¿Qué es el ChatGPT, de dónde salió y en qué se relaciona con el filósofo Sócrates y la Mujer Maravilla?
En el futuro, cuando muchas de las personas que requieren del pensamiento y la creatividad de manera habitual para tomar decisiones, recuerden el año 2023, posiblemente evocarán el surgimiento de una herramienta hasta ese momento ansiada pero repentinamente inquietante: la producción textual por inteligencia artificial. La palabra clave será GPT, que son las siglas en inglés de “Transformador Generativo Pre-entrenado”. Se trata de programas que simulan la escritura humana y que se encuentran en herramientas como ChatGPT-3, Ask AI, ChatGPT-4, Chat AI o Bloom. Algunas permiten ciertos niveles de acceso gratuito. Grandes inversionistas de la tecnología contemporánea compiten económica y científicamente en el desarrollo de esta clase de plataformas, entre ellos los magnates Bill Gates y Elon Musk.
En este artículo se utilizará de ejemplo una de las herramientas más utilizados: el ChatGPT-3, lanzado en 2020 por OpenAI y que cuenta con 175 mil millones de parámetros. Para entender de qué se trata, resulta apropiada una consulta a este software:
El ChatGPT es una aplicación de inteligencia artificial que se basa en el modelo GPT-3 (Generative Pre-trained Transformer 3), desarrollado por OpenAI. El GPT-3 es un modelo de lenguaje natural que utiliza el aprendizaje profundo para generar texto de manera autónoma, lo que significa que puede producir contenido escrito de manera similar a como lo haría un ser humano. El proceso de creación del modelo GPT-3 implicó la utilización de grandes cantidades de datos de texto para entrenar el algoritmo de aprendizaje profundo. OpenAI utilizó una enorme cantidad de información de internet, incluyendo artículos de noticias, libros, blogs, páginas web y otros recursos, para entrenar al modelo. (…) El ChatGPT es una aplicación que utiliza esta API para permitir a los usuarios conversar con el modelo GPT-3 de manera similar a como lo harían con otra persona (ChatGPT-3, comunicación personal, 1 de marzo de 2023).
Respuestas de esta clase son suministradas por un chatbot, que es el programa mediante el cual las plataformas de inteligencia artificial (IA) interactúan con los usuarios. Para dar un poco de prestigio a esta dinámica, digamos que funciona a la manera de la mayéutica de Sócrates. Los menos antiguos pero más vintages pueden recordar cuando Diana, la Mujer Maravilla, hablaba con la computadora hacia 1975. Porque en los procesadores de IA las peticiones del usuario son contestadas mediante diversos formatos por el chatbot.
¿Qué tanto se puede confiar en las palabras de un hombre?
Digamos que el género de ChatGPT-3 es masculino y eso tal vez permitirá comprender algunas cosas. Una de ellas es que, como sabemos, no siempre podemos tomar al pie de la letra la palabra de los hombres. Los hombres, recordemos, mienten. Y ChatGPT-3 no siempre dice la verdad. De hecho, en ocasiones parece responder sobre cosas de las que en verdad no ha entendido lo suficiente… como hacen ciertos caballeros en las citas cuando intentan impresionar. Esta característica artificial, que hasta la fecha es una debilidad, en realidad constituye un punto a favor del docente, del estudiante o del investigador.
Desde un punto de vista productivo, las consultas mediante chatbot deben ser consideradas como “asistencias”. Todos sabemos la función de un asistente: hace lo que le pedimos y, una vez que lo realiza, nos encargamos de revisar y confirmar que lo hizo de la manera correcta. Con el perdón de los buenos asistentes, considérese que para muchos jefes en realidad son “asistontos”.
