Lo que era en principio como el panel de rigor del libro ganador del Premio Feria del Libro Eduardo León Jimenes, en la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, derivo hacia un interesante y emotivo enfrentamiento de posturas en torno a las responsabilidades de la violación, asesinato y descuartizamiento del cuerpo de Miriam Pinedo, cuyo cadáver fue encontrado la noche del 11 de diciembre de 1971, en la capital belga, cuando un miembro del Movimiento Popular Dominicano solicito exponer sus objeciones a lo expuesto en el libro Morir en Bruselas, de Pablo Gómez Borbón.
Ante un salón colmado al extremo del Círculo de Bibliófilos, en la segunda planta del local, a las cinco de la tarde en punto, se inició el evento con la lectura de las tres primeras páginas de la novela, en las que se narra cómo los esposos Decker, encuentran una maleta en el pórtico de su casa, al regresar de su acostumbrada cena sabatina y en ella encuentran dos piernas de mujer.
De inmediato, Tony Raful, escritor y poeta (además de embajador dominicano en Italia) expuso sus criterios sobre el estilo narrativo y el trasfondo histórico del hecho expuesto: las muertes de Maximiano Gómez y Miriam Pinedo en la capital europea.
Delia Blanco, poeta e investigadora literaria, describió a fondo las técnicas usadas y resaltó que le llamó la atención el carácter de la investigación policial, escrita justamente en la capital europea de las novelas policiacas más destacadas.
Pablo Gómez Borbón, el autor, intervino al final de la parte formal del panel, para resaltar que su libro solo busca restablecer la memoria de Miriam Pinedo y lograr que se reconozca el crimen de que fue víctima.
La controversia
Casi al terminar el panel, la moderadora sugirió que fueran presentadas preguntas o inquietudes en torno al libro, cuando ocurrió el enfrentamiento de ideas:
Oscar Mejía, exdirigente MPD, miembro del equipo de Seguridad de Maximiliano Gómez y Otto Morales (incluso un mes antes de que fuera asesinado):
“Deseo hacer una puntualización. Veo su gran preocupación en relación a que, a pesar del esfuerzo extraordinario con la búsqueda de informaciones sobre este hecho y la brillantez literaria de su libro que reconocen los expertos en narrativa con que pudo hacerlo (Muerte en Bruselas), a despecho de eso, no ha recibido la respuesta que usted esperaba en el sentido de que cuando se publicara el libro, salieran cien voces a decir:” Eso es cierto”, “Aquello no es cierto”, “Eso no fue así sino de esta otra manera” .
Yo le haré una simple puntualización para tranquilizarlo:
Mi nombre es Oscar Mejía y mucha de la gente que está aquí, me conoce. Fui y sigo siendo ideológica y emotivamente, miembro del Movimiento Popular Dominicano.
En los tiempos en que sucedieron los hechos, trabajaba como responsable de la seguridad del Buró Militar del MPD.
No me deja mentir la señora Henriette Wiese, a cuyo apartamento me vi forzado a llevar a Otto Morales cuando ella no tenía ninguna participación política. Les estoy hablando de un mes antes de que lo mataran.
Se supone que en esa circunstancia, Otto debía estar en un lugar muy seguro rodeado de gente del partido debidamente armada y sin embargo estaba en la casa de una estudiantes de psicología de la UASD que no tenía nada que ver ni con el MPD ni con la política, solo porque era la calle Pasteur esquina Casimiro de Moya, donde vivía un gran compositor dominicano, el doctor Manuel Troncoso, por lo que yo sabía que ese lugar era imposible de ser objeto de una acción de allanamiento o asalto policial que no iba a acordonar esa cuadra de Gascue, en Santo Domingo, como se acostumbraba a hacer en otros sectores.
Yo con Otto al hombro, llevándolo a la casa de una inocente estudiante de Psicología, le da a usted la imagen de cual era nuestra situación en esos momentos.
Estábamos en medio de la calle, con una policía y un escuadrón de la CIA que había ordenado que lo mataran sin misericordia donde quiera que lo encontraran. El caso de Otto y de Maximiliano, era similar.
Lo que yo quiero que usted sepa (dirigiéndose a Pablo Gómez Borbón, autor de la novela) es que yo, que ya soy un anciano de 73 años, ingrese al movimiento revolucionario con 15, lo que quiere decir que yo era de los jovencitos del grupo, ya tengo 73.
Esto quiere decir que de esa generación la gran mayoría ha muerto por razones naturales, por lo que no debe esperar usted una respuesta vigorosa o numerosa que le va a responder. Ya muchas de esas cosas quedarán en el olvido de la historia.
Pero a mí me interesa, en este lugar, en este foro, en donde hay mucha gente importante y consciente, que se sepa que el Movimiento Popular Dominicano, en aquellos años y en toda su historia, hizo lo que tenía que hacer.
Cuando nosotros como partido, decidimos venir con Trujillo vivo, eso ahora cualquiera lo dice y los demás se ríen, pero había que estar en las calles de la RD, cuando Rafael Leónidas Trujillo Molina todavía estaba en el Palacio, cuando se decía que los carritos cepillos del SIM tenían un equipo que podían captar lo que la gente decía hasta cuatro cuadras de distancia, lo que era un mito porque todavía hoy no se ha inventado nada así.
