La postura más incómoda frente a los valores espirituales no es el ateísmo o alguna de sus variantes. Tampoco la del religioso y su mística de la espera. El verdadero desasosiego lo vive el agnóstico: Es una duda entre dos certidumbres, un vacío entre dos formas de fe. Un océano de preguntas ante las áridas respuestas de sistemas de creencias: ateos y devotos.
Tantas filosofías acerca de una consciencia trascendental, hasta desembocar al Zaratustra de Nietzsche y su preconizada sentencia de la muerte de Dios que fue con rapidez desmontada por la búsqueda, a mediados del pasado siglo, de occidente en las milenarias tradiciones de oriente. Allí el movimiento hippie topó con coincidencias de narrativas como la historia de la vida y milagros de Cristo y Krishna.
De tal modo que la resurrección de lo divino se originó no en un “choque de cultura” si no en lo que los jóvenes de esa época asumieron como una crisis de los cimientos occidentales. Fue la cuestión de la no violencia –ahimsa entre los hindúes –donde el rechazo a las hostilidades bélicas abrió un canal de aculturización que, con el paso de los años fue perdiendo la magia, y los sistemas políticos de este lado del mundo invadieron esos movimientos hasta desmantelarlos por considerarlos políticamente peligrosos.
Por supuesto que la relación dialógica oriente/occidente no significó ninguna pérdida, la creencia de que una cultura se debilita por la influencia de la otra es un error. Los intercontactos siempre ocurren por el paso de los valores de un grupo por la criba de la cultura del otro, de tal suerte que surgen nuevas miradas, mitos y transfiguraciones, sobre todo cuando este intercontacto no se ve contaminado por la manipulación político/ideológica.
La navidad es una festividad cristiana católica, que hace coincidir la celebración de la aparición de una divinidad en la tierra, con el solsticio de invierno. Algunos historiadores afirman que esto se hizo con la idea expresa de “anular” la práctica pagana sustituyéndola con la festividad central de la fe cristiana. Como fuere, esta correspondencia temporal supone una hibridación importante desde los propios orígenes de la conmemoración.
Entre los cambios finiseculares a los que a gran velocidad hemos tenido que adaptarnos, se incluye otra vuelta a escepticismos, evidenciados en la aparición de adeptos al ateísmo, en los países europeos. De hecho, se considera una moda, una forma de ser cool e inteligente. Los escándalos de la iglesia, la mercurial conducta de los protestantes y la crisis de liderazgo dinámico ha sido caldo de cultivo a la segunda muerte de la fe.
Sin embargo, en medio de la idea solipsista de un hombre arrojado al vasto universo, navegando en una mota de arena, se le opone a cada momento el asombro e incertidumbre de la propia vastedad. Los astrofísicos no encuentran un límite al cosmos, la teoría de las supercuerdas “reduce” toda la “creación” a una nota musical, que bien podría ser metáfora del verbo creador de los cristianos o del Aum de Brahama.
Aunque Sigmund Freud era un materialista que discute en sus tres ensayos homónimos: Moisés y la religión monoteísta, el origen de la religión de Iahveh, atribuyéndole un origen egipcio; su proyecto de ciencia de la mente se fundamenta en la idea de que el hombre requiere de la cultura para poner freno a sus pulsiones básicas y acceder de ese modo a la convivencia. En este contexto la religión ha sido siempre un muro de contención al desborde de lo reprimido.
Algún burlón nos recordará las incontables guerras propiciadas por las religiones. Sin embargo, las matanzas por expansión territorial, fanatismo o intereses económicos no tienen un sello espiritual, puesto que la esencia sobre todo del cristianismo, es la no violencia. Es claro que todos dicen señor, señor, pero acusan conductas que no se corresponden con la mística de su fe.
En psicología se ha estudiado el impacto favorable que tiene la práctica religiosa sólida en la salud mental. Nos referimos, no a una “receta” de algún coach, si no a una forma organizada y sistemática de práctica espiritual saludable.
Murray y colaboradores (2005) realizaron estudios prometedores en la búsqueda de expectativas de cura y atenuación de los trastornos mentales y el papel favorable de la espiritualidad. Una de las técnicas de las terapias cognitivas, el afrontamiento, parece dar mejor resultado entre sujetos que profesan alguna práctica espiritual.
En esta época casi poshumana, se evidencia la caída de la espiritualidad en la forma maquinal y materialista conque la gente asume las fiestas de la Natividad del señor. Sin embargo, si preguntásemos a cada dominicano si profesa religión, una altísima población diría que cristiano, mientras, se comporta como los mercaderes del templo. Olvidan la metáfora bíblica de los fariseos hipócritas que lo de afuera del plato limpian.
Yo sé muy bien que cuando el señor Jesús el Cristo nació, las ovejas pastaban –no era invierno –pero lo importante para creyentes, no-creyentes y dudosos, es recuperar en estos tiempos la buena voluntad, la amistad, el amor, el perdón que otrora fueron la distinción de estas Pascuas.
Ser feliz es mejor que tener razón. FELIZ NAVIDAD.