En este sentido, para un docente, estudiante o investigador la función fundamental de la inteligencia artificial es la de asistente, que aporta un recurso virtual excelente para la exploración temática. Imaginemos que por alguna bendición o maldición de la vida necesitas empaparte sobre la fórmula de la teoría de la relatividad. Si no sabes ni f de Física, puedes asistirte de una artillería pesada de libros, artículos, audiovisuales, etc., etc. y otro, pero no último, largo etc. Obviamente se trataría de un camino árido. ChatGPT-3 te ofrece un camino corto. Puedes preguntarle al chatbot algo como: “En qué consiste la fórmula de la teoría de la relatividad”. El programa te suministrará en unos tres o cuatro parrafitos algo así como un E=mc² para doomies, no necesariamente profundo, a lo mejor salpicado de ciertas imprecisiones, pero que de manera rápida te pondrán en el contexto del asunto. Partiendo de una asistencia como esa, posiblemente estés mejor preparado para internarte en el estudio del tema a partir de las pistas.
En la actualidad, el poder de información fácil que ofrece la IA exige una gran responsabilidad del usuario… si no quiere exponerse al ridículo. Requiere que confirme los datos, utilizando su experiencia, su capacidad de análisis y su dominio de las fuentes de consulta. Porque la producción de textos mediante inteligencia artificial convierte automáticamente al receptor en validador de la información. Este rol requiere de una actitud intelectual y de una competencia básica en el campo de la investigación.
¿Qué otros oficios puede desarrollar la inteligencia artificial?
En el ámbito de la docencia, la primera es la producción textual. Se trata de una función importante si se tiene en cuenta que, en el área de Lengua Española, esta es una de las competencias específicas. Esta función se basa en simples peticiones del tipo: “Escribe un haiku sobre el amanecer”, a la que en unos cinco segundos responderá con un texto como este: “El cielo despierta, /la luz dorada asoma, /renace el día” (ChatGPT-3, comunicación personal, 15 de abril de 2023). También incluye la producción de textos más complejos, como “Explícame el valor de la religión desde el punto de vista de Carlos Marx” o “Qué fue primero: el huevo o la gallina”, en la que, para la última pregunta, te incluirá en la respuesta un párrafo como este: “En resumen, la respuesta científica es que el huevo fue lo primero, ya que es una parte fundamental del proceso evolutivo que llevó a la aparición de las aves, incluyendo a la gallina. Sin embargo, desde un punto de vista filosófico, la pregunta es más compleja y puede interpretarse de diferentes maneras, dependiendo de las creencias y perspectivas de cada persona” (ChatGPT-3, comunicación personal, 15 de abril de 2023).
Igualmente, la IA asiste en la solución de asuntos más complejos. Así, puedes pedirle que te dé la receta del sancocho dominicano. En un plano académico, puede pedirle algo como esto: “Escribe un artículo breve sobre la corrupción actual en la República Dominicana según las teorías de Michel Foucault, siguiendo el modelo APA, utilizando tres citas y al final incluye la referencia”. En un sentido práctico, un docente puede suministrarle un texto para que se lo corrija gramaticalmente y le realice la corrección de estilo; asimismo, también puede pedirle ideas para crear actividades didácticas o abordar determinados contenidos. Debe tenerse en cuenta que si en un salón 50 personas pidieran a la misma plataforma realizar la misma tarea, los resultados serían 50 textos distintos. En todo caso, los textos producidos siempre pasarán la prueba de cualquier programa antiplagio.
Es posible que algún lector de los que han llegado a este punto, ahora mismo tenga los ojos abiertos como dos huevos salcochados y, mientras ve pasar por su mente palabras como “tesis”, “artículo académico”, “cuento”, “tarea”, “esquemas”, “correcciones”… sonría al pensar que tiene en sus manos, al fin, el bajadero soñado para que el pensamiento abandone su función de pesadilla. Sin embargo, antes de tomar el camino corto, es conveniente que pase al siguiente apartado.
¿Existen maneras rápidas y efectivas de saber cuándo un hombre nos miente?
En el género humano, la respuesta es “no”. Pero en el género de la inteligencia artificial, la respuesta es “sí”… o al menos “a lo mejor”. Afortunada o lamentablemente, según el color del cristal, se cuenta con numerosos recursos para detectar si un texto fue producido por IA. Hemos dicho que el software antiplagio no encuentra coincidencias en esa clase de producciones. Pero hay otros programas que en cuestión de segundos presumen detectar el origen de la composición.
