La poesía es la expresión de la belleza por medio de palabras, artísticamente entretejidas (Borges), con el poder de ahuyentar los fantasmas del pasado en noches borrascosas, anidar esperanzas en corazones desalentados. Su comprensión requiere mayor esfuerzo que la narrativa, lo que disminuye adeptos en su lectura, razón por cual, está considerada como la gran “Cenicienta” de la literatura por la industria editorial, pese a lo anterior, desarrolla habilidades que se utilizan en otros entornos no vinculados al ámbito literario.

Viejas civilizaciones griegas se atribuyen sus orígenes, las que se acompañaban de la lira para declamar sus poemas. Estos, sirvieron de inspiración a los romanos para crear sus poemas épicos, como La Eneida de Virgilio Marón. El transcurrir del tiempo trajo nuevas generaciones y, con ellas, cambios en todos los ámbitos, especialmente, en la forma de hacer poesías con menos rigor, para que en dosis bien servidas alimentar el espíritu, asustar la soledad y alejar la tristeza (Octavio Paz), como ente sensibilizador fomenta la capacidad intelectual, permite la búsqueda de la verdad, despierta el interés por estudiar los clásicos griegos y latinos, conforme a los planteamientos de los expertos.

La poesía tiene el poder de sacar al ser humano de ese lado oscuro, que a veces le conduce la calamidad en que vive, porque no es solamente una forma de expresión, es el camino hacia la percepción de nuevos detalles, de nuevos mundos (Neruda), su lectura habitual amplía el acervo cultural, fomenta la creatividad, potenciar la memoria, la concentración y desarrollar la expresión oral (Alonso Santamaría); fortalece en el lector destreza para escribir y, como toda actividad que se realice durante 10.000 horas convierten al usuario en un experto como afirmará Malcolm en su libro Outliers.

Su lectura despierta emociones que diluye lo opaco en la vida de algunas personas, fortalece destreza en la creatividad, incrementa la comprensión, el emprendimiento, entre otras. Entonces, si son tantos los beneficios, ¿por qué no emplearla como estrategia didáctica?

La niñez es la etapa apropiada para iniciar al pequeño lector de poesías, desde la familia, en reuniones, en que los más jóvenes compartan con los adultos, a través de actividades en que se perciba como un juego, en espacios al aire libre o bajo techo, como lo hicieron los griegos en sus inicios de manera oral, puede ser acompañado de algún instrumento musical, no tiene que ser la lira. Para los que escriben, motivarlos a crear versos, a partir de objetos del entorno, el propósito es que sienta el placer que produce el mundo de la poesía, mientras la escuela por su parte organiza clubes de lecturas entre los compañeros del curso, de las comunidades donde residen, así esta práctica se hará costumbre hasta contagiarse de la pasión que produce el género.

Las actividades en torno a la poesía son experiencias enriquecedoras y, se deben percibir como una amiga cómplice, que le ayuda a descubrir y vivir una etapa maravillosa, en la que se materializan los sueños, la oportunidad de viajar a espacios donde existen otras formas de expresar los sentimientos, de ponerle palabras a las sensaciones que no pueden describirse según Carmen Castellanos. Lo importante es hacerla protagonista en la vida del pequeño lector y, el padre tratar en la medida de lo posible de llevarlo a lugares donde se estimule la lectura, la imaginación y la creación poética acorde a su edad.

Por otro lado, las sociedades han cambiado y, algunos centros educativos  siguen empleando los mismos métodos de enseñanza que no tienen relación con el momento que se vive afirma Robinson Ken (2017), propone un replanteamiento de la creatividad en el proceso de enseñanza y, sería ideal emplear la poesía como recurso para combatir el desinterés del estudiante, divulgar cultura, ideología e identidad de manera divertida, creativa desde la perspectiva de los niños porque como sostuviera León Daudi (1925-1985) escritor español “los poetas son hombres que han conservado sus ojos de niño” y por qué no aprovechar a quienes son niños para que al llegar a ser hombres hayan cambiado las formas establecidas de aprender.

En síntesis, leer poesías eleva la sensibilidad en el ser humano, fomenta la empatía, desmontar costumbres ancestrales que deterioran la interacción, desinhibe al tímido, fortalece la autoestima, permite descubrir otras perspectivas en distintos entornos, ser un recurso de actividades recreativas y didáctico para trabajar cualquier área del conocimiento.

 

Minerva González en Acento.com.do