El terror que se vivía y como nosotros tuvimos entonces el coraje de decir “!Vamos palante!” y cuando secuestramos al coronel Donald J. Crowley, cuando matamos a todo el que matamos, cuando atracamos a todo el que atracamos , lo hicimos porque no teníamos otra opción.
Eso es lo que quiero que quede claro. Que con nosotros se trataba de hacer o morir.
No era entonces tan fácil como la democracia que está ahora, cuando nadie se pierde. Aquí todo el que se muere, lo encuentran.
Aquí nadie se desaparece. Y eso es porque nosotros fuimos capaces de poner en 1960 de poner un local en la calle Duarte y poner un micrófono y una bocina y comenzar a denunciar los crímenes de Trujillo. Es la historia. Fuimos capaces de constituir (en la Revolución de abril de 1965) un Comando en la Escuela Argentina que con mayor valor y entereza enfrentó a las tropas norteamericanas.
A mí me duele, y me van a excusar la emotividad de mis palabras en este momento, que ahora se nos quiera pintar como simples aventureros o peor, como asesinos que toman una pobre mujer, pieza importante de la historia política nacional, y que se llama Miriam Pinedo y la descuartizan y la tiran por partes de su cuerpo por las calles de Bruselas.
Yo no acepto eso.
El MPD, en el 90 % de sus hombres y mujeres, fueron gente que dieron su vida por este país. Y eso hay que respetarlo.
Que haya habido cuatro asesinos, con Manolo Plata y compañía, que lograron confundir a Maximiliano Gómez, es otra cosa. Manolo Plata a cualquiera confundía. Cuando el encuentro en la UASD de la UDUAL, fuimos tres hombres como la seguridad de El Moreno, cada uno con una pistola 45, decididos a lo que fuera.
Y cualquiera que veía entonces a Manolo Plata decía que era verdad que daba la vida por El Moreno. Yo mismo, todavía no me explico como Manolo pudo ser instrumento del asesinato de El Moreno.
Son realidades que probablemente no sabré nunca pero que no es tan sencillo como se quiere pintar ahora con un MPD a 50, 60 años de distancia, decir fácilmente que era un grupo de delincuentes que atracaban policías, para quitarles el arma…. Eso no es ni fue el MPD”.
Respuesta de Pablo Gómez Borbón:
Gracias por su aporte, Sr. Oscar Mejía. En primer lugar 73 años no es ser anciano. Usted es un muchachito (risas de la audiencia).
El MPD, el PRD, el PLD y todos los partidos tienen que someterse todos al juicio de la historia. A Manolo Plata no lo defiendo porque es un monstruo, se le ha pretendido echar toda la culpa. Y no fue el único. Hubo gente que anda hoy por ahí que violaron a Miriam Pinedo. El MPD, y se lo creo, tuvo un gran rol histórico. Ese 90% del MPD, debe condenar el crimen.
El 23 de mayo próximo se ha anunciado una marcha revolucionaria porque, supuestamente, mi libro le echa lodo a El Moreno.
Lo que debe dar vergüenza del MPD es que nunca, en 50 años, se le ha hecho un homenaje a Miriam Pinedo. El único homenaje público que se le ha tributado lo realice yo en un parque público de Bruselas, con apoyo de la embajada dominicana en Bélgica. (Aplausos del público)
No deben responderme a mí. Deben responderle al pueblo dominicano.
A usted, Sr. Mejía, mi correo electrónico está en el libro, y estaría feliz de que me escribiera para intercambiar sobre este hecho. Del choque de las ideas sale la luz. Quien desee conversar a fondo de lo que expongo en Morir en Bruselas, puede escribirme y coordinamos.
Insisto en reconocer la lucha del MPD, que implicó sacrificios de su parte ante la dictadura de Joaquín Balaguer.
Todos los izquierdistas que quedaron en Europa participaron en el proceso de Miriam Pinedo. Pero han pasado 50 años y nada se ha hecho por reivindicar la memoria de Miriam. Insisto, no he puesto en entredicho el rol del MPD en su historial de lucha. Eso lo respetamos.
Por mi parte con este libro, he hecho mi labor.
Quiero presentarles a Yuri Morales Pinedo, hijo de Miriam Pinedo, quien está aquí (aplausos) a quien le he dicho que he sentido como si tu madre fuera mi madre. Yuri es un hombre íntegro que me ha dicho “Yo he perdonado a quienes mataron a mi padre y a mi madre”. Y ha perdonado por ejemplo a Huguito, quien reconoció su participación en los hechos. A veces pienso que Dios quiso que escribiera este libro para conocer a Yuri. Para mi mayor satisfacción no es ni el premio, ni el metálico. No. Fue haber hecho justicia a la memoria de una mujer. La ideología de derecha o izquierda no puede ser una excusa para el crimen, Las ideologías se han usado históricamente para fines inconfesables ……"