I-Una introducción necesaria
Después de leer el libro titulado "Una mirada a la poesía de Mateo Morrison", el cual es un estudio crítico y una selección de la autoría del poeta y crítico literario, José Enrique García, encontré la excusa más válida para cumplir con una deuda generacional que tenía y/o que rengo con el creador y líder del Taller Literario "César Vallejo", de la Dirección de Cultura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
"Una mirada a la poesía de Mateo Morrison", fue publicado por Editora Búho, con diagramación y diseño de portada de Amado Santana, con un retrato de Mateo Morrison, en la portada, hecho por el reconocido pintor dominicano, Alberto Bass. Fue impreso Santo Domingo, R.D., en el 2023. Contiene 127 págs.
En ese momento, me dije, "este es mi gran turno ", para poner de manifiesto "Otra mirada a la poesía de Mateo Morrison", aclarando de antemanos que no se trata de un enfoque contrastivo, ni chocante, con la mirada dada por el amigo poeta Jose Enrique García, al contrario, la crítica literaria de José Enríque García nos sirve de apoyo teórico para nuestro planteamiento transcrítico, en este humilde estudio, en relación a la poética de Mateo Morrison.
Para esta mirada transcrítica he recurrido a un libro de Mateo Morrison, titulado "Híbridas máscaras", publicado por Amargord, 1era. edición. Con diseño de portada, a cargo de Amargord Ediciones. Arévalo,11. 28770 Colmenar Viejo. Madrid- 2023. 95 págs.
Cualquier estudio sobre el discurso poético de Mateo Morrison (14 de abril de 1946, Santo Domingo, R.D.), ha de centrarse en el dominio estético que este autor pone en evidencia, al trabajar la metáfora y otros recursos estéticos que les son conferidos, al momento de procurar trabajar la palabra, en procura de hacer desprender de ella, armonía fónica y ritmicidad.
Si queremos conocer a fondo la poética de hoy, sustentada por Mateo Morrison Fortunato, necesariamente, hay que indagar en los primeros poemas escritos por Morrison, desde su convivir en el universo barrial de Villa Duerte (Sector Pajarito), hasta su mudanza al barrio La Cruz de Mendoza, en Santo Domingo Este, donde, desde los tres (3) meses de nacido, vio los primeros rayos del sol,y fue construyendo su trajinar en la vida.
II-Desarrollo
Para conocer su voz, no basta ver como domina la lengua en su proceso creativo. Hay que seguir su ruta de joven que crece en medio del fragor familiar, bajo la mirada mimosa y orientadora de su padre, Egbert Cleveland Morrison, un maestro procedente de Jamaica, cruzado por la voz materna de Efigenia Fortunato, una digna mujer dominicana que representó su formación espiritual inicial, entre el trabajo, la humildad y el amor filial.
A ese sujeto-creador hay que escudriñarlo, como quien se apega a un enfoque antropológico-cultural y cosmogónico. Todo lo demás, quedaría a medias, si no buscamos en su trayectoria de vida y si no leemos esos primeros trabajos del poeta, para poder darle una mirada a plenitud, transcrítica, hasta tocar la epidermis de su real voz poética.
Asumiendo esa visión, a partir esos sus primeros escritos, muchos de los cuales, desde el fulgor de su juventud, desde antes de ser un joven servidor universitario, al ingresar como Encargado de la Casa Universitaria de Cultura de la UASD (1972), en la zona colonial del Distrito Nacional.
En la Dirección de Cultura de la UASD, tenía, como director administrativo, al inmortal de la copla y la décima, Narciso González (Narcisazo), una voz aguda, en la la defensa irrenunciable de la soberanía del pueblo dominicano. Y, de antemanos, desde Cultura de la UASD, también tenía a un Antonio Lockward Artiles y al inolvidable maestro, poeta y narrador, Dr. Abel Fernández Mejía.
Necesariamente, hay que tener en cuenta esos vínculos espirituales y culturales, para ver y entender aquí aquel tono sencillo, humano y solidario que brota desde sus poemas iniciales, algunos recogidos en su primer libro, bajo el título de "Aniversario del dolor" (1973); pero no sin antes recordar sus compromisos con la revolución de abril del 1965, en plena guerra patria.
Y aunque usted me alegue que eso no es poético o literario, sus poemas, no podrán ser entendidos, ni bien estudiados y sentidos, si no seguimos sus huellas, despues de la guerra abril, siendo parte del grupo "El puño", junto con otros poetas amigos, como Andrés L. Mateo, Enrique Eusebio, Alexis Gómez, Miguel Anibal Perdomo, Jóvine Bermúdez, entre otros.
Como entender aquellos tonos familiares, sencillos y hondos de su poética inicial, si no nos referimos al poeta militante de la Unión Patriótica Antiimperialisra (UPA), como organización de izquierda, apéndice del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), aparecida después de la guerra de abril, en pleno apogeo del mandato de los 12 años del Dr. Joaquín Balaguer.
Les planteo esos datos, que sólo pueden aparecer desde un enfoque transcrítico, porque la voz poética no nace al azar, hay impulsos materiales y espirituales del sujeto creador que,día a día, la van moldeando, desde una perspectiva pragmática cotidiana, y eso,no ha estado ausente, en este creador. No hacerlo, es ocultar la cara humana, espiritual y material de ese ese sujeto-credor.
