Over tiene carácter autobiográfico, en carta enviada, 26/diciembre/1938, desde el batey a su amigo Secundino Gil Morales (Don Cundo), rico terrateniente de La Romana, Marrero le dice: ‘Mi mujer come mal, sigue flaca, no tiene aspecto de mejorar’. De esta manera, antes de la publicación de la novela Aristy establece que durante su permanencia en el batey tuvo una relación marital, en Over Marrero se casa, en la novela esa mujer aparece como un personaje sin nombre, para referirse a su mujer el novelista utiliza las siguientes expresiones: ‘mi novia / ella / mi mujer / ‘mi pobre mujer’.

En el batey el bodeguero se siente ‘un hombre solo’, viviendo en asfixiante soledad, sus noches ‘son pesadas y largas’, para aliviar ‘esta vida de perro’ aspira a ‘encontrar compañera con quien compartir algo más que una noche de ron’, pero en la finca ‘solo se encuentran haitianas feas y grajosas que nada me inspiran’ y las prostitutas: ‘las que llegan detrás de los pagos quincenales, tan peligrosas que casi resulta insensato arriesgarse con ellas’, en una palabra ‘no hay mujeres propiamente dichas’.

Portada de Over, de Ramón Marrero Aristy.

Encontró mujer, en los primeros momentos de la relación ella emana ‘luz de sí’, embarazada, enferma es internada en el hospital de la compañía: ‘Mi mujer es una niña inocente, que está enferma y necesita comodidades, cuidados. Necesita que se le trate como a una cosa pequeñita y querida, ¡como a un ser humano!’. Pero, la encierran en ‘un pequeño cuartito’, era ‘como una celda’, ubicado en ‘El pabellón donde estaba mi mujer era el mismo destinado a los peones’.

La mujer pierde el hijo, ‘sin hijo’ regresa a la casa / bodega: ‘Era un esqueleto envuelto en piel’, la vida de la pareja sufre un giro, entre el bodeguero y su mujer se ha abierto ‘un abismo que se ensancha por horas’ se crea una situación existencial, ambos vivirán una insufrible crisis neurótica: ‘Ambos atravesamos desde hace tiempo por un estado anormal’.

El bodeguero queda solo con su mujer, contrata el servicio de una haitiana: ‘negra y grajosa’ que ‘no sabía cocinar, ni tenía costumbres, ni la más leve noción de lo que significa limpieza’, a ‘los tres días’ la despide. A partir de entonces agrava la situación, solo con su mujer tuvo que ‘cocinar y atender la bodega’, cuando cocinaba su mujer: ‘Desde su cama me avisaba cuando un olor se lo denunciaba: Se quema la carne, se queman la habichuelas, se ha botado la leche’.

El bodeguero corría a la cocina, simultáneamente atendía la bodega y era ‘todo oído’ para que no lo pescaran alejado del mostrador, su puesto, ya que esto ‘implicaba la pérdida del empleo’. En esta situación pasa ‘semanas durmiendo en el piso, frente a la cama de la enferma velando, porque de noche ella se cae como un niño, mientras duerme’ / ‘semanas enteras higienizando a su mujer’ / ‘Ella no podía valerse y tuve que bañarla por buen espacio de tiempo’. ‘Tuve días de ruda lucha con mi mujer’ / ‘fui cocinero, enfermero y perro guardian de mi mujer’.

Todo ha cambiado: ‘Ya no soy el mismo, ni mi mujer es la misma, ni la vieja Mercé es la misma, ni la gente de la finca es la misma’, la nueva situación existencial ‘significa mucho, y bien puede ello alterar los nervios y cambiar casi radicalmente el carácter de un hombre’. Primero cambia ‘mi mujer / ella’ le reprocha porque él no la atiende: ‘de noche, suma vales, reportes. Y cuando terminas: libros, revistas; o si no, te quedas ahí, ¡embelesado!’, ‘mi mujer / ella’ demanda que él le hable de cualquier cosa; pero para el bodeguero hablar con ella sería una ‘charla banal’: Tengo que hacer un gran esfuerzo para responderle: ¿De qué he de hablarte? Sobre lo que pienso es inútil que te diga algo, y de otra cosa (…) ¡no sé decir una palabra! Sin embargo; la mujer entendió perfectamente el mensaje de su marido y le respondió: ‘Es que me tienes por más ignorante de lo que soy, no me aprecias, para tí soy un animal’: ¡Qué vida llevo! ¡Qué desgracia! ¡Para ti soy una bestia!