El primer recurso es consultar cualquier programa de GPT. Basta con introducir el texto preguntando si fue escrito por inteligencia artificial. Por lo regular, en segundos te responderá si fue producido por IA o por un humano. Si se toma como ejemplo el haiku que aparece anteriormente, sería algo así: Dime si escribiste esto: “El cielo despierta, /la luz dorada asoma, /renace el día”, a lo que el chatbot podría dar este tipo de respuesta: “Sí, escribí esa frase en respuesta a una solicitud de escribir un haiku sobre el amanecer”. Inclusive, la pregunta podría ser: Dime si escribiste esto y cuándo lo escribiste: “El cielo despierta, /la luz dorada asoma, /renace el día”, la que, con un poco de suerte, podría dar por resultado una respuesta más amplia.
El segundo tipo de recurso está conformado por los programas desarrollados para detectar textos artificiales. Junto con la carrera de escritura proveniente de la tecnología GPT, se viene produciendo softwares para rastrear su origen. Tres de esas herramientas son GPTZero, Writer y ChatGPT Detector, las cuales cuentan con versiones gratuitas. Mediante chatbot, simplemente se le copia el texto sobre el que estamos indagando y el programa provee una respuesta. En su reporte, GPTZero puede incluso presentar estadísticas y señalar qué parte guarda mayor semejanza con el origen artificial.
Estos recursos se basan en el análisis de la perplejidad. Según ChatGPT-3 (comunicación personal, 5 de enero de 2023), “La perplejidad es una métrica utilizada en los modelos de lenguaje de inteligencia artificial (IA) para evaluar la calidad de la predicción de la próxima palabra en una secuencia de texto. En términos simples, la perplejidad mide cuánto se sorprendería un modelo de lenguaje si se le presentara una secuencia de texto que nunca ha visto antes”. En otras palabras, la IA reacciona “extrañada” ante un texto que no reconoce, esto es, que no procede de su secuencia algorítmica. De esta manera, los detectores señalan si el origen de un texto puede ser humano o artificial.
En este punto, algún docente podrá sonreír tranquilo al saberse con el poder de detectar la procedencia artificial de un texto. No conviene que sonría demasiado. En el caso del primer recurso, no siempre la respuesta es acertada. De hecho, en ocasiones el mismo chatbot niega o afirma haber producido la composición, por lo que se recomienda repetir la petición.
En el segundo tipo de recurso, las herramientas tienden a desconocer el origen real del texto, por lo que no siempre son de fiar. Por ejemplo, al consultar sobre el haiku en cuestión, ChatGPT Detector predice que es 0.99748295545578 de origen humano. En cuanto a la consulta en Writer, en la primera ocasión el software reporta que es 100 por ciento humano; al indagar por segunda vez, señala un 87 por ciento humano y sugiere editarlo hasta que sea menos detectable.
Esta dificultad para detectar el origen se debe a un aspecto técnico, como se infiere de la afirmación de Marilín Gonzalo en su artículo “Cómo detectar textos generados por inteligencia artificial” (2023): “A modo de un juego del gato y el ratón, la mayoría de detectores de textos generados por IA se basa en GPT-2 o modelos anteriores, y no son eficientes frente a la última generación de modelos de lenguaje”. En otras palabras, las herramientas de detección se basan en una tecnología menos desarrollada que la que prevalece en la actualidad para la producción artificial. Esta realidad invita a apegarse a la ética y, cuando se ha utilizado texto o alguna función generada por inteligencia artificial, declararlo en el documento de manera correcta.
Esto significa que aunque ambos recursos son aliados para la detección, sus reportes todavía no deben ser validados con un carácter absoluto. En esta coyuntura, un procedimiento adecuado de detección proviene de la inteligencia natural. En el caso de los docentes, les puede ayudar poseer una prueba diagnóstica de escritura de cada estudiante, en la que se muestre su dominio de la lengua, la cual en cualquier momento podría servir para contrastarla con otro texto en procura de su paternidad. Si no se cuenta con el texto diagnóstico y la duda es poderosa, se puede apelar a un recurso: preguntar al estudiante sobre el contenido semántico y simplemente dictarle el mismo texto del que se tiene dudas.
