PEDERNALES, República Dominicana. En los años cincuenta del siglo XX, esta joven provincia (Ley 4815, 17/12/1957) ya tenía una banda municipal de música y una orquesta bien equipadas que competían de tú a tú con otras de la región suroeste.
Samuel Herrera Báez llegó después del sesenta, motivado por la siembra cultural de sus antecesores. Hoy es el punto de referencia más luminoso por su ascenso, pero la cadena es larga. E incluye mujeres que, en los setenta, ejecutaban instrumentos de viento, como Crucita Galarza (saxo) y las hermanas María Nilba (trompeta y canto) y Ana Delfis (saxo).
Crucita aún recuerda su participación con un par de piezas musicales en el acto celebrado en 1967 en el simbólico bar de Claudio Tejeda, en homenaje a las estrellas de Grandes Ligas, Felipe, Mateo y Jesús Rojas Alou.
Samuel nació y se crio al sur de la Sierra Baoruco, en la fértil colonia agrícola que el tirano megalómano Trujillo designó con el nombre de su hija Flor de Oro, nombre que el pueblo cambió a Mencía tras el ajusticiamiento de 1961. Comenzó sus estudios en la academia de música del pueblo y, afanado por el perfeccionamiento, se fue a la capital donde, además de odontólogo, ha sido bajista de la Sinfónica, director sinfónico y profesor del Conservatorio Nacional de Música.
En 2007, ganó el premio de la Secretaría de Cultura en categoría Música de Cámara con la obra Cuarteto Alberti. Dirige la Banda de Música del Instituto de Formación Salomé Ureña, recinto Félix Evaristo Mejía. El arreglo sinfónico del popular tema Cumbanchero es una muestra de su talento.
Como él, Cramel Mancebo, hijo del capitán Lozano y Deisis Fernández, familia de la calle Juan López arriba. Lo crio Buenamoza Mancebo, su abuela. Tocaba trompeta en la banda de música local y en la capital piano y teclado. Sustituto del reconocido pianista Sony Ovalle cuando tocaba con Johnny Ventura. Vive en Virginia, Estados Unidos, donde ha formado una banda que toca en los hoteles y restaurantes de lujo de la zona.
Alcibíades Méndez (Bobollo), arreglista, versátil con los instrumentos, más en el saxo, y cantante, formador de músicos, dirigía la banda municipal y la orquesta. Se quedó en el pueblo y murió en 1993, a los 46 años.
AQUELLOS DÍAS
En la década del 50, cada 22 de noviembre –Día de Santa Cecilia, patrona de los músicos- había celebraciones por doquier en la comarca. Las alboradas y las retretas en el parque central eran parte de la costumbres de los pedernalenses. Una fiesta con comilona incluida cerraba el día.
La bandera de la fortaleza no se podía subir y bajar sin los acordes de la banda. Los actos lírico-culturales no quedaban completos sin la participación de los músicos.
En cada acto no mancaba la declamación del poema dedicado a los músicos por parte de Purita Rivas, hija de la maestra Inesita y de Rivas Helena, trabajador de la minera estadounidense Alcoa. Dice así: “Si un músico te enamora, nunca le digas que sí, porque siempre te dará de comer do-re-mi-fa-sol-la-si”.
Miguel Pérez, 80 años, era trompetista de la Banda y la orquesta, como su hermano Federico (Güingo), quien también ejecutaba el bandoneón y no lo soltó hasta su muerte en 2017 a los 79 años.
Recuerda que cada Día de Santa Cecilia, él le despertaba y le recitaba el poema que Purita había popularizado en Pedernales. Y reía.
Cada músico tenía su salario conforme la categoría: de tercera, tres pesos; de segunda, seis; de primera, ocho y quince pesos. Y la orquesta cobraba 40 y 60 pesos por fiesta (hasta el 70% para para el director, el resto para los músicos)
“Me nombraron como auxiliar en la Inspectoría de Educación, pero como músico. Comencé en el 1953, como músico de tercera y terminé como músico de primera, ganando 15 pesos. Yo era trompetista. Salí en el año 59”, explica Pérez.
Integraban la banda, además de Federico (primera trompeta) y Miguel (segunda trompeta), Remberto (clarinete), Yayo Abelardo (saxo), Servio, Vicini (saxo), Negro Mimina (el bombo), Cuíto, Silvio Sena (trombón), Pablitín (saxo), entre otros.
POCO DINERO, MUCHO RON
La gran fiesta del primer aniversario de la provincia estaba programada con la orquesta de Duvergé, considerada la mejor de la región. Escenario: local del Partido Dominicano (hoy Club Socio Cultural), frente al parque central.
El maestro local Jorge Sierra (Jorgito), lleno de orgullo, consideró que la agrupación contratada por las autoridades debía tener una contrapartida local.
“Mi orgullo no permite aceptar que no lo presentemos la parte local”, le había dicho a sus muchachos.
