La escritura es un camino desde y hacia algo. Escribir es caminar, pasar de un lado a otro, trazar un camino que luego será recorrido: leído. Leer es recorrer, atravesar de nuevo el camino escrito. La escritura es la disolución de ese camino.

Me propongo ahora comentar dos textos singulares de Octavio Paz (1914-1998) que sobresalen por su calidad literaria. Estos textos son ¿Águila o Sol? (1951) y El Mono Gramático (1974). Si bien pertenecen a épocas distintas en la producción del autor -el primero a la época de juventud, el segundo a la de madurez-, tienen algunos elementos comunes: ambos son textos híbridos, ambos participan del relato, de la prosa poética; ambos, también, comparten la concepción de la escritura como camino.

El título del libro ¿Águila o Sol? alude a los dos lados de la moneda mexicana. Águila o Sol, cara o cruz, sugiere la apuesta verbal, la apuesta por las palabras y con las palabras. Obra juvenil, escrita en prosa, ¿Águila o Sol? es una recopilación de relatos breves escritos por Paz en los años 1949 y 1950, entre los 35 y los 36 años, y publicados a los 37.

El libro está dividido en tres partes: “Trabajos del poeta” (1949), “Arenas movedizas (1949) y “¿Águila o Sol?” (1949-1950). El poeta Paz se nos revela aquí como narrador. Escribe estos textos bajo el ostensible influjo surrealista. Explora lo anecdótico y lo circunstancial, pero también lo onírico y lo fantástico.

Su incursión en la narrativa breve es acertada. El entonces joven escritor tiene ya plena conciencia del oficio. Para esta época ha publicado su célebre obra El laberinto de la soledad (1950), que lo revela y lo catapulta como ensayista profundo y lúcido. Sabe que el oficio de poeta consiste, en última instancia, en aceptar el desafío de las palabras. En este desafío se afirma la doble pertenencia del hombre al lenguaje y del lenguaje al hombre. El escritor es aquel que acepta enfrentarse al lenguaje, aquel que está en lucha permanente con la palabra, por la palabra. Esta lucha termina en pérdida para uno de los dos términos enfrentados, pues “todo poema se cumple a expensas del poeta”. Esta pérdida es un logro. La derrota, curiosamente, se convierte en triunfo.

La prosa de ¿Águila o Sol? es ora serena y reflexiva, ora desbordante y explosiva. El poeta nombra todo lo que puede, todo lo que alcanza a nombrar. Hay temas recurrentes: el lenguaje, la identidad y la alteridad, el Yo y los Otros, el ser y el vacío. Quien contempla se funde con lo que contempla, y por eso ya no hay nada que contemplar:

“Abstraído en una meditación -que consiste en ser una meditación sobre la inutilidad de las meditaciones, una contemplación en la que el que contempla es contemplado por lo que contempla, y ambos por la Contemplación, hasta que los tres son uno – se rompen los lazos con el mundo, la razón y el lenguaje”.

Siempre cambiante y a la vez idéntico a sí mismo en sus metamorfosis incesantes, el yo es imagen, es otro:

“Vacías a tu ser de todo lo que los Otros lo rellenaron: grandes y pequeñas naderías, todas las naderías de que está hecho el mundo de los Otros. Y luego te vacías de ti mismo, porque tú -lo que llamamos yo o persona- también es imagen, también es Otro, también es nadería”.

Más adelante, el poeta medita sobre sus cambios, el adolescente que fue, el adulto que es:

“Adolescencia feroz: el hombre que quiere ser, y que ya no cabe en ese cuerpo demasiado estrecho, estrangula al niño que somos. (Todavía, al cabo de los años, el que voy a ser, y que no será nunca, entra a saco en el que fui, arrasa mi estar, lo deshabita, malbarata riquezas, comercia con la Muerte)”.

¿Águila o Sol?  anuncia una búsqueda estética más vasta y ambiciosa del camino de la escritura (o de la escritura como camino). Esta búsqueda alcanzará su plena madurez en El Mono Gramático. Siendo una obra menor, ¿Águila o Sol? constituye, sin embargo, un notable ejercicio narrativo en el conjunto de la obra poética y ensayística de Octavio Paz.