Notarán que en este artículo se abordan palabras que sirven de alimento a los humanos. Se incluye una que es una yerba, otra, es un vegetal, técnicamente una fruta. La intención es variar la clase de vocablos para que no se piense que quien redacta estos trabajos solo busca orientarse en un sentido.
Como se ha hecho en ocasiones anteriores, se busca la etimología de los vocablos, pues se ha notado que los publicistas de artículos de amplia difusión acerca de la lengua común evitan adentrarse en el origen de los vocablos. Sus razones tendrán para ello; quizás porque es una labor ardua.
Algunas de las etimologías resultan de origen extraño, raro, fuera de lo usual. Estos rasgos llaman la atención más que las regulares, las etimologías y orígenes esperados, anticipados; los que pueden deducirse con alguna facilidad de la grafía misma no llaman la atención. Como todas las ciencias auxiliares del estudio científico de las lenguas, la etimología lleva siglos de existencia.
En los estudios que se han hecho hasta ahora por medio de estos artículos se ha tratado de divulgar información de manera asequible al gran público con una prosa divulgativa y amena. Las citas o las menciones de las fuentes se hacen con el propósito de que los lectores puedan recurrir por sí mismos a estas para ampliar conocimientos.
Ajonjolí
¡Alegría!, ¡alegría!, gritaba el dulcero que caminaba bajo el tetero del sol (a pleno sol). Era justo en el filo del mediodía, entre las doce y las dos de la tarde, cuando pasaba pregonando su mercancía. No era tonto el vendutero, vendía el magro postre suficiente para endulzar el paladar, justo a la hora del almuerzo o poco después de este. Llevaba palitos de coco latigosos, jalao y un azucarado etcétera dominicano. Latigoso en la variante de español dominicano es “correoso”, que vale para expresar que algo puede ser alargado o estirado con facilidad. Diccionario del español dominicano (2024:432). Era de textura pasajera “achiclada” materia de textura parecida al chicle por su elasticidad.
Era yo un niño cuando el ambulante vendutero vociferaba con una bandeja al hombro su anunciada mercancía. Lejos estaba yo en mi tierna edad de saber que esa alegría tenía otros nombres. Pensaba en ese entones que alegría era solamente el nombre del dulce hecho con ajonjolí y melao de caña.
Alegría es sinónimo de ajonjolí y de sésamo; esta última palabra en esa época, con esa sinonimia, era prácticamente desconocida en el léxico común de los dominicanos. Más adelante en mi vida sésamo se convirtió en una palabra mágica para expresar deseos de que algo se abriera. En español peninsular esta alegría dominicana quizás corresponda a la pasta de ajonjolí tropicalizada, es decir, modificada para resistir el clima del trópico y agradar más el paladar hispanoamericano.
Ajonjolí es palabra que procede del árabe. También se conoció por aljonjolí y ajunjulí. Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental (1974:75, 80). Esa palabra del título procede del árabe granadino. Ya Nebrija la menciona en el siglo XV. La voz ajonjolí se pronunció de diferentes maneras. También se representó gráficamente en español y portugués de modo disímil, aunque parecido. Dozy en su Glossaire des mots espagnoles et portuguais dérivés de l´arabe (1869:146). Este autor escribe aljonge y sostiene que es la planta en sí misma. “Podría ser un préstamo oriental de lenguas semíticas” (sesamum>sésamo, canna>caña, etc., escribe Bergua Cavero, pues muchos préstamos orientales han pasado a través del griego. Los helenismo del español (2004:95).
Con respecto a sésamo, la palabra es la misma para español y portugués. Es un género de planta tropical originaria de África y la India. La etimología viene del latín sesamum. En francés es sésame, como en inglés, pero en esta última lengua sin la tilde; aun cuando la entonación más fuerte recae sobre la primera silaba. La planta en sí misma es oleaginosa, de donde se ha popularizado el aceite para imprimir sabor diferente a algunas recetas de cocina.
La palabra sésamo para la frase “ábrete sésamo” que usábamos en la época de preadolescente y adolescentes, fue tomada de Las Mil y una Noches, novela para entretener lectores jóvenes donde era una frase clave para abrir los tesoros.
El ajonjolí dominicano procreó descendencia. . . en Haití. Esto así porque en criollo haitiano para esa planta y su producto no se usa la lengua madre de ese idioma que es el francés, sino el español dominicano. Ellos dicen y escriben awonwoli. No puede olvidarse que uno de los sonidos difíciles del español para extranjeros es la jota (J).
