25 de marzo. Paradoja de lunes teatral: El Teatro, como acontecimiento, sucede en un mismo espacio-tiempo, y ese momento es irrepetible, así, esa momentánea experiencia trasciende el tiempo y el espacio, sin embargo, no por eso es efímero, sino porque acontece en la singularidad del “remorir”, pues el “teatro teatra”. Peculiaridad teatral esta para pensar y dilucidar en algún momento.

Los lunes el tiempo apremia. Inicio de semana laboral y muchas cosas por hacer, compromisos, ensayos que reponer, reuniones que agendar, el contable, prueba de vestuario, desmonte de escenografía, cuchucientos correos electrónicos, lavar, fregar, una rueda de prensa, cuatro libretos que leer y dos para memorizar. En fin, que la prisa nos gana, las horas pasan y hay que rendirlas. Aunque hubo reuniones, presentaciones y ensayos durante el fin de semana, él no descansa, porque el teatro también trabaja los lunes.

Entonces, para justificar un accionar necesario, y se alcancen los objetivos a pesar de las circunstancias, como buenos teatristas experimentados recurrimos, entre otras técnicas, a la economía y la precisión de la palabra. Así, desde su taller en España, el maestro titiritero Manuel Román, hizo lo propio al escribirnos una atinada respuesta a ¿por qué teatro?:

«Porque necesitamos un lugar donde refugiarnos, donde protegernos de la crueldad de la vida, reír y llorar en público y expiar colectivamente nuestros miedos.»

Fin de la cita. Otro mensaje que pone a razonar. Pero ahora toca aceptar y enfrentar la realidad con valentía, que arrancó la semana y aun no hay noticias de la oficialía en asuntos teatrales. Y como dicen por ahí, porque “el teatro sabe”, ya veremos qué trae el martes, porque el miércoles, Baco dispondrá.