No es verdad que toda la literatura dominicana, especialmente la contemporánea, sea mala. Tampoco es cierto que no se estén publicando libros que valgan la pena leer. Sin embargo, lo que sí es cierto es que hay muchos que se dedican a criticar lo que los demás escriben, pero esas mismas personas, cuando escriben, creen que sus obras son las mejores.

Es verdad que hay mucha literatura apresurada, especialmente por parte de las nuevas generaciones, pero no es correcto decir que toda esa literatura sea mala. Lo que sí es cierto es que, con el tiempo, algunas de esas obras podrían mejorar si se revisaran nuevamente.

No creo en los críticos ni en los sabelotodo, sobre todo aquellos que se consideran críticos literarios en el país. Muchos de ellos creen que basta con decir “este libro es malo” para cumplir con su tarea, pero les recuerdo que la crítica es un arte, y no todos tienen la capacidad de ser artistas en este sentido.

Quienes hemos estudiado la evolución escritural de un autor nos damos cuenta de que las primeras obras suelen ser más débiles. Sin embargo, a medida que un escritor se desarrolla en su arte, va mejorando. Es cierto que escribir se aprende escribiendo, y también escuchando los consejos de personas que realmente aporten algo positivo, no de aquellos que solo critican sin fundamento.

No es un secreto que las primeras creaciones de un autor suelen ser flojas, y aunque algunos escritores tienen la habilidad de crear grandes obras desde sus primeros trabajos, muchas de esas obras no fueron valoradas en su momento. Por eso siempre digo que el mejor jurado crítico es el tiempo.

Pero repito, no es cierto que en la República Dominicana no se esté publicando buena literatura. Lo que sí es verdad es que hay personas que se dedican a criticar sin leer, o que si leen, se enfocan únicamente en lo negativo.

Como jóvenes escritores, con una visión muy diferente a la tradicional, lo que debemos hacer es dedicar el mejor de nuestro tiempo a la escritura. No debemos dejarnos llevar por los elogios de los conocidos, quienes, en lugar de dar consejos constructivos, a menudo hacen daño con comentarios exagerados que nos hacen creer que estamos escribiendo una obra maestra.