¿Y la palabra alegría adónde fue a parar? La alegría que interesa para los propósitos de esta exposición es la del dulce que lleva las semillitas de ajonjolí dentro y algo más que hace el comerlo agradable al paladar. Quizás deba su nombre a la sensación grata que produce en el espíritu del sujeto, que se deleita al degustarlo, así como a la manifestación que hace de ello. Los mexicanos conocen una alegría (dulce) semejante a la de los dominicanos.
Berenjena
Este vegetal es muy apreciado en la dieta del dominicano. Hay muchas maneras de prepararlo. Los dominicanos son expertos en sacar el mejor partido de este alimento. Se cuece guisada en salsa de tomate con algunas hierbas finas que le añaden un sabor delicioso. En algunos libros al referirse a la berenjena la tratan de falta de sabor. Otra forma riquísima de preparación es frita después de pasarla por huevo y harina. Hay quienes la prefieren más tostaditas y le añaden levadura. Al escribir esta descripción se hace la boca agua.
Ya en el año 1856 P. F. Monlau entendía que berengena, así se escribía el nombre de esta, provenía del persa badengen, badengena, que los árabes convirtieron en albadengena; de allí pasó al castellano (visto) y al francés en aubergine. Al catalán alberginia, asberginia y berginia. Diccionario etimológico de la lengua castellana (1856:211). La razón para traer a Monlau en este párrafo es por lo interesante que resulta seguir la pista a berenjena en esos diferentes idiomas.
Es curioso cómo fue variando la voz en la medida en que pasaba de una lengua a otra para ajustarse a la lengua de llegada. En portugués y valenciano fue beringela. Algunas de las diferencias que se observan proceden del idioma de donde se tomó, adoptó y adaptó la voz, del persa-árabe, del árabe granadino o del árabe africano. Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental (1974:344).
Si se leen detenidamente los nombres de la berenjena con el nombre del original de donde se tomó, se notará que al pasar al árabe se añadió el artículo -al que ha pasado a casi todas las palabras del español procedentes del árabe.
La berenjena es una solanácea, es decir, entre otras características, tiene muchas semillas, es carnosa. La variedad europea es de color morado, vale decir del color de las moras, esa es la preferida de los dominicanos, por lo menos la mía. Parece que los libaneses favorecen la que tiene la masa casi incolora, que en mi humilde entender contiene menos sabor.
Me llamó la atención la voz que se utiliza en inglés por nombre para nuestra berenjena, eggplant. Recurrí hasta al Oxford original en veinte volúmenes. No hay rastro del origen de la palabra, excepto una mención que se hace y es esta, en la descripción de la berenjena se describe el fruto como un huevo, que eso significa egg en inglés.
La primera reacción fue rechazar esto como pista para el nombre. Al pensarlo mejor recordé una de las muchas lecciones que aprendí de mi fallecida esposa Carol Hoffman. El tamaño de los frutos hace siglos era menor que el actual. Esto así porque los agricultores guardaban para semilla los mayores y mejores ejemplares al domesticar las plantas, así su tamaño aumentó. Era una forma de manipulación genética primitiva, si se desea llamar esto así. Además, los únicos huevos que se conocían y conocen no son solo los de las gallinas.
La palabra berenjena produjo descendencia. En el español contamos “berenjenal” que tiene dos sentidos, según la utilice un campesino o un citadino. En el campo es un “campo de berenjenas”. En la ciudad es un “problema, lío, desorden, confusión, enredo”. Como sucede con todo, los dominicanos tienen “sus cosas”. La “berenjena china” es la variedad del fruto largo y delgado. Usan la locución adverbial “en menos de lo que se dice berenjena”, para expresar “inmediatamente, en un santiamén”. Diccionario del español dominicano (2024:91). “Meterse en un berenjenal” es asumir posiciones o actitudes que acarrean dificultades. “Estar en un berenjenal” vale para encontrarse en un problema o enredo. Cada país hispanoamericano tiene “su berenjena”. Esto es, usa la berenjena para indicar situaciones o cosas diferentes.
Algo que me llamó la atención hace largo tiempo fue, ¿por qué se utiliza el berenjenal para lío, problema? Creo que encontré la razón para ello. En su origen la planta de berenjena tenía espinas, púas, que hacían que la recolección del fruto no fuera fácil. De allí que estar en un berenjenal era encontrarse en un lugar incómodo.
¡Alabada sea la lengua española por sus matices!
Roberto Guzmán en Acento.com.do