El propósito del Museo del Carnaval de Santiago es mostrar, difundir y preservar las expresiones culturales de nuestro carnaval, como una forma de presentar su historicidad y diversidad, para recuperar la identidad y la idiosincrasia de la cultura popular nuestra, sin prejuicio ni discriminación de ningún tipo.
El recorrido empieza con los disfraces de los lechones antiguos, tradicionales y de fantasías. Los segundos están acompañados de la historia de sus respectivos barrios, como una forma de contextualizar su naturaleza originaria. Entre ellos, leemos dos textos fundamentales del maestro del folklore de nuestra ciudad, don Tomás Morel, sobre la historia de las caretas de los lechones de Santiago, y un poema que narra la historia del carnaval. Anexo uno sobre las características de las caretas, concurso único en el país creado por él, en 1963, quien un año antes había fundado con su nombre el Museo Folklórico, que en su etapa de esplendor fue considerado como uno de los más originales e importantes del país. En otra de sus panorámicas, vemos las caretas tradicionales joyeras, pepineras, de fantasías y de Pueblo Nuevo. Al frente y al fondo, están los personajes populares y de fantasías: el tradicional robalagallina de Rafael Andrés Gómez (Mochila), Mario Antonio Reynoso (El Papelón), Rauddy Torres el robalagallina de fantasía más espectacular e internacional.
El museo está equipado de una televisión plasma para pasar continuamente reportajes, desfiles, concursos, entrevistas y exposiciones del carnaval de Santiago. El mismo lo estaremos renovándolo cada año, con el Concurso de Caretas y Afiches de nuestro carnaval, siendo ya patrocinado por el Ministerio de Cultura, en razón de que la empresa que lo respaldaba se retiró, además de que será un reconocimiento para don Tomás Morel, haciendo énfasis en la celebración de los 50 años que cumple este mes de febrero de 2013 el Concurso de Caretas don Tomas Morel.
La riqueza de los carnavales dominicanos es impresionante e infinita por la genialidad creativa de su gente, son pocos los países que pueden demostrar tanta diversidad carnavalesca como los nuestros. Una concreción de lo que decimos, inmediatamente se evidencia con el Carnaval de Santiago de los Caballeros: mosaico biográfico de la autenticidad de la cultural dominicana. Entre sus códigos carnavalescos más destacables, podemos encontrar y reconocer a los famosos lechones santiagueros, los cuales son distintos a todos los demás por sus tradicionales disfraces y sus legendarias y artesanales caretas joyeras, pepineras, fantasías y de Pueblo Nuevo.
Destacándose entre ellos, el legendario lechón Guarino de la Cruz, y la famosa careta pepinera, la cual se destaca en la tradición de nuestro carnaval por sus dos cuernos lisos, usada por primera vez por el destacando personaje carnavalesco Macuyo Belliard. Principio y fin de las temibles batallas de los lechones de “pueblo arriba” y “pueblo abajo”. Es decir, de los lechones de Los Pepines y La Joya, que para diferenciarse empezó a utilizar sus caretas con sus dos cuernos llenos de chiflitos. Teniendo como contraparte igualmente al histórico lechón joyero Tony Vargas. Sus luchas carnavalescas todavía son recordadas, entre las tradiciones culturales de nuestra ciudad, incluso se han formado grupos de lechones de ambos barrios con sus respectivos nombres. A través de esa tradición, nació la careta de Pueblo Nuevo, que es una continuidad de la joyera, porque coloca los chiflitos en forma de rosa, convirtiéndose en una de las caretas más hermosas del carnaval, su pionero es el artesano Luís Ureña.
Otra de las grandezas de nuestro carnaval, es producto de la originalidad de los personajes y las comparsas, porque la creatividad popular se apropia de la imaginación y la realidad para diseñar su propio mapa cultural. Las diferencias sociales, económicas y políticas se unen para masificar y gestar nuestras verdaderas identidades culturales. El carnaval es una de las manifestaciones culturales más democráticas que posee la identidad dominicana, donde todos tenemos acceso y derecho a su disfrute, de manera natural y espontánea.
La cultura impuesta en ella no funciona porque, al fin y al cabo, la gente se disfraza de lo que quiera o quiso ser. Valga decir, en el lenguaje popular, de lo que le venga en gana. Ni siquiera los propios grupos pueden obligar a sus miembros a disfrazarse de lo que ellos no quieren. Es por eso, que el carnaval es la verdadera representación de la democracia cultural del pueblo dominicano, a pesar de que, a la estética del consumo, le interese más su comercialización, que su interés cultural. Quizás, producto de la ausencia de una política cultural carnavalesca, nuestros carnavales han sido aprovechados por el mercado, aunque también podemos convertir éstos en una verdadera industria cultural, donde los hacedores sean los auténticos beneficiarios de sus cuantiosos recursos materiales.
Durante año y medio, trabajé en el silencio agotador y zozobrante de la gestión cultural del Viceministerio de Cultura, creado igualmente por quien suscribe para dejar una estructura nunca vista en la historia cultural de Santiago y la Región Norte, gracias a la “pasión”, “creatividad” y “gerencia” de José Rafael Lantigua. Al señor ministro, nunca le dije nada sobre el Museo del Carnaval de Santiago, pensando de que tal vez él no estuviese de acuerdo de que yo cerrara una parte de la sala de abajo del Palacio Consistorial, sin embargo, le produjo todo un goce cultural su realización, el cual prácticamente se hizo con recursos propios.
Fue viable también, gracias a la generosidad de algunas personas, que me ayudaron para hacerlo posible, a los cuales agradeceré con la gratitud que solo emana de la cultura: Tony Saint-Hailare, Fausto Ortiz, Francisco Sánchez, Ramembys Marte, Eddy Martínez, Charly Rodríguez, Roque Santos, Aida Múñoz, Paola Rodríguez, Fermín Ant. Méndez de León, Ángel Rafael de León (Rafelito) y mis hijos Erick y Argenis Reyes. De igual manera, por las donaciones de sus trajes y disfraces a: Rauddy Torres (traje confeccionado por Oscar de la Renta), Sergio Martínez (Mochila hijo, traje de su padre), Rosmery Reynoso (traje de su padre), Elizabeth Rodríguez (disfraz que utilizó este año), Enegildo Peña (disfraz de la Bandera Dominicana, que usó en el Desfile Nacional de Santo Domingo 2012, encabezando nuestra delegación), Momón (diseñador de los demás disfraces).
Reglas del museo
1- No tocar o ponerle las manos a nada del salón.
2- No entrar ningún tipo de bebida.
3- No comer.
4- No jugar.
5- No hacer ruido.
6- Los niños deben siempre estar acompañados de un adulto que se haga responsable.
7- No se podrá realizar ni organizar actividades dentro del salón.
8- No sacar ninguna de las piezas que conforman o están en el salón.
9- El guardián de sala es el salvaguardia de todo lo que existe y se exhibe en el lugar.
El Museo del Carnaval de Santiago, está ubicado el Palacio Consistorial de la ciudad, calle Del Sol frente al Parque Duarte.