(Parte -II de II)
Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez
En esta obra hay un abordaje crítico sobre aquel Pedro Henríquez Ureña que despertó a nuestra América continental y proyectó el trabajo cultural, filológico y lingüístico, como un paradigma de rigores identitarios y de libertad, en la cotidianidad de los sujetos en movimiento.
Esta es una obra que sale del abordaje humanístico, para situar al culturólogo en la palestra crítica del currículum de nuestras academias.
Es en esa tesitura que considero atinado mi reclamo de resituar políticamente la figura de Pedro Henríquez Ureña, en la misma dimensión teórica y reflexiva que nos llega en este libro, para que nuestra niñez y nuestra juventud, conozcan un referente continental, desde las políticas educativas y culturales del Estado.
La UASD, en particular, la Facultad de Humanidades, debe trascender más allá de llevar su nombre y crear la ya reclamada "Cátedra reflexiva y crítica, "Pedro Henríquez Ureña". Es la hora precisa de asumir esa responsabilidad académica, sin titubeos.
El sujeto-autor de esta obra nos pone frente a un intelectual orgánico, político comprometido con los valores democráticos y solidarios de nuestra América, de su América, de su patria grande.
Es de ahí que, sin hacer de este libro una apología, me permito afirmar que desde esta obra se hace un merecido reconocimiento a la investigación del gestor cultural que, en los hechos, asumió la cultura y los valores humanísticas,como su bandera de batalla contra los nacientes imperios económicos y políticos del momento.
He aquí al político y académico, comprometido con la redimensión del sujeto.
En esta obra vemos y sentimos a un Pedro Henríquez Ureña repudiado, acosado, empujado por las falencias humanas de algunos seres humanos que, desde México, le negaban, por envidia, su derecho a "compartir saberes", a consolidar el sentido libertario del ser, desde la lengua, desde el discurso y sus laberintos de poder.
Es con Pedro Henríquez Ureña que este país inició el reconocimiento del sentido político del quehacer humanístico, aunque, desde antes de la formación de "La Trinitaria", en este territorio se asumía la acción artística y cultural, como parte del entramado libertario del sujeto. Como una muestra innegable de esto, tenemos los movimientos cimarrones, atrincherados en nuestras lomas y montañas.
Un referente innegable en Pedro Henríquez Ureña, lo fue Eugenio María de Hostos y, hoy, estos dos humanistas son necesarios en los espacios áulicos y no áulicos de la República Dominicana, si en verdad queremos una ciudadanía creativa y democrática, desde el saber humanístico.
En Pedro Henríquez Ureña se asume la lengua más allá de la historia, se asume como reflexión, raíz de pensamiento y como fundamento para el conocimiento y dominio de la realidad tangible e intangible del Ser.
Se asumió dominicano en sus momentos más difíciles, dentro de las contradicciones impulsadas por los intereses personales y grupales, en aquellos países que sintieron su voz de justicia, donde fijó su huella de sujeto errante…como en los Estados Unidos de Norteamérica,
México y Argentina.
Vivió como un inmigrante agradecido, con su patria plasmada en su conciencia y en su corazón.
Este es un libro para fijarnos en la memoria activa, la acción del más sobresaliente humanista e investigador de nuestra lengua y de la cultura latinoamericana y caribeña.
He aquí al político y humanista, al musicólogo, al dramaturgo y crítico. Desparramemos su vivir y su sufrir en cada espacio dialógico de esta patria.
Si en verdad queremos una nueva sociedad dominicana… más democrática y justiciera, este libro nos pone frente a un referente político, educativo y cultural imborrable e imprescindible, para la construcción del nuevo orden social que exige esta nación. Es la hora de darle vida a Eugenio María de Hostos y al más sobresaliente humanista y culturólogo de la América continental, don Pedro Henríquez Ureña.
Actuemos. Que aparezcan los coloquios, las discusiones, los simposios, los guiones, las películas… desde la lectura y su reconstrucción de sentidos.
Tiremos al suelo las caretas, desde las escalinatas del poder.
Es la hora de "Compartir saberes". Los escenarios humanos nos esperan.