Él conocía cada detalle de los integrantes del grupo contratado porque –antes de llegar a Pedernales- había sido maestro de en Jimaní, municipio cabecera de la provincia Independencia, a la que también pertenece Duvergé.
Así que convenció a las autoridades sobre tal idea. Y arregló varios números, entre ellos, conocidos danzones, boleros y merengues. Y formó un “ven tú” (grupo improvisado): Silvio Sena, Moncito, Canquiña, Vicini y Servio Moquete, Federico (Güngo), Miguel Pérez y el corneta de la orquesta del Ejército.
En tiempo record agotaron intensas jornadas de ensayos, hasta que llegó el día D.
Aquella larga noche, la representación de Duvergé se la lució con su saxofonista estrella, Aquilino Peña, quien emulaba a la estrella dominicana del saxo Tavito Vásquez, muy de moda. El cantante Danilo Sena, hermano de Milcíades y Silvio Sena, brilló con su estilo.
Los muchachos recibieron elogios de los dameros (nativos de Duvergé) y aplausos resonantes de los asistentes a la fiesta. Sobre todo, cuando Carmencita Adames interpretó el bolero “Amor perdido”, popularizado por la mexicana María Luis Landín.
La única queja la repetían a diario Vicini y Servio. El pago era insignificante para el trabajo realizado.
“Es que él (Jorgito) se quedaba con el 60 y 70% y nos repartía el resto a los músicos”, precisa Miguel Pérez.
Entre los músicos no podía faltar la bebida. Los asistentes solían ponerles botellas de ron en las mesas donde se sentaban como agradecimiento a alguna pieza interpretada.
“Y hasta cajas de ron completas nos ponían detrás de las tarimas. En aquellos tiempos la gente creía que músico era equivalente a borracho”, cuenta Miguel y sonríe.
ACADEMIA Y BANDA
La academia operaba en una de las dos piezas de una casita de madera, propiedad de Muñeca Maldonado, en la calle Duarte casi frente al cine Doris. El famoso violinista Luis Cernuda fue el primero en entrenar un grupo de jóvenes, entre ellos, Gerineldo, Ricardo Pérez, Servio y Vicini Moquete. Tras su muerte, presa del alcohol, llegaron formadores como Santo Damaso, Jorgito Sierra, Librado Santana.
Maestros de música: el primero en Pedernales 1947-48, Manuel Arquímedes, trompetista barahonero. Delio Gautreax, tocaba todos los instrumentos, especialmente saxo; hizo que el ayuntamiento comprara todos los instrumentos. El primer violinista de la Sinfónica Luis Cernuda, quien organizó la primera banda de música; Ojitos Verdes, trompetista. Todos abandonaron el cargo.
También Santiago Santana Cuevas (Santo Damaso), fotógrafo, barbero, clarinetista y saxofonista fino de Enriquillo, tocaba todos los instrumentos.
“Con él nos formamos todos entre los años 52 al 58. Tiene su academia en Los Mina, y su hijo Davicito, que nació en Pedernales, es tremendo saxofonista que estuvo con la orquesta de Wilfrido Vargas”, precisa Miguel.
Otros: Jorge Sierra, uno de los mejores trompetistas del sur. Y Librado Santana, brillante compositor, arreglista y trompetista que dirigió la banda de música y la orquesta más allá de los sesenta.
OTROS TIEMPOS
Las nuevas generaciones han seguido la tradición.
Sirve de referencia el caso icónico de los hijos de Matilde López y Largo Méndez, en la Duarte casi con 16 de Agosto. Alcibíades (Bobollo), Ramón (Mon), María Nilba y Ana Delfis se dedicaron a ese arte y han sido admirados por la comunidad. Igual el tesón de Librado Santana y Ojitos Verdes en la enseñanza y la ejecución de los instrumentos. El simpático Ojitos gustaba de los tragos y, cuando se iba de parranda, se llevaba su trompeta a la que, por momento, sacaba notas desafinadas.
La banda municipal participaba en cada acto fúnebre y era protagonista de las alboradas y los aguinaldos. Los conciertos en la glorieta del parque principal siguieron hasta los ochenta. Plablitín, Cuchy, Cuíto, Negro Mimina, Vicini, Bobollo y Ramón Méndez (Mon), Telé, Luis Cana, Ojitos Verdes, Piche y Yayo son protagonistas de muchas noches y muchos días.
Librado, Bobollo, Ojitos y Mon cargaron con la dirección de la banda de música desde los años sesenta.
El combo era contratado para cada fiesta. Mostraba espíritu de competencia con otros de la región. Pero ha desaparecido.
La academia funcionaba en una casa de madera en la calle Mella, con apoyo de la sindicatura. Tampoco existe.
La banda ha sido resucitada por la fuerza de voluntad de su director Ramón Méndez (Mon Matilde o Bulaca) y la pasión de los jóvenes que han tenido que comprar sus instrumentos, salvo alguna donación de los pedernalenses en USA.
Lo único que sigue vibrante es la perseverancia de los nuevos músicos y su novedosa propuesta con seis saxofonistas. Ninguna institución los ha asumido.