Estos últimos meses han estado abarrotados de noticias vinculadas a inteligencia artificial (IA) a nivel mundial. Lo anterior, gracias a ChatGPT, el famoso chatbot que responde a la mayoría de nuestras inquietudes y solicitudes con alto nivel de acierto, siendo objeto de múltiples debates por su incidencia positiva y/o negativa en la sociedad. En ese orden, la cereza del pastel, ha sido la visita de Sophia a República Dominicana, la primera ciudadana robot en el mundo y primera embajadora en innovación robótica del programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, convirtiéndose en un trending topic y suscitando interés en los principales sectores del país. A raíz de esto, vemos un torbellino imparable de planteamientos, algunos con base científica y otros desde el desconocimiento, lo que se traduce en exceso de información que acarrea todo tipo de consecuencias. Por tales razones, en lo adelante, de la manera más sencilla factible, abordaremos la cuestión de la inteligencia artificial, con el propósito de que sea posible entenderla sin ser Alan Turing —autor del artículo Computing Machinery and Intelligence (1950) y creador del test de Turing, bases de la inteligencia artificial—, sin ser John McCarthy —organizador de la Conferencia de Dartmouth (1956) donde surge la noción de IA como la conocemos hoy— y sin ser inversionista o pertenecer a la industria como Elon Musk —quien en su momento fue fundador de OpenAI y recientemente dio a conocer el lanzamiento de su propia compañía X.AI—.

 

Para comenzar, es notorio que se dialoga sobre el tema pese a que no se suele dar una definición exacta sobre inteligencia artificial ¿será que es tan complejo que no podemos tener un significado general? La realidad es que sí es complicado, lo cual no debería sorprendernos, ya que el término “inteligencia” ha sido conceptualizado de múltiples formas, incluso, cambiando con las épocas. Lo mismo o más enrevesado si es artificial, no natural y creado por el propio ser humano. Pero ¡sosiego por favor! no los dejaré ir sin una aclaración. Luego de un minucioso análisis sobre distintas nociones, entre ellas la de la OCDE, la del Grupo de expertos de alto nivel  sobre inteligencia artificial creado por la Comisión Europea y diferentes doctrinarios, podemos aseverar que inteligencia artificial es aquella que engloba a todas las máquinas y programas informáticos con la capacidad de hacer ciertas actividades que normalmente requerirían de la inteligencia humana, imitando a esta última.

 

Seguramente, ahora se preguntan ¿cómo funciona esta 'réplica' nuestra? En ese sentido, lo primero que debemos puntualizar es que, no es una copia del homo sapiens sapiens. Al respecto, el distinguido profesor Juan Corvalán, creador de Prometea y PretorIA, ha apuntado sobre el fenómeno que vemos hoy que, la IA solo ejecuta operaciones comparables a las de los seres humanos, considerando que no existe posibilidad de reproducir de manera artificial un órgano tan complejo como nuestro cerebro. Dicho con otras palabras, la IA de estos tiempos vendría siendo una imitación de la mente humana, de funciones cognitivas como percibir el entorno, interpretar y analizar datos, predecir, recomendar, tomar decisiones, entre otras. La diferencia radica en que estos procesos no se vinculan a células nerviosas originales, más bien, los elementos fundamentales de la simulación son dos: acceso a gran cantidad de datos y algoritmos o instrucciones informáticas que la máquina debe seguir para alcanzar la consecución de los objetivos definidos por los humanos que la crearon, algo así como una receta en la cocina para preparar un plato, seguir pasos determinados en miras de lograr un resultado. Asimismo, para estos fines se llevan a cabo técnicas, tan altamente especializadas que, si las detalláramos en este artículo, pecaríamos por incumplimiento de la promesa inicial sobre la sencillez y claridad pretendida, por ello, solo a modo ilustrativo citamos las siguientes: machine learning o aprendizaje automático, procesamiento de lenguaje natural, redes bayesianas, redes neuronales artificiales, visión por computadora, sistemas expertos, minería de datos… sí, ya sé que para la mayoría es como si estuviera hablando en árabe.

 

Por tanto, resulta imprescindible destacar ejemplos que nos permitan contextualizar mejor ¿cierto? El ejemplo de la palestra es Sophia, entrenada con técnicas de procesamiento de lenguaje natural, reconocimiento de emociones e imágenes que le permiten interactuar con las personas de la manera más 'humana'; también, usan IA esas aspiradoras robóticas que ustedes compraron en Internet a raíz de la pandemia, haciendo uso de técnicas de aprendizaje automático para mapear la casa y planificar la ruta de limpieza; lo mismo con los famosos chatbots a fin de generar preguntas y respuestas (sí, ahí está incluido el ChatGPT del que tanto han hablado en sus trabajos y en las escuelas de sus hijos); adicionalmente, los drones y los vehículos de conducción autónoma, con aquella técnica de visión por computadora para detectar y evitar obstáculos en el camino. Como estos, una lista amplísima de nuestro día a día que incluye a Siri, Netflix, Instagram, Waze y que minuto a minuto va en progresión, para muestra, hace unas semanas Spotify anunció un nuevo Dj basado en IA que, con carácter individualizado, conoce nuestros gustos musicales prácticamente más que nosotros mismos, sorprendiéndonos anticipadamente con la nueva música que aparentemente íbamos a querer descargar.

