Despertar el interés por la lectura en los estudiantes debe estar acompañado por estrategias de animación sociocultural donde, por ejemplo, los niños y niñas de los primeros niveles del sistema educativo disfruten, gocen, sientan placer leyendo. Pero antes, incentivar la adhesión al libro, no solo físico, sino también virtual, es básico en esas etapas del desarrollo cognitivo del o la estudiante. Hay que construir la emoción de tomar o empezar a leer un libro. En mi experiencia y emociones que todavía conservo, a pesar de mis lecturas virtuales, el olor del libro abierto, ya sea recién impreso o que haya estado en los anaqueles por cierto tiempo, manda un mensaje directo a mi cerebro que despierta mis placeres. Solo eso es suficiente para el inicio del ritual de lectura, aparte de todo lo que conlleva la historia o el acto comunicativo del texto. El primero en leer el periódico en la casa era mi padre, tenía que abrirlo sin que nadie lo haya tocado, y sentir ese olor de las hojas, a recién impreso, a tinta y papel. Tanto era el placer que sentía que lo vi varias veces cerrar los ojos al olerlo. Eso debió pasar con muchos lectores.
Algunos escritores de hoy y de ayer confiesan que las narraciones orales y textos leídos por sus padres y abuelos en la etapa de la niñez influyeron decisivamente en sus carreras literarias, despertaron su imaginación, articularon procesos mentales de mundos posibles e imposibles en la conformación de su espectro literario. Quizá esa sea una estrategia para el aprendizaje. Se van forjando los mundos míticos, mágicos, realistas, maravillosos, fantásticos y todas las posibilidades que prenden la imaginación.
Las escuelas deben ir a la calle, sondear ese mundo multigrado gravitante en esos espacios libres para el aprendizaje. La calle es un texto abierto sin bordes, el contexto se convierte en texto, es un texto extendido. En la calle hay saberes que se pueden auscultar por medio de la experiencia empírica… Hay grados, niveles, modalidades; hay cultura, arte, filosofía, ciencia, religión…, de todo lo que usted pueda imaginar y no imaginar. Para muchos estudiantes el aula es una prisión, solo esperan el toque del timbre para el recreo o la salida. Esperan ese sonido en su cerebro como una alerta angelical. Esa “prisión” del aula, se vence con la lectura, con esas salidas a los “mundos posibles” que traen consigo los libros y que son capaces de formarse en el mundo imaginario de los lectores. Ya C. S. Lewis nos decía que: “Leemos para saber que no estamos solos”. Se vence también esa prisión, con las actividades colaborativas, lúdicas y, sobre todo, con esa capacidad humana de imaginar. Se ensanchan los límites, se rompen las fronteras, se crean otros mundos.
Se puede decir que el individuo humano es lectura, no se hace aquí referencia a un texto literario de forma específica, sino al texto no literario de igual manera. A las imágenes se le otorga mayor grado de objetividad que a las palabras. En el argot publicitario se ha escuchado la siguiente frase: “Una imagen vale más que mil palabras”. Ciertamente, algunos estudios plantean que en la recepción visual de una imagen se pueden captar esencias directas e ideas complejas con más facilidad que en la exposición verbal o escrita. Que el cerebro humano procesa mejor una imagen que un texto escrito. Lo hace con mayor celeridad, puede fijarlo o retenerlo con más contundencia por la rapidez del flujo emocional que provoca. Pero, siendo crítico, en el texto escrito, con ideas y conceptos expresados en oraciones simples o complejas, el cerebro mismo construye imágenes y representaciones, ejercita sus funciones y crea estructuras mediante un proceso de computación realizado por las neuronas con menos atajos. En el momento de la lectura existen áreas cerebrales que se activan de manera selectiva que favorecen la comprensión del texto y habría que ver si lo hace de la misma manera la visualización de una imagen. O sea, que el nivel de complejidad que trae consigo la lectura, a mi manera de expresar y sujeto a un estudio más ponderado, puede permitir el sondeo más profundo del inconsciente y estructurar el lenguaje en el consciente.
La lectura no tiene como único propósito el de ampliar los conocimientos sobre un tema, cada lector lo hace dependiendo de sus propios intereses, para ello se vale de técnicas, como la lectura lenta o rápida, los subrayados, las repeticiones, las síntesis y los análisis expositivos o argumentativos, entre otros.
El desarrollo de la pasión por la lectura, de manera fluida, es una alternativa para construir momentos felices.
Domingo 22 de enero del 2023
El autor es escritor y educador.