A ‘mi mujer / ella’: ‘Le obsesionan unos celos estúpidos / ‘se empeña en retenerme todo el día entre estas cuatro paredes, alejándome de toda sociedad, porque nada la martiriza tanto como oírme enfrascado en largas conversaciones con mis amigos, después de haber pasado una semana a su lado pronunciando escasas palabras, leyendo, escribiendo, o si no, frente el mostrador’ / ‘se desahoga contra todo lo que elle cree que nos separa: ya sean libros, manuscritos o amigos’.

A tal punto ha llegado el nerviosismo / la crisis neurótica de ‘mi mujer’ que cuando el bodeguero está ‘leyendo’: ‘me obliga a observarla. Mueve las cosas ruidosamente, tropieza con todo, si habla, es con voz irritada. A veces no puedo soportar tanto ruido y la reprocho. Entonces llora como una tonta (…) ya no oculta su antipatía a mis amigos, con quienes comete imperdonables faltas de educación (…) cuando alguien está conmigo, pasa entre nosotros intespectivamente, sin decir palabra’.

‘mi mujer / ella’ ‘en el paroxismo de su histeria’ / ‘está intolerable’: ‘Se exaspera, pierde el tino’ / ‘me hostiga’ / ‘hace mil escenas ridículas’ que ‘irritan más mis nervios, y me hacen perder mi dominio. Una ira salvaje me golpea las sienes’. Aparentemente ‘repuesta ya en lo físico (…) se ha tornado altiva, agresiva, nerviosa, tonta, hasta el extremo de que pocas noches me deja dormir’.

Procurando dormir el bodeguero se retira a la tienda, pero nada remedia porque ‘ella / mi mujer’: ‘Desde una ventana de rejas que hay entre el aposento y el depósito, en ropa de noche, como una loca, despeinada, chilla’, si él intenta poner fin a la escena: ‘entonces comienza otra peor. Entra y va hacia mí. Comienza a recriminarme, barbotando necedades, sin fin', grita ‘una y otra vez’: ¡No te duermas! ¡No te duermas! ¡No vas a dormir! ¡No vas a dormir!

Así; viviendo en medio de los cañaverales pasa el bodeguero ‘semanas, meses encerrado en una casita techada de zinc’, la presencia de ella le molesta, se reprocha ‘soy culpable de un crimen por el hecho de haberla traído a mi lado, porque debí comprender que no podía ser mi compañera’, él ‘quisiera ser como todos los que viven para tener hijos y hablar y dormir con su mujer’. El bodeguero se confiesa: ‘Yo (…) nunca he temido quedarme con una mujer’, pero ahora con el nerviosismo de ‘mi pobre mujer’: ‘sufro crisis que me impiden relacionarme con cualquier persona’.

Para ambos la crisis de pareja le ha ‘costado’ fatales resultados: (1) lo peor es que para el bodeguero ‘ella’ se ha convertido, al igual que la finca, en un ser despreciable: ‘mi mujer ya no es un ser racional, sino una pobre criatura convaleciente, llena de caprichos’. El bodeguero se pregunta: ¿Qué tengo de común con ella? / ¿Qué hay de común entre mi mujer y yo? Nada puede haber, ¡Sólo miseria! Junto a ella ‘no me resigno a llevar una vida imbécil’.

