La experiencia de George Orwell en los diferentes roles valida la destreza narrativa que refleja en su novela 1984, en la que desnuda los atropellos cometidos durante la tiranía rusa.
En el país que describe Orwell, la familia se convierte en la principal fuente de manipulación, y le debe lealtad únicamente al partido, autoridad máxima en todos los ámbitos.
El texto pertenece al tipo distópico que pormenoriza el accionar de una sociedad fallida, según los expertos de la literatura, en un contexto desalentador, espeluznante para la población civil, que no forma parte del núcleo gubernamental. En donde el ciudadano siempre está vigilado, y el poder político crea estrategias para apropiarse de la voluntad de las personas, despojándolas de sus derechos y otorgándoles responsabilidades falaces, en detrimento de su identidad. En esta realidad, el poder político fiscaliza muy de cerca el accionar de los ciudadanos. Estos, generalmente se organizan en torno a los departamentos creados para controlarlos, hasta en las acciones más íntimas y personales, en beneficio del partido.
La narrativa que utiliza el autor evoca imágenes similares a las viejas edificaciones de La Habana, en la actualidad. De igual modo, el deterioro en el pavimento que grita su remozamiento, el deambular de sus pobladores abrigados en la precariedad descolorida, que busca en el horizonte el pasado próspero que no volverá.
En 1984 sobrevive una sociedad en la que el Partido del Hermano Mayor es quien toma las decisiones por cada ciudadano, y estos aceptan de manera sumisa, sin cuestionamientos que obliguen a las autoridades a analizar otra perspectiva. Todos se envuelven en una cotidianidad maniobrada por los tentáculos de un poder tirano, que utiliza la tecnología como medio de vigilancia y fiscalización de sus actividades habituales; lo que obliga al ciudadano actuar como marionetas atemorizadas, ante la idea de ser acusados de traidores por la Policía del Pensamiento, convirtiendo el entorno en hostil.
En fin, aunque la novela fue una sátira al régimen totalitario ruso, leerla en los momentos actuales mueve a la reflexión de regímenes que secuestran la libertad de expresión, se apropian del erario, maltratan al pueblo para imponer su línea de pensamiento, y sacrifican a quienes disienten de sus métodos, para perpetuarse en el poder. Orwell sugiere que la población civil debe cuestionar y analizar si verdaderamente las políticas públicas cumplen el cometido para el que han sido creadas.