(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)

El poema es la expresión de una situación vital del sujeto creador o del poeta. La metáfora no surge de la nada. Hay siempre una razón de ser de la imagen que el poeta cobstruye, en su estado de plenitud, en un contexto y en un tiempo determinado.

Leo este libro y me traslado a los pasados y actuales momentos de incertidumbre y dudas, sembradas en la sociedad por un ambiente enfermizo y quebrado que todavía nos acecha y nos persigue: El virus del COVID-19, creado, vendido o traficando o no, sigue siendo un aguijón de muerte y luto en el mundo.

Esta es una prueba más de que la muerte tiene sus encantos, su música fúnebre, pronunciada en el vivir y en el desvivir del creador. En este caso, ese canto nos manifiesta su angustia y sus letargos vitales.

Aquí, el poeta asume la muerte, desde el virus y sus aguijones, para expresar su sentido del vivir desde la muerte. Aunque se vea contradictorio o ilógico, desde este relicario de agonías, el poeta se asume y apuesta a llenar de música nuestros rincones, nuestro espíritu.

Portada del libro "Pasatiempo de las horas", de Juan Carlos Báez Moreta.

Aquí…la palabra se convierte en acusación de ausencias, para convertir en himno la mirada del caminante enfermo.

El poeta se convierte en cómplice de las salas de consultas médicas y derriba el silencio de las camas de los rincones de intensivos. El poeta se niega aquí a ser un sujeto enfermo y se llena y nos llena de vida, desde su canto. Veamos:

"ESTOY observando la muerte a través de los cristales de este hospital del infierno/se agotan mis recuerdos y con ellos el oxígeno del olvido/los ángeles rondan los pasillos pulcros de la desgracia/ahora la prioridad ya no es respirar/ es sobrevivir a los pocos segundos que tengo para memorizarte/para acariciar de tu silueta que este Alzheimer maldito se lleva/tengo prisa/ mis soles se opacan//
estoy atado a este descanso de los días/que se torna eterno/solo escucho las voces indiscretas de los
monitores vecinos/ a veces creo que mienten/cuando me dicen al oído que estoy vivo"//
(…)
(Fragmento del poema "Tengo prisa", págs. 61/63).

Ya les decíamos, amigos lectores, la ritmicidad del poema no conoce de nostalgias para llegar a nuestros oídos, bastan los tonos y las emociones del sujeto creador, en este caso del poeta, para acorralarnos y seducirnos, desde su timbre consonantes, de acentos y vocales.

En esta obra, titulada "Pasatiempo de las horas", de Juan Carlos Báez Moreta (Ámazon, abril 2023), el COVID-19 es la excusa, para manifestarse desde el poema y dejarnos su historial poético sobre el virus.

Este es un canto de vida a la muerte, desde una voz intensa y expresiva que nos demuestra que, hasta la nada, es una razón para vital para justificarnos como fantasmas vivientes.

Una pandemia no enferma la poesía, la poesía, desde estos cantos, otorga vida y sentido a lo enfermizo, y lo llena de metáforas que reviven… lo supuestamente muerto.

El virus del COVID-19 sale de habitad letal, para alojarse en las metáforas de un creador que nos deja sobre el el viento su mirada, su perfil de relator de los ecos enfermizos de nuestro tiempo.

Y nos preguntamos, es realmente el COVID-19 el virus o nosotros somos el virus? La respuesta está por ser construida desde la lectura de estas producciones poéticas.

Para este poeta, su tiempo, nuestro tiempo, es la página abierta de su canto.

Esta es la expresión musical del dolor que, viral o no, nos sacude y nos envuelve en su letanía.

"Pasatiempo de las horas" deja de ser un libro, para convertirse en la memoria sentida de una época que gira sobre su círculo retroviral, por encima de los miedos.

Esta es una huella la poética poética de la muerte. No da miedo tenerla, degustarla o leerla, este es un proceso que nos permite autodescubrirnos, como sujetos mortales.