Por eso es que, en, y después de la guerra patria de abril de 1965, podemos descubrir con más sonoridad y militancia, los matices rítmicos del poeta nacido en Villa Duarte, en el antiguo Ensanche Pajarito, y que, desde los tres (3) meses de edad, desarrolló parte de su infancia y juventud en el barrio "Cruz de Mendoza", en la parte oriental del municipio de Santo Domingo Este, Provincia Santo Domingo, pero sin NUNCA alejarse del hombre, de la familiaridad y de lo humano, en sentido general, como parte íntima de su práctica de vida y de su cantar.
Próximo al final del régimen de Trujillo, surgen los escritores de la Generación del Sesenta, integrada por Marcio Veloz Maggiolo, Ramón Francisco, René del Risco Bermúdez, Jeannette Miller, y Miguel Alfonseca, entre otros, los que influenciaron en la poética de los jóvenes poetas que surgieron, a finales de la Era del dictador, Rafael Leonidas Trujillo Molina, (1961).
En ese espeso ambiente de vida, de lectura, y, entre las voces de esos autores, fue creciendo el corpus poético de Mateo Morrison, el cual, al estallar la guerra de abril de 1965, tenía en ese momento 19 años de edad y se sumó a las voces poéticas que, de manera militante, se disponian a desarrollar una acción cultural militante.
Aunque el poeta Morrison, no formó parte de los primeros grupos literarios que se formaron durante la guerra patria, nos referimos al grupo La Máscara (1965) y al grupo literario El Puño (Aparecido a final del 1965).
Como resultado de la influencia de esos grupos literarios surgido durante la revolución de 1965, sobre todo de los grupos literarios La Máscara (1965) y El Puño (finales del 1965). Ya en el 1966, aparece el grupo literario La Isla, el cual estaba integrado por los poetas Antonio Lockward Artiles, quien lo dirigía, junto a Fernando Sánchez Martínez, Pedro Caro, Wilfredo Lozano, Andrés L. Mateo Jimmy Sierra y José Ulises Rutinel Domínguez.
Es entonces que, como una influencia de los poetas de los grupos literarios anteriores, sobretodo de El Puño y La Isla, aparece el grupo literario La Antorcha (1967), dirigido por Mateo Morrison e integrado por los poetas Enrique Eusebio, Soledad Álvarez y Rafael Abréu Mejía, entre otros.
(Ver Eusebio, Enrique, Auditórium # 37, año 1973).
Es por la formación del grupo La Antorcha (1967), dos años después de finalizada la guerra de abril del 1965, es que hoy podemos conocer a lo que en la literatura dominicana contemporánea, le llamamos hoy, La Joven Poesía Dominicana o los Poetas de Postguerra (1967).
Y, como es imposible desligar la pragmática poética de Mateo Morrison de UASD, hay que plantear aquí que la mayoría de esos poetas de Postguerra, formaron parte del Movimiento Cultural Universitario (MCU), del cual, hasta a mí y al poeta Tomás Castro Burdiez y Aquiles Julián (1975), entre itros ytras, nos tocó aproximarnos a las acciones culturales del MCU, en la UASD, pero ya esas son "brazas de otro barril", como dicen en mi barrio.
En el 1973, aparece El Bloque de Jóvenes Escritores, encabezado en la Dirección por Rafael Julián, Antonio Lockward Artiles, Héctor Amarante, Mateo Morrison, Rafael Abréu Mejía y Diógenes céspedes. Eran tiempos de fervores ideologicos revolucionarios, despertados por la segunda invasión militar norteamericana y tercera invasión económica y financiera del naciente imperio norteamericano, a nuestro territorio.
No hay forma de desligarlo de sus vínculos poéticos y fraternos con Norberto James Rawlings; Enriquillo Sánchez; Tony Rafúl; José Molinaza; Soledad Álvarez; Domingo de los Santos; Jhonny (Alexis) Gómez Rosa, ni de Andrés Luciano Mateo. Díganme de qué manera disociar su práctica creativa de la mirada y la lectura de estos poetas? No hay forma humana posible de hacerlo, ni acudiendo a la falsa "crítica literaria" que invade a la literatura dominicana.
Aparte de sus lecturas de autores nacionales e internacionales, es en ese proceso que hay que ir redefiniendo otras miradas sobre la voz poética de Mateo Morrison.
De ahí que, desde su inicio, la familia, su cotidianidad de joven estudiante en el Colegio Dominicano y su apego a creatividad, fueron perfilando al humanista, al militante cultural y al poeta creador, para situar al Ser, al sujeto, en el sitial que le espera, dentro de la literatura dominicana contemporánea, latinoamericana y del mundo.
En esta necesaria introducción, aprovecho para decir algo que hace tiempo, años, debí haber dicho de manera pública, a los cuatro vientos, y es que a esa figura bonachona, abierta y solidaria que se proyecta en Mateo Morrison, toda la llamada Generación de escritores del 80, surgida del Taller Literario "César Vallejo" de la UASD, a la cual pertenezco, junto a otros autores y autoras, y país, debe agradecerle, por siempre, su creación, su acogida, su orientación y apoyo, siempre con calor humano y respeto.
Esta nota personal, no hace variar en nada, mis próximos planteamientos transcríticos sobre su obra. He dicho.
(Continúa)