!

Paréntesis histórico: en 1961 se declara 27 de marzo como Día Mundial del Teatro, y al año siguiente se lee el primer mensaje. Aquí pasó igual. En 1980, el decreto 1613 declara la misma fecha como Día del Teatro Dominicano, y en 1981 se conoce el primer mensaje, emitido por el mismísimo presidente de la república, Antonio Guzmán, (ver imagen). Esta curiosidad se debe, a que un grupo de artistas liderado por el gran teatrista, don Franklin Domínguez, solicitó al gobierno dicha declaración que hoy se conoce como Día Nacional del Teatro. Aplausos para esos precursores.