Ella es dominicana y se le nota en la nostalgia. En sus manos las palabras pueden reír, pero también puede llorar. Cuando ella nació, allí estaba el mar y estaban sus historias. Y ella, toda esperanza, un día se fue y se las llevó adentro. Y ahora lo contó en un libro: lo que ha vivido y el aroma de los días; lo que ha mirado y la música del viento; los recuerdos de la infancia y los libros que ha leído. Un libro hecho de galanuras y recuerdos. También de todas sus esperas.

Sorayda Peguero Isaac es de Haina, República Dominicana, y vive en Barcelona. Su libro se llama Por aquí pasó una luciérnaga. Fue publicado en la colección Andanzas por Tusquets Editores, y hoy va camino a la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, donde será presentado por su autora el próximo martes 26 de abril a las 7:00 de la noche, en la Capilla de los Remedios.

“Si alguien me pregunta por que escribí estos textos, tal vez responda que lo hice para no olvidar”, dice Sorayda en el umbral de su libro.

Y dice también: “Lo que me hace insistir en la escritura de estas prosas es mi curiosidad por la infancia, la literatura, el Caribe, la amistad, los instantes que se nos escapan en breves fogonazos de vida y algunas existencias ajenas, unas veces elegidas y otras felizmente encontradas”.

Sorayda ha escrito un libro con los pies ligeros, que desde su publicación ha encandilado a sus lectores y a la crítica. Está compuesto por setenta y tres crónicas afinadas con la música del viento, que van desde las pequeñas historias de su infancia hasta las grandes figuras del arte, la literatura y la lucha social.

A todos los cuenta debidamente y a todos les rinde sus respetos: Elena Ferrante, Ida Vitale, Charles Aznavour, Lucia Berlin, García Lorca, Maryse Condé, James Joyce, Celia Cruz, Silvia Plath, Albert Camus, Marilyn Monroe –y hay que ver esa crónica-, Camila Henríquez Ureña, Antonio Machado, Omara Portuondo, Johnny Pacheco, Héctor Lavoe, Ismael Rivera, Celia Cruz, Jorge Luis Borges -el gran Borges-, Hemingway, Joan Didion y Clarice Lispector, entre otros.

Y, desde luego, nuestra Minerva Mirabal, la mujer que, según Sorayda, le hundió el ego al dictador Trujillo sin más armas que sus palabras; y nuestra más ilustre olvidada, Abigail Mejía, esa mujer adelantada a su tiempo que luchó por el derecho al voto de la mujer dominicana y de quien elogió la autora su capacidad de pasar del pensamiento a la acción.

Por aquí pasó una luciérnaga tiene párrafos luminosos como este:

“Los pescadores que salen en barcas que parecen cajas de fósforos, con sus velas encendidas por las primeras luces del amanecer, tienen todas las palabras que me faltan. Ellos han visto los destellos fluorescentes alumbrando los arrecifes, los galeones hundidos con los cofres de las marquesitas españolas, el rito amoroso de las ballenas, la danza festiva de los delfines. El mar los acompaña y los alimenta, a ellos les pertenece.”

Pero quizás la obra cumbre del libro es la crónica de Odilión –La subversión del baile-, un hombre que subvertía el orden del mundo con su baile y que podía distinguir entre el canto de un pájaro cautivo y uno libre y, además, sabía cuando venía la lluvia por el olor.

El libro de Sorayda Peguero Isaac tiene, como las luciérnagas, la luz adentro.