El cine, en sentido general, es un medio de divertimento y un arte que, no solo se apoya en la imagen para contar sus historias bien organizadas sus tomas y fotografías, por un especialista conocido como edición o montaje, sino que, esas historias las organiza un experto que monta los diálogos adecuados para contar esa historia (guionista) y entre fotografías, diálogos, música, ambientaciones y escenografías, producir los efectos que te entrega un producto cinematográfico, que ha tenido previamente un productor, un director y muchos otros especialistas que intervienen para recrear momentos, escenas, contextos y situaciones que, apoyados por el elenco de actores, y terminamos desfrutando los públicos consumidores.
El cine, conocido como el séptimo arte, además de divertirnos, nos cuenta historias, algunas creativas e imaginativas, otras sociales, históricas, personales, románticas, dramáticas, espectaculares, psicológicas, de intriga o terror y de violencia, lo cual implica que, como en el género de la novela, hay que buscar esas historias, para lo cual el equipo de trabajo, sea el director o el productor, se implican para buscar el tema, los actores idóneos, así como filmar, editar, recrear ambientes, pasarse a veces un año trabajando, para finalmente y en poco menos de dos horas, hacernos disfrutar con placer, dolor, reflexión, angustia, llanto o satisfacción de cualquier tipo, esta producción cinematográfica.
Perejil, de José María Cabral (director), y todo su equipo, me imagino hizo todo lo anterior, seleccionó un tema (la propuesta), buscó un elenco, y realizó todos los trasnochos que podemos imaginarnos y al final ya aprobada la propuesta, consolidar su guion con lecturas, entrevistas de todo tipo y desde muchas miradas, investigar para terminar armando esta película de las buenas que el cine dominicano ha producido.
Un tema difícil de abordar en cualquier escenario sea académico, político, diplomático, histórico, entre los cientistas sociales, entre los pobladores de ambas naciones, en el arte, desde lo cultural y por supuesto, desde el cine, en fin, no importa la manera, el discurso o la narrativa usada, sigue siendo una madeja contar esta historia.
Dónde me parece radicó el éxito de la película Perejil, en cuanto a este aspecto, que abordó el drama humano de la matanza de 1937, el dolor del hecho, la brutalidad de las acciones, el desgarramiento de una pareja dominico-haitiana, que el amor los unió, como una metáfora de que esta isla es un solo territorio con dos naciones que nadie cuestiona, pero no se puede descocer como la tela de un sastre, que sus huellas marcan un pasado doloroso, una historia traumática y una memoria social sesgada por elites que han impuesto una dolorosa separación.
Abordar el tema desde el amor, lo que significa el sentimiento para los individuos, humanizó la obra cinematográfica de José María Cabral, y la distanció del de la queja y la ideologización pura y simple.
Llevada la película a buen ritmo, aunque lenta en su discurrir porque en un par de días, narró el director, el dolor de una mujer embarazada, que no quería ver nacer a su criatura el mismo día que pierde a su compañero, dándole un sentido de trascendencia y drama al film, pero cómo se las ingenió el Director para lograr explicar toda esa sangrienta historia en una hora y cerca de cuarenta minutos, alrededor de dos personajes, un lugar enclavado cerca de la frontera, un par de poblados, y una actriz (Cyndie Lundy), por demás exquisita en su actuación, y que centra una parte del drama, sin que nos aburriera.
Diálogos cortos y puntuales, lo que quiere decir que el cineasta se apoyó en otros recursos cinematográficos para entretenernos, de sinigual significación en la producción, como la fotografía exquisita de sitios, ambientes y temas dramáticos, pero bien tratado desde la estética y la composición de escena por parte del l director de la película y todo su equipo profesional.
El nombre de Trujillo es poco mencionado, para darle a la producción una distancia de la racionalidad política y los debates históricos y situarla en la dimensión humana del hecho y que creo, es donde la película se crece y adquiere una dimensión donde reta al director a jugar con otros recursos técnicos y visuales, que si bien nos ayudan a contar la historia, evita caer en una narrativa de denuncia, de relatos y acusaciones, y lo obliga a buscar otra manera de contar este hecho, aun doloroso a pesar del tiempo.
Si bien el filme y el cine en sentido general no es un ensayo académico con el rigor que le acompaña, debe fundamentarse el guion en una historia apoyada en una investigación seria previa a la elaboración de este, involucrándose en los hechos sucedidos y solo la ficción del cine, le permite trastocar algunas cosas para acomodar la estructura de la película, alejándolo del ensayo, y darle a la vez a la producción, algunos momentos de dramatismo e imaginación, que produzcan cierta catarsis en el espectador.
Todo esto logra el filme Perejil, que combina buena fotografía, excelentes diálogos, buen elenco de actores, sobre todo, la profesional y bien lograda actuación de la protagonista principal, alrededor de la cual se desarrolla una parte del tiempo que dura el film, lo que indica la calidad escénica, histriónica y de dominio de la dramaturgia de esta actriz, como la breve participación de Juan María Almonte un gran actor dominicano y otros que tuvieron un papel bien logrado, destacando entre los agradecimientos, a dos portadores dominico-haitianos, Didon Yan (Chichí) y Llesmi Elas Alexi (Papito).
Me enamoré de la fotografía de la película, de la actuación de la principal actriz, de la manera en que se montaron los diálogos de la película, de la forma delicada y bien tejida en que se abordó el sonado tema de la matanza de 1937, donde sin censura, el director dijo lo acaecido, sin ruido, sin acusaciones directas, pero sí sugeridas, sin comprometerse a narrarlo todo, a entrar en las disquisiciones de la historia o la política de ambos pueblos, más bien, con la sencilles de mostrar, enunciar o sugerir, cómo sucedieron en los hechos alrededor de ese pequeño grupo familiar, cómo las relaciones dominicano-haitianas estaban entretejidas a partir de esas relaciones amorosas, y cómo los hechos desbordaron la pasión y la razón.
Finalmente, la matanza de 1937 es un capítulo por desmenuzar de nuestra historia, que involucró pasiones, intolerancias, fundamentalismos ideológicos, muchos de ellos muy activos, impactó negativamente sobre la imagen de nuestro país, creó una denuncia internacional que terminó con una condena, se hablan de cifras de muertos que sobre pasa los miles, y si bien el tema haitiano es un delicado capítulo de nuestra historia, los pueblos están ahí y comparten una misma isla, escoger la confrontación no nos ayuda, reglamentar sus relaciones diplomáticas, comerciales y migratorias, nos benefician más a futura.
Este filme, Perejil, contribuye a construir nuevas miradas sobre un acontecimiento doloroso, que se trató cinematográficamente, con cirugía y sin temeridad, apoyado en la grandeza del arte del cine y sus múltiples maneras de recrear temas humanos y hacernos vibrar y disfrutar con calidad, el cine.