Los símbolos incluyen nombres e imágenes asumidos por las sociedades desde hace miles de años. Sus primeras expresiones están relacionadas con la escritura, con el arte rupestre y con la guerra. Estos juegan un papel importante en la identidad o sentido de pertenencia de las comunidades porque surgen de sus procesos históricos, sociales y culturales. A partir de la Revolución Francesa (1789), la bandera, el escudo y el himno se convirtieron en los símbolos nacionales más reconocidos. Lo mismo pasó en América como resultado del proceso de independencia impulsado por las colonias españolas desde los inicios del siglo XIX.
La asunción de estos símbolos se dio de manera gradual en la República Dominicana. La bandera, por ejemplo, fue descrita por Juan Pablo Duarte en el juramento tomado en julio de 1838 a los iniciadores de la Trinitaria. Su iniciativa fue acogida en la Constitución de noviembre de 1844 con el nombre de pabellón mercante nacional, cambiando el color rojo por rosado. Diez años después, en la Constitución liderada por Pedro Santana, fue denominada como pabellón nacional mercante y se incluyó el escudo de armas. Los colores de la bandera contemplados por Duarte fueron incluidos en la Constitución liberal de 1858. A pesar de que el himno nacional, con letras de Emilio Prud´Homme y música de José Reyes, se estrenó en agosto de 1883, su reconocimiento por el Congreso Nacional, aunque mutilado, debió esperar hasta 1934. Completado el trío de nuestros símbolos patrios, las normas para su uso fueron planteadas en 1942, y actualizadas por demanda del Instituto Duartiano que, apoyado por la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y la Suprema Corte de Justicia, logró su regulación mediante la Ley Núm. 210-19.
El reconocimiento oficial de los símbolos patrios, cuya naturaleza es esencialmente política, está precedido por la valoración de otros símbolos nacionales relacionados con la naturaleza, con la religión y la recreación. Por el momento, vale destacar la declaratoria de la Cigua Palmera como ave nacional mediante el decreto 31-87; en la Ley 146-11 se estableció la caoba como Árbol Nacional y a la rosa de Bayahíbe como la Flor Nacional; y como Piedra Nacional fue reconocido el Larimar avalado por la Ley Núm. 296-11. Salvo el caso de la caoba, estos regalos de la naturaleza son expresiones únicas de la isla Española, y tienen categoría de símbolos o marcas nacionales justificada por especialistas de la zoología, la botánica y la geología.
En términos legales, estamos superando el rezago que nos afecta en cuanto al reconocimiento de los símbolos de la dominicanidad. Mas, estas normativas son prácticamente desconocidas por casi toda la población, se quedan en el consumo de sus gestores y expertos. Se impone el cultivo del amor por nuestros símbolos nacionales, que se eduque al respecto desde la familia, la escuela, las universidades, las iglesias, los ministerios y demás componentes de la sociedad dominicana. Además, quedan invitados los publicistas, para que, haciendo provecho de su genio creativo, complazcan esta demanda con campañas que proyecten nuestra memoria histórica y eleven la riqueza insular que nos distingue.