Ajá… entonces, ¿cómo bregar con la inteligencia artificial?
De la manera que se había dicho al principio: utilizándola como asistente supervisada. Aunque se ha avanzado mucho en este terreno, todavía no se garantiza la generación de textos infalibles. En este punto, todavía la inteligencia natural lleva una gran ventaja… al punto de que incluso puede enriquecerse con la artificial. Como asistente supervisada, la IA constituye un reto y una oportunidad de desarrollo cognitivo, que puede beneficiar la producción de ideas, el conocimiento de la realidad, el dinamismo en la adquisición de saberes y la diversidad en la generación de conocimiento.
Para que la vinculación entre las inteligencia humana y artificial sea más provechosa, resulta fundamental que los docentes e investigadores dominen los cinco pilares de la competencia del pentálogo de la inteligencia artificial.
¿En qué consiste el pentálogo de la inteligencia artificial?
1-Se debe adquirir el mayor conocimiento posible sobre el desarrollo y aplicación de la inteligencia artificial. Esto significa no solamente manejar las herramientas, sino también estar al tanto de los presupuestos teóricos sobre los que se va construyendo. Cada ser humano está en el deber, el derecho y la obligación de participar en estas discusiones utilizando para ello todos sus canales de influencia y difusión del pensamiento.
2-La inteligencia artificial puede ser una oportunidad para el desarrollo del pensamiento. En este sentido, docentes, estudiantes e investigadores pueden integrarla de manera responsable a sus labores de producción intelectual e irse nutriendo de hallazgos así como poner a la disposición los procedimientos propios que pueden aportar soluciones a otros agentes.
3-La inteligencia humana es la validadora de la inteligencia artificial. Ningún texto de origen digital debe ser asumido como verdadero sin haber pasado por el cedazo de la supervisión cognitiva del ser humano. Visto así, el resultado siempre tendrá un valor no a partir de su simple generación automática, sino del ejercicio intelectual de la persona.
4-La inteligencia humana no debe ser planteada como un polo opuesto a la inteligencia artificial. En este sentido, el docente jamás puede instituirse en vigilante para impedir el acceso del investigador (en este caso, el estudiante) a las herramientas de producción textual artificial. Por el contrario, como parte del reto, debe apostar a “no quedarse atrás”; para esto, debe convertirse en generador de actividades y posibles estrategias que permitan supeditar la IA como un recurso didáctico a la inteligencia natural, aprovechándola para la motivación del pensamiento crítico desde una actitud ética.
5-Las instituciones educativas y académicas deben jugar un rol esencial durante este proceso de aproximación entre las inteligencias natural y artificial. Declararlas enemigas irreconciliables es un camino temerario y de poca garantía de conducencia hacia el futuro. En este sentido, deben actuar como agentes activos en este proceso que la humanidad ha ido generando a través de su existencia. Los docentes y técnicos, apoyados en el dominio de esta manifestación de la tecnología, pueden aportar soluciones de aplicación que permitan sacarle el mayor beneficio. Por esta misma vía, han de aprovechar la ventaja de integrar, en esta tarea de búsqueda de soluciones, a los estudiantes y a los pensadores pedagógicos, ya que son sujetos de la nueva realidad. Estas instituciones deben ser convertidas en dinamizadoras de generación de propuestas, que pueden provenir de proyectos, aportes libres, focus groups y distintos mecanismos de investigación.
¿Cómo debería agradecer cortésmente a quien ha leído este artículo?
ChatGPT-3 (comunicación personal del 15 de abril de 2023), recomienda hacerlo de esta manera: "Puedes agradecer cortésmente a la persona que ha leído tu artículo de la siguiente manera: ‘Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer mi artículo. Aprecio mucho tu interés y tus comentarios serán bienvenidos’. Recuerda que es importante ser educado y agradecido con quienes se toman el tiempo de leer y considerar tus ideas”.
Así que gracias y espero por sus aportes.