 

Ante tantos avances y bombardeos constantes surgen las preguntas del millón ¿la inteligencia artificial supera al hombre? ¿puede destruirnos? Definitivamente, lo que nos mantiene con gran ansiedad y expectación es que los guiones de Hollywood salgan de la pantalla grande y cual profecía apocalíptica se extermine la raza humana. Con el corazón en la mano ¿verdad? Sin duda que les llegó Terminator a la cabeza, ¡un clásico! Y ya, vamos a salir de esa línea para que les vuelva la sangre a sus cuerpos. La respuesta a las inquietudes de este párrafo actualmente es NO. Por el momento, lo que existe en relación a la inteligencia artificial se considera como IA débil o estrecha, la cual, como bien arguye el doctor Alejandro Morales Cáceres, solo es capaz de recrear ciertos elementos de la inteligencia humana, están limitados al campo de su entrenamiento. En cambio, la que nos atemoriza es la IA fuerte o general, en la que los algoritmos puedan exhibir inteligencia en una amplia gama de contextos y espacios problemáticos, capaces de equiparar o superar la inteligencia humana, para esto falta mucho, así lo expresa el científico Philiph Boucher en el marco del estudio Panel for the Future of Science and Technology del Parlamento Europeo, explicando que las actuales tecnologías no lo hacen posible, aunque reconoce los efectos potenciales de los métodos evolutivos avanzados, la computación cuántica y la emulación del cerebro.

 

Cerrando ese capítulo, es menester que hablemos del presente y el camino que debemos recorrer. La IA tiene un gran potencial para mejorar muchos aspectos de la vida y continuar impulsando el progreso, si no me creen, para empezar, pregúntense a ustedes mismos con sinceridad si ¿la vida no les es más cómoda haciendo uso de los asistentes virtuales?, ahora es turno de los empresarios, me dirijo a ustedes para invitarles a reflexionar acerca de los numeritos a su favor, luego de que en materia de comercio electrónico ofrecen recomendaciones personalizadas de productos y servicios, publicidad basada en el historial de compras y la navegación del cliente ¿giro de 180 grados no? Es que muchos son los beneficios, la IA ayuda a acelerar los avances científicos y médicos al permitir que se procesen grandes cantidades de datos y simular complejos sistemas biológicos; mejora la seguridad, siendo útil para ayudar en la detección y respuesta a eventos relacionados con ciberseguridad y vigilancia; nos hace perder menos tiempo, gracias a la automatización de las tareas repetitivas y tediosas, dándonos oportunidad de centrarnos en los procesos creativos y en las asignaciones de profundidad que verdaderamente importan, entre otros.

Sin embargo, toca leer la letra pequeña del contrato. Hay riesgos al usar IA. El primero y más preocupante es el desempleo, muchas empresas, abiertamente o con hermetismo, despiden y planean despedir empleados de su plantilla, solo hay que ver el revuelo en España con la empresa Domestika por esta situación. Otro tópico es la opacidad de los algoritmos, es difícil y en ocasiones hasta imposible conocer los parámetros seguidos por algunas de estas tecnologías, lo que se denomina cajas negras. Por otro lado, es bastante conocida la situación de los sesgos y la discriminación algorítmica, llevando a Facebook a pedir disculpas porque sus herramientas de reconocimiento facial erróneamente han asociado hombres negros con primates. Asimismo, se puede ver afectada en gran medida nuestra privacidad y la seguridad de todos nuestros datos que recopilan estos sistemas. De igual modo, aterra que la IA pueda ser utilizada para desarrollar armamento autónomo. Y quizás, lo más relevante ¿quién es responsable por los daños que se produzcan al hacer uso de IA?

 

¡Uf!, es como si de repente nos han lanzado un balde de agua fría. ¿Cómo controlarlo? ¿Hay regulación? Claramente, la inteligencia artificial tiene un gran impacto en nuestra sociedad, aspecto que inminentemente nos obliga a regular, así lo ha considerado Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, sosteniendo que, en cuanto a la inteligencia artificial, la confianza es una necesidad, no algo agradable de tener. En efecto, como ella, muchos gobiernos han entendido la pertinencia de crear normas en esta materia o al menos la han considerado. Justamente, en este mes se publicó el AI Index Report del Stanford Institute for Human-Centered Artificial Intelligence, uno de los informes de referencia global que expone el grado de desarrollo de la inteligencia artificial. En dicho reporte se analizaron los registros legislativos de 127 países y se concluyó que tan solo en el 2022 se aprobaron 37 proyectos de ley contentivos de esta tecnología disruptiva, lista encabezada por Estados Unidos. Desde luego, no podemos dejar de mencionar la legislación propuesta por la Unión Europea, Ley de Inteligencia Artificial, con un modelo que ha dado de qué hablar a nivel mundial, pues considera puntos claves que debemos tener como pilares en nuestras normativas, para que tengan una idea, regula en función del nivel de riesgo de la IA (inaceptable, alto, limitado y mínimo), pone el foco en la transparencia, la supervisión humana, rendición de cuentas y calidad de los datos.

 

Por lo visto, tenemos muchos temas por abordar vinculados a la realidad que vivimos y estamos por vivir en nuestra convivencia con la inteligencia artificial. La meta es debatir los aspectos específicos de mayor incidencia ante su uso, de manera que podamos garantizar que se utilice en respeto de los estándares éticos y responsables que fijemos, salvaguardando los derechos de los seres humanos. Ahora, nos corresponde a todos continuar investigando y plantear soluciones firmes y equilibradas para el aprovechamiento de la innovación, ya que como dijo el influyente autor Wayne Dyer “la forma más elevada de la ignorancia es cuando se rechaza algo de lo que no se sabe nada”.