Que para empezar a corregir las limitaciones de la crítica con relación a las fisuras en el pensamiento del Maestro Pedro Henríquez Ureña (PHU) haya que arrancar del convencimiento de que “no hay héroes sin tacha” (Néstor E. Rodríguez, acento.com.do, 09-01-23), bien podría examinarse en términos de la disonancia cognitiva propuesta por los reconocidos investigadores Restingar y Elliot Aronson. Mecanismo mental éste donde los individuos que sienten un firme nexo emocional con una ideología, creencias, valores o un líder, consienten que dicha lealtad piense por ellos, justificándola, incluso, ante la violencia “disfrazada de misión civilizadora” (Salvador Leetoy).

En ese sentido, el Dr. Rodríguez alude a una publicación donde Vicente Géigel Polanco, abogado y escritor puertorriqueño, encomia la presencia en la isla de Puerto Rico del prestigioso intelectual dominicano, apelando, al mismo tiempo, al respaldo del Maestro con respecto a la realidad colonial de dicho dominio y la vocación del erudito como intérprete integrador, en el entorno de la cultura, de los pueblos de Abya Yala. Géigel Polanco expresa: “Llega a nuestra ribera este hermano mayor en el preciso instante en que es más arduo nuestro empeño por afirmar la personalidad propia, por rescatar la cultura tradicional y los nativos módulos de expresión del predominio que pretenden ejercer sobre nuestra vida oral las fuerzas armadas que intervienen la nacionalidad puertorriqueña. Henos aquí resistiendo, resistiendo con todas las energías de que es capaz un pueblo consciente de su destino. A su pupila avizora [de PHU] no escapará nuestro drama”. (La Democracia, periódico, 31-05-1932).

A pesar de que para 1932, de acuerdo a Dr. Néstor Rodríguez, el autor Géigel Polanco no poseía modos de fichar “las fisuras” en el pensamiento de Pedro Henríquez Ureña, el profesor Rodríguez señala que, si bien no han faltado los juicios desmesurados, “[la] crítica, con contadísimas excepciones, ha cartografiado el tránsito de un saber letrado procurando la hagiografía” del insigne Maestro. De hecho, Néstor Rodríguez apunta, entre otras sobradas razones, que adjunto a la “heterodoxia evidente en sus escritos más luminosos se aprecia, por ejemplo, a un Henríquez Ureña empeñado en invisibilizar el influjo de las lenguas africanas en el español de Santo Domingo”.

Precisamente, en un artículo publicado (Don Pedro Henríquez Ureña, del “perfil de Sarmiento”, humanismo y otros objetos, acento.com.do, 02-01-20022), me preguntaba lo siguiente: “¿Cómo podría un auténtico humanista [PHU] expresar admiración y complacencia por una obra [Facundo: civilización y barbarie] identificada con el ideal europeo, de carácter racista, patriarcal y de franca ideología clasista?”. En su ensayo Pedro Henríquez Ureña: realidad y mito, el destacado sociólogo e historiador dominicano Juan Isidro Jiménes Grullón, advierte de que “el verdadero humanismo tiene que ser real…No consiste, por tanto, en una simple asimilación de la cultura en sus manifestaciones superiores, como pensaron los humanistas del Renacimiento y sus sucesores inmediatos.” Y es, como apunto en otros de mis opúsculos (Don Pedro Henríquez Ureña, del “Perfil de Sarmiento”, humanismo y otros objetos, acento.com.do, 02-01-2022), debemos abocarnos, imperativamente, a un análisis deconstructivista de la obra de Pedro Henríquez Ureña con el objetivo de “…establecer una relación entre lenguaje, instituciones sociales y la conciencia o subjetividad individual y colectiva. Ello así, en virtud de que los conceptos del derecho, las leyes, la educación, y demás, se corresponden con una determinada concepción ideológica internalizada por el lenguaje en el contexto de una formación social dada y sus relaciones de poder hegemónico”.

Ahora bien, en cuanto a nuestra interacción con la realidad, ¿acaso la posesión de creencias y valores contradictorios constituye un atributo connatural de la psiquis humana, o un resultado, en el plano de a disonancia cognitiva, de la cultura o la ideología? En todo caso, tal lo proclama el profesor Néstor E. Rodríguez, ciertamente, “no hay héroes sin tacha”.  

 

 Luis Ernesto Mejía en Acento.com.do