Un teatral día más y la búsqueda de mensajes continúa. Aunque algunos interrogados piden tiempo para pensar, por fortuna, muchos accionan con entusiasmo y las respuestas siguen llegando.

En el teatro, la acción es base fundamental. Ésta nace del caos de la “acción-reacción” que, por titubeo inicial creativo, requiere de un impulso que motive su surgimiento instintivo. Luego, cual reacción en cadena, se organiza en una enorme sucesión de acciones dramáticas justificadas que dan sentido y vida a la puesta en escena.

Precedida de una breve duda, seguida de una breve pausa, en la cadena de reacciones mensajísticas se asoma la cineasta y teatrista, Robelitza Pérez. Casi de un solo aliento, con el impulso instintivo por la acción propuesta, esta escribe en una larga oración su respuesta a ¿por qué teatro?:

«Porque es experiencia, piel de gallina, lugar de encuentro y disidencia, porque los conflictos se plantean claros, porque a través de los personajes desarrollamos empatía, porque duele, alegra, entretiene, calma, enfada, en fin, es vida, porque es contradictorio, absurdo, realista y mágico, porque si no lo habito me desconozco, porque une, porque por el breve espacio en que ocurre aquellos que ven la obra están de acuerdo en algo, porque es capaz de demoler muros a través de palabras, gestos, emociones, porque es importante y lo ha sido desde tanto tiempo, porque se renueva y es capaz de resistir a los embates de la más envolvente tecnología, porque es abrazo, religión, culto a dioses y diosas, porque es necesario.»

Robelitza Pérez.

Sintiendo la pasión de esa corta y vertiginosa reflexión, recobro un poco el aliento. Reafirmo la necesidad compartida por el teatro. Entonces, sin querer queriendo, reacciono al envite de mi circunstancia dada de ser teatrero, debo ensayar. Accionar es la acción. Porque es lunes, 11 de marzo, mes del teatro y hay que seguir. Motivación: hacer teatro. Justificación: porque necesitamos cambiar el mundo.