(2) la casa es estrecha y calurosa, allí se halla ‘forzosamente cerca de mi mujer, atormentado por toda clase de ruidos, mis nervios trepidan. Oigo los sonidos exageradamente, me crece la ira’. Entonces la mujer y ‘la casa se me hace insoportable’, ‘salgo de la casa como un vendaval’ / ‘como un loco’, ‘me echo afuera y marcho a la casa de Cleto, a casa de viejo Dionisio, o me voy simplemente a vagar por los carriles cercanos’. ‘No le hablo a mi mujer. Siempre estoy como ausente’.

El bodeguero es un intelectual, sus ideas son ‘un enigma para mi pobre mujer’, es un sujeto civilizado que evita la violencia domestica: ‘Me revisto de paciencia. Ensayo ahora por un camino de suavidad’ / ‘Hago un esfuerzo por contenerme sin pegarle. Toda mi voluntad quiere considerarla enferma’.

(3) el bodeguero es perseguido con ‘una serie interminable de inventarios’, en un mes lo investigan ‘tres veces’, en la finca el Over es una obsesión,  pierde la tranquilidad: ‘Yo sólo pienso en el Over’ / ‘Mi pensamiento gira en un mismo círculo: ahí está el balance’. Con cada inventario la angustia se agudiza, ha perdido el control del gasto familiar y ‘el sueldo no me alcanza para cubrir mis necesidades’, recuerda que en igual situación un bodeguero se suicidó: ‘La figura de mi compañero suicida, llena mis sueños’. ¡No puedo ya con mis nervios! Sospecha que tiene déficit, de noche ‘una vez a la semana pasa inventario’, consigue prestamos, roba y consigue un Over de $68.27.

(4) el bodeguero tuvo un agrio enfrentamiento con el alemán que costo el empleo, fue despedido de la bodega con ‘un microscópico Over de algunos centavos’.

(5) los problemas de la finca y con la mujer se resuelven con beber ron: ‘tengo Over, un trago, otro trago’, si hay déficit ‘bebo más ron’, llega el día ‘y yo comenzaré a beber ron (…) y sólo a fuerza de ron lo resisto’.  Mujer, Over, cañaverales, ‘un sol de fuego’, ron: ‘Así es, de noche y de día, la finca!

(6) Es tiempo muerto, se acabó la zafra, el bodeguero sólo piensa en los empleados (peones de la finca: haitianos, cocolos y dominicanos) que se marchan; unos ‘están de vacaciones’, los otros ‘cuyos sueldos han disminuido ya por quinta o sexta vez, andan desorientados. El ron los quema por dentro y el sol por fuer’. Al bodeguero le asalta la soledad, se lamenta porque: ‘Ya no habrá ventas que permitan sacar Over’. Pensando ‘sólo en ellos’, el bodeguero llega a creerse que ‘más me duele lo suyo que lo mío’, tiene la cabeza caliente: ‘mi cabeza está demasiado repleta de ideas fuertes, de ideas que quizás no puedo plasmar (…) pienso demasiado en la injusticia’.

El bodeguero intelectual quiere hacer una denuncia ‘capaz de conmover el mundo, de remover la tierra: Me crece, encendido, un gran deseo de gritar a todos los vientos, denunciando como se destruye a los hombres en estas fincas. Quiero hacerlo, creo que puedo hacerlo, y comienzo a escribir nerviosamente, trazando signos desiguales, con gran fuerza. Mi letra irregular llena hojas y hojas, que voy amontando con fiebre, ¡hasta que al fin se me vacía el pecho! Entonces leo aquello, y a medida que repaso las hojas una tras otra, una tras otra las voy rompiendo, decepcionado, convencido de que allí sólo hay imprecisiones inútiles, ideas inconexas’. Así, en tiempo muerto y sumido en su crisis existencial don Danielito escribió Over.

‘mi mujer / ella’: ¿Qué representa este personaje sin nombre? ¿Para el bodeguero qué es su mujer: una cosa pequeñita y querida o un ser humano? Las interrogantes quedan en el aire.