Pamela, del inglés Samuel Richardson (1689-1761) se considera la primera novela inglesa. Publicada en 1740, alcanzó un éxito sin precedentes, en un momento de cambios, y de auge económico en Inglaterra, lo que explicaría la importancia del dinero en la historia que se cuenta. En su consideración de la virtud en la mujer, es veinte años anterior a Julie ou La Nouvelle Héloïse, de J. J. Rousseau, también novela epistolar.
La obra nos sitúa en un medio social elevado entre familias adineradas y de abolengo, cuyo poder económico les permite actuar según sus caprichos y doblegar la naturaleza de aquellos a quienes consideran inferiores y sólo dignos de estar a su servicio. Richardson era un impresor de modestos orígenes, que empezó a publicar a los cincuenta años. ¿Cómo pudo adentrarse en este medio del que parece conocer las claves?
Pamela sorprende por la capacidad de penetración de su autor en la conciencia femenina. Ello se debe quizás al conocimiento que tuvo de los sentimientos de las mujeres pues, desde temprana edad, parece que le abrieron el corazón y lo hicieron su confidente para que les escribiese cartas de amor. Pamela Andrews, nuestra protagonista, es una muchacha de quince años, humilde y puritana, de cautivadora belleza, que goza del cariño y la confianza de su patrona. Esta la educa en conocimientos refinados y lecturas que forman su carácter y le aportan sólidos argumentos para defender los principios inculcados por sus progenitores. Al fallecer aquella, es asediada por el hijo. Pamela se resiste y, en el fondo, se escribe a sí misma en cada una de las cartas que envía a sus padres, donde les informa sobre las estrategias del hombre y las trampas que pone en su camino para deshonrarla.
Este nuevo patrón resulta ser un conocido libertino reacio al matrimonio porque, curiosamente, considera que las familias utilizan a sus vástagos para hacer un negocio y afianzar la fortuna. Además, desconfía de las mujeres y deduce que si Pamela no lo acepta se debe a que pudiera estar enamorada de otro hombre. Como castigo, intercepta la correspondencia con sus padres y la encierra en una casa alejada, bajo la vigilancia de los criados quienes, mediante trampas y engaños, manejan su destino.
Lo insólito en la narración es que las cartas de Pamela cautivan al amo que, sorprendido por tan agudas reflexiones y por la fuerza persuasiva de sus razonamientos, se rinde ante la inteligencia de la muchacha. Es de resaltar que el nombre y los apellidos del patrón y de su familia se mantengan ocultos, como si Richardson quisiera protegerse de personajes influyentes que pudieran verse reflejados en los hábitos del caballero y en la conducta desobligante y vulgar de algunas damas.
El libro de Richardson fue pronto ridiculizado por Henry Fielding, el otro creador de la novela inglesa, quien escribió en 1742 Joseph Andrews, importante narración centrada en un supuesto hermano de Pamela. Éste es un lacayo apuesto y virtuoso, grato a los ojos de patrona, una tal lady Booby, haciendo así un guiño a la naturaleza oculta de los personajes nobles que rondan el mundo de Pamela.
Lo verdaderamente extraordinario de Richardson es cómo invierte el orden social establecido. Así, la criada es elevada a la categoría de señora, gracias a un matrimonio por amor, mientras que una dama distinguida es rebajada y deshonrada por no haber sabido poner su virtud por encima de la ambición. La primera se integra plenamente a la clase social elevada. La segunda renuncia a la hija bastarda y desaparece en América, el refugio de pobres y delincuentes. Este cambio, en modo alguno representa una mayor autonomía para las mujeres quienes, dentro el matrimonio, deben complacer al marido para asegurar el bienestar del hogar. Asimismo, vemos lo ligados que están en esta cultura los conceptos de felicidad y prosperidad, que consolidan la relación de Pamela con su patrón. Aunque, en definitiva, la única libertad de que disfruta la joven esposa es la de escribir cartas y registrar en su diario el acontecer cotidiano, lo cual no es poco para la época.
Los historiadores consideran que esta novela fue el primer best seller. Sorprendió la vivacidad de sus diálogos y el valor del detalle, aunque la protagonista fue muchas veces acusada por los lectores de excesivo descaro. La obra provocó controversias tanto en Inglaterra, como en Dinamarca, Alemania e Italia donde hubo “pamelistas” y “antipamelistas”. En Francia llegó a ser tan popular que la polémica se conoce como “la querella de Pamela”. Al éxito en Inglaterra contribuyeron también los clérigos que recomendaron su lectura y su puesta en escena por el célebre actor David Garrick.
Puede afirmarse que, a mediados del siglo XVIII, Pamela funda un nuevo género, el de la novela moderna sentimental, a la vez psicológica, realista y humorística.