“Nosotros” , la última novela de Manuel Vilas, nos atrapa en una historia muy particular, llena de deseo, amor y un tanto de narcisismo y egoísmo por parte de la protagonista. El título “Nosotros” hace referencia a la canción de Los Panchos y al cambio de perspectiva que experimenta Irene al pasar de ser un "yo" a un "nosotros" tras la muerte de Marcelo, su esposo. Este cambio refleja la profunda conexión que existía entre ambos y la dificultad de ella para “vivir”sin él. ¿Cómo se enfrenta el corazón a la desolación de un amor que se resiste a morir?
Irene es la protagonista absoluta de la novela. Es una mujer libre y pasional que busca un refugio a la pérdida de su difunto en la promuscuidad, pretendiendo llenar esos vacíos con personas en lugares donde no viajó con su pareja, viajando en auto y avión a distintos lugares: Málaga, Aiguablava, Colliure, Niza, Marsella, Alguer, Ascona. En casi todos se busca un amante masculino o femenino -un especialista en enclaves turísticos frente al Mediterráneo, un maître, el recepcionista de un hotel, una camarera, entre otros- . No le temía a la soledad, pues sabía que la única compañía que acaba teniendo un cuerpo, es la sábana (Pág 34).
Manuel Vilas nos muestra cómo en esta “historia de amor” Irene la vive con un amor "capitalista", puesto que tiene una obsesión con los perfumes, relojes, autos de lujo y los muebles. Con los perfumes pone al mundo a sus pies, con los relojes se da cuenta del estatus que tiene la persona (se los mira cuando están haciendo el amor), los autos porque le dan seguridad, confort y estatus, y los muebles porque son lo único que se que queda hasta cuando un amor se va.
A pesar de tener 50 años, Irene era una mujer que captaba miradas. A ella y a su esposo les encantaban estar en la cima, por eso siempre buscaban los penthouse más altos. Él siempre la elogiaba: “Tuya es la belleza de la vida, allí donde se suspende el tiempo, los años, las décadas y los siglos.” Y eso ella siempre se lo creyó. Tanto que después de su muerte, hacía lo que su antojo le dictaba con quien quisiese.
En definitiva, Manuel Vilas, con su historia narrada en primera persona, permite al lector conectar con los sentimientos más íntimos de Irene, la intensidad del amor y la enfermedad que dejó hecho polvo el amor de su amado pero que no puedo apagar nunca la llama: “Polvo seremos, más polvo enamorado”. El soneto de Quevedo “Amor constante más allá de la muerte” se convierte en un leitmotiv a lo largo de la novela en el que todos los personajes guardan relación con el. Sus versos expresan la idea de un amor que pervive incluso después de la muerte, un ideal que Irene y Marcelo comparten y por el que luchan por un Nosotros.