Te lo dicen porque te quieren, porque no quieren que pases trabajo, que te cierres puertas, que te consumas en tus explosiones. También te lo dicen porque estamos en medio de la jungla, porque hay que sobrevivir, mostrar un rostro de soberanía, autosuficiencia, y no siempre todos nos pondremos el sombrero que nos calza. ¡Qué bueno no pensar en nuestro país, porque en nuestro país el pensamiento produce cáncer! No hay que hacer esto o lo otro porque en eso y aquello mostrarás tu egos. Tal vez tu problema sea lograr reconocimiento, llamar la atención, que sepan de ti, y sí, sigue tirándote en el sofá que yo el pequeño Sigmund te seguiré orientando mientras espérame, que iré a buscar un café o a cambiar el auto.

Vivimos con un freno, porque si nos vamos con esa aceleración muy pronto tantas sensibilidades serán heridas. Podremos leer pura porquería, pero sabrás que esa autora o autor ganará un premio por sus nalgas, que el congreso honrará a quien previamente te invitó a un sancocho o diligenció un puesto en la mismísima Administración Pública. Soportaremos los prolijos ensayos con que los estudiantes honrarán a sus profesores, ya sabes, por buenas notas hasta nos convertimos en sicarios u homicidas, y ante libro dedicado, libro comentado. Que el que no grita no mama. Que en Santo Domingo todo se diligencia, desde la crítica a un poema hasta el pago de una yipeta con el futuro Premio Nacional o lo que sea.

Hay nombres sagrados, que Dios te libre de mostrar tantos libros de nuestras sumas deidades literarias en ambientes fuera de la isla, porque seguramente solo oirás que eso es “simpleza”, “pérdida de tiempo”, “reciclaje”.

Hay decenas de libros consagrados que no superan una lectura a ciega de uno de sus párrafos en Centro Cuesta del Libro. Es tanta la porquería que al final me tengo que consolar en un jugo de fresa y oír los griteríos en la otra mesa, con o sin mi tocayo, con o sin un líder de la Bibliofagia local. Pero aún así, cuidado con cuestionar a la editora, a la Institución, al Gran Poder de Dios ahora metido a gran autor o autora de solapas. Hay fila de genios esperando la explosión de abrazos, de pase por Contabilidad que su cheque está listo.

Sí, claro, te adoran.

Por eso te ruegan: “Por favor, ¡para qué escribes eso!