Para Rosa Francia Esquea, en su libro “Piloncito y Jalao”, la poesía es patria, escuela, folklore, tradiciones, añoranzas de la niñez envueltas en el amor de la familia, y sueños de libertad. Sus versos en rima fluyen con naturalidad y armonía.

La poeta le canta a su tierra, rica en colores, como los de su bandera y en el poema Mi Quisqueya, nos habla de lo que más ama de ella: sus “lomas, campos, riberas y en la mar, con sus olas ondeando…los bellos atardeceres, los amaneceres y los jilgueros que cantan…las personas que bailan al son del merengue.”

De la escuela, exalta el compañerismo, el aprender y el poder renovarse día a día en el aula. Además, Rosa Francia canta a los números, a los que relaciona con el entorno, contando los dedos de las manos y los pies, los siete colores del arcoíris, de la semana y las notas musicales:

“siete son los días

que componen la semana;

y si quieres melodías

siete notas como hermanas”.

En sus versos también nos enseña de los verbos que usan los animales, cuando éstos “toman la palabra”. ¡Qué mejor manera de aprender aquellos que no son tan conocidos, a través de un poema! ¿Quién diría que…

“la palomilla zurea,

el elefante berrea o que

una serpiente silba”?

Mientras que las abejas siguen ocupadas en “la jornada de la polinización”, siendo “ejemplo de laboriosidad y de hermandad”.

Con talento ingenioso nos muestra su versión de La nueva Caperucita, donde “no hay ningún lobo hambriento, sino una tierna lobita, muy solidaria, y con mucho amor para dar, que posee una ternura millonaria.”

Y hablando de tradiciones, la también narradora, ensayista y periodista, menciona en sus versos a la marchanta, que…

“parece que no se cansa

de su diario caminar,

ganándose la confianza

de quien le quiera comprar.”

Ella muestra su admiración a este personaje de nuestra cultura, cuando dice:

“que en su campo de batalla

empieza a andar con la aurora

y no sabe cuándo acaba.”

Esta apasionada escritora celebra nuestra cultura, cantando versos del carnaval y hablando de los pilones, que pueden ser de dos tipos: aquél que “maja el sazón que da gusto a la comida” y los otros que la “llenan de ricura, que venden los pregones, y son la mar de dulzura.” Ese mismo dulce de sus versos se lee en el sabrosito jalao, que “levanta el ánimo de quien está acongojao”, así como en el helado en palito y la canasta que su querida marchanta lleva en el hombro o la cabeza.

Rosa Francia Esquea.

Rosa Francia añora de su niñez el trompo y el camioncito, la muñeca de trapo para la que ella busca “hilitos de lana para ponerle al cabello como los de su hermana, largo, brillante y negro”; la chichigua que “no tiene prisa y vuela sin tiempo”, el barco de papel que navega bajo la lluvia, y el avión que llega para la fiesta de Reyes. Y, cuando ya es Navidad, ¿qué mejor oportunidad para “regalar una sonrisa al niño de la calle y brindar una caricia al anciano cuando sale?”

Son estos recuerdos de familia los que nos cuenta, como el poema de la abuelita quien temprano regaba las flores en el jardín de sus amores, no sin antes encender el fogón “para colar el café”.

Pero, más que añoranzas, sus poemas son un canto a la esperanza que nos invita a tener sueños de “caudales de ríos que mojen la tierra reseca” y “lograr la cosecha que a todos alimenta”, conociendo la belleza de los ciclos:

Volvió de nuevo la lluvia

a refrescar nuestro suelo

y un sol de melena rubia

le pone resplandor de nuevo.

Sueños de estaciones, del campo donde se escuche el “kikirikí del gallo”, de la lluvia que refresca, de “manos laboriosas que depositen semillas en la tierra generosa”, y uno que nos lleve a buscar, en la inmensidad, la libertad.

La poesía de Rosa Francia Esquea es cercana, fresca, tierna y a la vez profunda, con una gran sensibilidad. Es como un espejo donde nos podemos ver reflejados y a la vez conectados con la belleza de las cosas simples pero importantes. Es una invitación a volver a nuestras raíces y soñar, y a decir junto a ella:

Así yo quiero

volverme igual,

llegar muy lejos

-y-

¡volar, volar!

Piloncito y jalao. Esquea, Rosa Francia. 2013. Santillana.

Ilustraciones: Rebeca Jiménez Pintos

Premio Dilia Quesada de Literatura Infantil. 2007. Sociedad Cultural Renovación. Puerto Plata